Islas
Derek Walcott
para Margaret
Sencillamente para darles un nombre existe la prosa
de quienes llevan un diario, darte un buen nombre
entre lectores que gustan que el viajero alabe
por igual sus relaciones sexuales y las playas.
Pero las islas sólo pueden existir
si hemos amado en ellas. Yo busco,
tal como el clima busca su estilo, escribir
un verso crujiente como la arena, claro como la luz solar,
frío como la ola encrespada, corriente
como un vaso de agua de las islas;
pero luego, lo mismo que quien lleva un diario,
saboreo sus cuartos tomados por fantasmas de sal
(tu cuerpo que deshace el mar plisado
en sábanas revueltas), cuyos espejos se ven privados
de nuestras imágenes que se acurrucan cuando duermen,
como palabras que el amor había esperado usar
borradas con las páginas de la marea.
Pues, como quien escribe un diario en la arena,
tomo nota de la paz con que embelleciste
ciertas islas, bajando
por una angosta escalera para encender las farolas
contra el rumor del rompiente nocturno, protegiendo
un incierto mechero incandescente con una mano,
o nada más pelando el pescado para la cena,
cebollas, lucio, pan, pargo colorado,
y en cada beso el acerbo sabor del mar;
y también cómo fuiste creada al claro de la luna
para estudiar por encima de todo la indomable paciencia
de las mareas, aunque se antoje tiempo perdido.
Posted: April 24, 2012 at 6:50 pm