La gráfica transgráfica telenovélica de Luis Safa
Ricardo Pohlenz
O El extraño retorno de Lucía Mendez a propósito de sus libros Malos pensamientos y No eres tú somos todos publicados por Gato Negro (el segundo reeditado recién)
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Safa, del verbo safar, hace safarancho, que es el rancho de safa; no el rancho de vacas y caballos, el rancho puntual de bandejas sobre mesas. Una sobremesa llena de libros con Safa siempre al borde de las cosas. No llegó, tan lejos como está, tan lejos donde vive, y aún se siente presente, como porra que no dices porque lo que se ve y se siente está presente. No llegó, miles de kilómetros y un desierto inmenso y una valla y un juego de puentes (en inglés), sea cual sea el triunfo (en inglés), safas con las cartas en la mano. “¿Safas?”, te dicen, y sí, te safas y te contestas que sí, que me safo. “¡Safo safo!,” dice el niño mostrando las palmas de las manos con gesto autosuficiente, como si con ello se levantará una armadura hecha de porque sí para protegerlo como un contrato, como un amparo, como un paro. “¡Te digo que safo!, insiste y en el flujo de conciencia (que no es como otros flujos) salta como liebre la alusión a la Safo de la antigüedad igual que se levanta del camino un canto rodado que examinas someramente y luego tiras. El salto a conclusiones, el saltamontes que salta como una interrupción en el camino que ya nunca será el mismo camino, partido en dos por el saltamontes que salta motetes (los canta) y luego se deja caer como perro para que le rasques la panza o entre las orejas o qué se yo que quiera el saltamonetes de Safa. Canta saltamotetes y saltamonetes y me dice qué dice Safa de sí. Dice que es “amable con las morras, tierno con los niños, machito con los vatos.” ¿Y con los vatios? Ya en la cantina, el cuerpo eléctrico de Withman es un diablo menor que te mira desde la puerta. Acecha con cátodos y ánodos para que recargues baterías, siempre listo te ofrece los palos metálicos de la alegría y tú, en el videojuego de la existencia aceptas, total, llevas más de un mezcal. Hay algo de recherche en la carga, algo ya visto, pero en francés, un deja vú de ilustrador mexicain: rasca en la resaca, roba, apaña, encima (mientras sus enzimas se preguntan a qué horas se come aquí). El cartón deja de ser cartón, el trazo es una manada de impalas en la sabana, las tachaduras se convierten en provocaciones, las manchas de tinta en tribulaciones, en tiempos muertos de la pluma que no sabe a dónde va la cabeza cuando duda, cuando ha perdido la fe. Mientras dibuja dice, que nos dura el niu llorquer con sus cartones y los títulos de los cartones siempre por venir: póngale un título, le dicen capción pero en español la capción suena a cachirul, la rae la define como captación y entonces, entre tingo y lingo nos quedamos captados como títulos que dicen (por debajo) las captaciones que han sido captadas durante el año lectivo pasan revista en el desfile de palabras que es todo discurso, no es quién lo escribe sino quién lo dice, lo que dice y deja de decir, el momento en el que duda, cuando lee y ve cuando están y cuando no están tachados. Lo que vemos (tanto como podemos ver a dios manifestado) eso que somos en ese momento, en que vemos, a pesar nuestro, como piedras en el tamiz por el que pasa el flujo de conciencia, las piedras del riñón que dicen el tránsito mineral de nuestra consumición. Primer ejemplo: la palabra museo tachada, (no) en su lugar (más bien arriba) la palabra espejo y abajo un dibujo que remeda a Magritte (el cuadro de Magritte de las dos nucas, una fuera y otra dentro del espejo, ¿es un espejo dentro del espejo?, ¿un cuadro que es un espejo?, ¿un signo que ha tomado el lugar del cuadro y que dice lo que el cuadro desde el remedo de su apropiación o es nada más que ha tomado el cuadro y lo que dice es otra cosa, apelando al sentido general de lo que es toda editorialización? Esta imagen y la siguiente se transcribe como un apunte, un borrador (la palabra borrador borra, es borra, es burra, se aburre) que abierto a la interpretación debe cerrarse abajo con esa inserción, ese tropiezo, esa piedra, esa nota a pie, esa leyenda que dice “No mames, ¡soy yo!”, que pudo ser lo primero que pensó, o lo segundo o lo tercero (o pudo haber sido hace tanto tanto tiempo) tanto como el que le tomó para dibujarlo. Segundo ejemplo: tres figuras yacientes en primer plano (yacientes lo carga de lo que no tiene, están echadas no más) dos figuras en conversación (trazos que son manchas, casi tachaduras que emulan la distancia y que se reconocen humanas por uno de los milagros de la relación citados por Foucault en las palabras y las cosas. Encima, tachado, todavía puede leerle TRAPEANDO CON / AGUA BENDITA y abajo ESTAMOS EN MODO AVIÓN. La tachadura emula la travesura que es y no es blasfemia: el agua con carga, con sentido, con manita santa encima y palabras que no deja de ser agua vil (como ejemplo preclaro sobre el valor o el sentido que se le añaden a las cosas) y los tres cuerpos en decúbito dorsal están prendidos y no, como los celulares en modo avión, echados in más en lo que parece una playa, haciendo ángeles con brazos y piernas (eso es un añadido mío, algo que asume pero que no acaba de estar de todo claro en el remedo de líneas que hace a los cuerpos y las sombras, al mar y al horizonte. La metáfora trasciende a la máquina, el hombre emula a la máquina, le impone gramáticas y comportamientos y luego las copia en un afán de trazar líneas con los lineamientos y conjurar dibujando, como lo hace Safa, entre el habla y las telenovelas (que son fotonovelas con hilos, que son monos con hilos, que son historietas, que son histerietas) para señalar (más que encontrar) la santidad inherente a todo signo, sea lucía mendez, sea entiendes mendez, sea memo herdez.
Ricardo Pohlenz es escritor, poeta y crítico. Ha colaborado en diversas publicaciones entre las que destacan Flash Art, Art Nexus, Vuelta, Letras Libres, Errr, Icónica, Mula Blanca, entre otras. Es autor del libro de relatos Lounge, los libros de poemas El azul del cielo, Cetacea y Bac Kga Mon y el libro de varia La vocación de submarino. Conduce el programa “La vocación renacentista del mil usos” en radio.centrocultura,digital.mx e imparte el taller de poesía visual en Taller Prosperidad.
Posted: December 1, 2016 at 11:09 pm