Retrato del artista dominicano
Jaime Perales Contreras
Junot Díaz
The Brief Wondrous Life of Oscar Wao,
Riverhead Books, London, 2007.
The Brief Wondrous Life of Oscar Wao, escrita por Junot Díaz, bien pudo haberse subtitulado Retrato del joven artista dominicano. La novela parece una emulación del primer Joyce. Sin embargo, no es la tradicional novela de formación, narrada por un joven, como en cierta forma lo es el Retrato del artista adolescente. Es mucho más que eso. El libro narra la trágica historia de una familia dominicana en exilio, causada por las acciones de Rafael Leónidas Trujillo; ese dictador que asoló República Dominicana por más de treinta años, objeto de repulsa y que, a su vez, paradójicamente, ha servido de inspiración literaria para novelas como La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa o En el tiempo de las mariposas de Julia Álvarez.
La novela es una especie de trompe l’oeil: engaña a la vista, si uno no está atento a su lectura. En principio, parece ser un retrato de Oscar Wao, un joven dominicano americano, de 23 años que vive en Nueva Jersey, con su antes bella y espectacular madre (Belicia) y su escurridiza hermana (Lola). Wao, lector voraz de Tolkien y de Stephen King, aspirante a escritor, joven enamoradizo, y con grandes complejos físicos, es poco a poco subyugado por una fuerza inexplicable y poderosa que, en sí, parece ser el personaje principal de la novela, más que el propio Oscar: el fukú, una especie de maldición capaz de intoxicar a una persona, o a una familia entera. La muerte es la única manera de desprendimiento. Trujillo, a su vez, no se sabe si fue el sirviente del fukú, o su maestro; su agente, o su amo. Lo que sí se sabe es que la relación de ambos siempre fue muy estrecha. Por ello, cada capítulo describe esa particular forma de contaminación del alma de cada uno de sus personajes, a través del fukú.
Junot Díaz, a su vez, sugiere con buen humor, que Trujillo fue, en cierta manera, Galactus, personaje de tira cómica que apareció por primera ocasión en Los cuatro fantásticos y que su particular raison d’ etre, es el devorar, sin misericordia, planetas enteros, para satisfacer su insaciable gula. Galactus sólo será parcialmente derrotado a través del esfuerzo conjunto de estos personajes con el llamado Deslizador de plata y de El vigilante, alguien igual de enigmático que Galactus. Sin embargo, en la novela no hay un Deslizador de plata que pueda detener las fechorías de Trujillo; mientras que nosotros, como lectores de la novela, somos como El vigilante: podemos observar, conmovernos, y hasta indignarnos, sin poder, desafortunadamente, hacer nada.
Díaz, a su vez, establece, como técnica, una interesante articulación del pop-culture norteamericana (el comic book, el cine de ciencia ficción y los programas de televisión de la década de los sesenta), con problemas concretos. Es una astuta forma de sensibilizar al lector latinoamericano, como al yanqui, sobre la compleja gama de tragedias que ha sufrido República Dominicana. En cierta manera, la técnica del pop-culture de Junot Díaz me recuerda a Guillermo Cabrera Infante y a Manuel Puig, quienes hicieron esto mucho antes que Díaz. Ambos escritores lograron formarse un nombre en la cultura yanqui. Al primero, sobre todo, se le recuerda por el guión de la película Vanishing Point (1971 y 1997), que influyó para la película de Quentin Tarantino Grindhouse (2007). El segundo por El beso de la mujer arana, el cual se hizo, como se sabe, una obra de teatro, una película y un musical de Hollywood. Ambos autores utilizaron, en su obra, como intertexto, el cine norteamericano y la cultura popular de América Latina. Lo que fue para Cabrera Infante y Manuel Puig el cine, el folletín y la telenovela, es lo que las series de televisión, y el comic book, son para Junot Díaz.
Finalmente, la novela de Díaz, ha sido recompensada por el Premio Pulitzer, (el segundo premio concedido a un autor latinoamericano). Esto ha hecho que el joven novelista dominicano americano se convierta en una celebridad y que su obra se difunda en revistas como The New Yorker o The Paris Review y se espera, por cierto, la fi lmación en cine de su ahora célebre novela. De hecho, el Pulitzer ha servido, para muchos escritores norteamericanos, como antesala del Nóbel. Esperemos que el Pulitzer sea un buen augurio para Junot Díaz y que, en algunos años, funcione, como funcionó en su momento, en autores como Hemingway o Faulkner.
Posted: April 15, 2012 at 5:03 pm