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Renée rompe el espejo

Renée rompe el espejo

Miguel Cane

Han pasado casi dos años desde el escándalo que suscitó la aparición de aquellas imágenes tomadas en una alfombra roja de un evento de la revista Elle –en octubre de 2014–, en las que Renée Zellweger, que llevaba algún tiempo sin posar ante las cámaras, apareció y fue calificada de “irreconocible”. De inmediato surgieron especulaciones en la prensa, dando por sentado que la ganadora de un Oscar por Cold Mountain, y famosa por interpretar a la célebre solterona Bridget Jones en la serie de películas basadas en el popular personaje creado por la británica Helen Fielding, se habría sometido a una o varias mejoras quirúrgicas para alterar su apariencia.

Renée se rehusó a hacer comentarios pero la diferencia de look fue bastante drástica. El público y los medios dieron por cierto lo especulado y se habló mucho acerca del “cambio de cara” de la actriz, al punto de que hace unos meses un crítico afiliado a Variety, Owen Glieberman, escribió un texto haciendo alusión al retorno de la estrella en El bebé de Bridget Jones, tercera entrega de la saga, que se estrena mundialmente esta semana y en el que cuestionaba el ostensible hecho de que si Renée Zellweger “ya no se parecía a sí misma”, ¿acaso sería la misma actriz (el texto en cuestión, puede leerse aquí)?

El atrevimiento de Glieberman (que encapsuló toda la maledicencia y especulaciones acumuladas por meses) fue tal que hizo que la habitualmente distante Ms. Zellweger –siempre correcta en entrevistas y promociones cinematográficas aunque también muy celosa de su vida personal–, hiciera una excepción hablando por sí misma y defendiéndose de la mejor manera.

De este modo y por primera vez, escribió un ensayo abierto para el Huffington Post acertadamente titulado “We can do better” (“Podemos hacerlo mejor”). En dicha carta explica cómo se siente respecto de la percepción totalmente errónea de que se modificó la cara o el cuerpo para satisfacer cánones de belleza comercial. Asimismo, cuestiona el derecho que –en nombre de la libertad de expresión y el deber de informar– ostentan algunos medios para erigirse como jueces capaces de escrutar su vida personal y algo tan íntimo como su aspecto personal, sin dejar de mencionar el efecto perjudicial que tales actitudes perniciosas pueden tener en la autoestima de las actuales y futuras generaciones de mujeres.

En sus propias palabras: “No es ningún secreto que, históricamente, el valor de una mujer ha sido medido por su apariencia, a pesar de que hemos evolucionado para reconocer la importancia de la participación femenina en el éxito de la sociedad, dando por sentado que las mujeres son portadoras de un compromiso en todos los ámbitos de influencia; no obstante, aún ahora se utiliza una doble moral para disminuir nuestras contribuciones, perpetuándose gracias a la observación negativa de la mujer que entra en nuestra conciencia  colectiva todos los días disfrazada como entretenimiento”.

En su texto, Renée señala que las mujeres –y no sólo aquellas que se dedican al mundo de la actuación o modelaje– siempre encuentran exigencias que tienen un alto precio en sus autoestimas: se es demasiado delgada, demasiado gorda, se muestra demasiado la edad, se ve mejor como rubia que como morena… “Muslos con celulitis, es un escándalo ir por la calle con la cara sólo lavada, usar zapatos feos, tener pies feos, o una sonrisa fea, o las manos o el vestido…” La actriz hace hincapié en las variables implícitas destinadas a determinar el valor de una persona y servir como parámetros con un margen muy estrecho dentro del cual debe existir cada persona –especialmente las mujeres– con el fin de ser considerada socialmente aceptable y profesionalmente valiosa y, de paso, para evitar un penoso ridículo en los medios.

“El mensaje resultante”, apunta Renée en el texto, en el que también hace eco del presentado este verano por Jennifer Aniston titulado “No estoy embarazada, estoy harta”,  “es algo problemático para las generaciones de mujeres y hombres más jóvenes y las mentes impresionables ya que, indudablemente, causa problemas posteriores en la autoestima, la conformidad, los prejuicios, la igualdad, la aceptación de uno mismo, la intimidación y, finalmente, la salud”.

En conclusión, Renée señala que el tema podría abrirse a un debate más amplio para, de se modo, exponer colectivamente una visión de las mujeres que han sido atacadas por su apariencia y hablar sobre la forma en que se han dado las luchas por la igualdad de las más jóvenes así como sobre la forma en que los medios de comunicación se han vuelto vulnerables a las falsas noticias que inundan la conciencia pública. “Tal vez podríamos hablar más acerca de los verdaderos retos de la sociedad y cómo podemos hacerlo mejor”. Cada año son millones las mujeres alrededor del mundo que se someten a violentas cirugías estéticas –que en la mayoría de los casos no necesitan– para poder acceder a un estatus de exigencia social. La propuesta de Renée (que como Bridget Jones ha encarnado a un personaje que ha salido avante en el mundo tal cual es) es, precisamente, que ignoren el espejo y lo que de ellas se dice y que aprendan a quererse tal como son.

MiguelCane2013-150x150Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal. Su Twitter es @aliascane


Posted: September 11, 2016 at 10:41 pm

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