La corrección política versus Taylor Swift
Miguel Cane
Hace apenas unas semanas se estrenó en los VMAs el video del sencillo Wildest Dreams, tomado del álbum 1989 de Taylor Swift y la cantante ya está sufriendo severas críticas de los medios estadounidenses; no porque haya alguna deficiencia artística (de hecho, la señorita canta bien y es de los pocos actos pop que, si bien no tiene mucha sustancia, es radiante de carisma) sino por haber cometido un presunto acto de racismo por representar una visión un tanto idílica y bastante cursi del colonialismo blanco en África y, según esto, recrear ostensiblemente los peores valores del pasado en su último videoclip.
Aunque antes de proceder a apedrear a la joven, habría que conocer qué hay detrás de esta idea, que resultó terreno fértil para los malentendidos y la ira de la corrección política, un mal necesario.
Si algo tiene Taylor Swift es la capacidad de hacer que cualquier cosa que la ocupe, ya sea hacerse un mani-pedi hasta declarar alguna cosas relacionada con temas internacionales (del modo más inocuo, si se quiere) y convertirse al instante en trending topic en toda red social. La chica siempre está en boca de todo el mundo, muchas veces por cosas buenas pero otras no tanto. Así el caso del video, dirigido sin mucha inspiración por Joseph Kahn e inspirado “parcialmente” en las películas Mogambo (John Ford, 1953) y Memorias de África (aquella en la que Meryl Streep interpretó a Karen Blixen, más conocida como Isak Dinesen) y rodado con un costo de 2.5 millones de dólares, en impresionantes locaciones naturales del continente africano. En este video se muestra la historia de dos actores de los años 50 que se enamoran mientras ruedan una película en tierras africanas. Taylor Swift, haciendo una imitación regular de Elizabeth Taylor, con peluca negra y los labios muy rojos, comparte pantalla y besos con el muy bien plantado Scott Eastwood, nuevo golden boy de Hollywood e hijo, obviamente, del mítico Clint Eastwood.
Lo que a muchos les puede parecer una idílica trama para un video que acompaña una canción de amor, a otros tantos les ha resultado más bien un insulto y una muestra de cínico racismo. Aquí los motivos: solo muestra animales salvajes y lo bonito del continente pero, salvo dos excepciones, no aparecen personas negras, pese haber sido filmado en África. “El video es tan blanco como el rancho de un granjero un domingo por la mañana”, apunta la crítica Nico Lang en The Daily Dot, “es una muestra de colonialismo blanco voraz y exhibe ideas que la diáspora africana ha estado tratando de disipar durante décadas”, dijo por su parte Zak Cheney-Rice, del muy popular blog musical Mic.
A pesar de que en The Huffington Post dijeron que la cantante estaba encarnando la explotación política de la región, todos los beneficios que genere el videoclip irán destinados a la protección de animales salvajes de la African Parks Foundation de América. Por su lado, Kahn salió a defender su obra y expresó a través de un comunicado: “Nosotros decidimos de forma colectiva que habría sido históricamente inexacto cargar al equipo [del video] con más actores negros, pues el video habría sido acusado de reescribir la historia”, señaló. Además, el director aseguró que en la producción del clip trabajaron personas de color. A través de Twitter, Kahn comentó: “Mi productora de toda la vida, Jil Hardin, quien hizo Power/Rangers, Blank Space y Wildest Dreams es una (muy atractiva) mujer negra, para su información”.
El cineasta también dijo que el video no fue realizado en vano, y expresó: “Me encanta que Taylor haya donado todas las ganancias a la Fundación de Parques Africanos. Ella ha perdido un montón de dinero haciendo esto. Tiene una linda alma”.
Esta no es la primera vez que se acusa a una figura pública de promover un racismo “bajita la mano”; recordemos que en sus diez años de exitosas transmisiones, la serie Friends, que es uno de los sitcoms más célebres de la historia, recibía periódicos ataques y cuestionamientos (que olímpicamente ignoraba) debido a sus ocasionales chismorreos homofóbicos y, sobre todo, por la total ausencia de personajes negros en sus tramas —de hecho, el único personaje de otra raza era “July” una chica asiática que salía con Ross en la segunda temporada y fue objeto de varios chistes crueles, sin que hubiera generado controversia alguna— y, más recientemente, la sobrevalorada Lena Dunham, creadora y protagonista absoluta de la teleserie Girls en HBO, ha sido cuestionada por la ausencia de una diversidad étnica y racial en su programa, a lo que ella ha respondido siempre de manera oblicua y superficial, sin presentar cambios en su serie o elenco.
¿Racismo? ¿Descuido? ¿Compromiso con la corrección política? Como sea, Taylor Swift sigue vendiéndose muy bien. Habrá que ver hasta cuándo.
Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal. Su Twitter es @aliascane
Posted: September 13, 2015 at 10:54 pm