La nueva mujer
Alba Lara
• La nueva mujer. Relatos de escritoras estadounidenses del siglo XIX, traducción de Gloria Fortún, Dos Bigotes, 2017.
Les propongo un sencillo ejercicio. De los nombres que voy a mencionar a continuación, ¿cuántos han escuchado? Pueden ir marcándolos mentalmente, coger un papel para anotar sus resultados o levantar la mano cada vez que consigan un punto. Allá vamos:
Edgar Allan Poe. Todos, ¿verdad? Este era fácil. Maestro del cuento, sufridor vitalicio, pesimista encantador con muerte literaria. Walt Whitman, ¡ah, esas barbas sabias y dulces que Lorca imaginó repletas de mariposas! Nos celebramos, nos cantamos, gracias a que nos dio voz el poeta de Nueva York. ¿T.S. Eliot? Por supuesto, ¿quién si no nos enseñó que abril es el mes más triste y que hay una manera hermosa de recitar los poemas que uno mismo escribe? ¿Henry David Thoreau? Se reedita sin parar como ejemplo de modernidad y de vida al margen. ¿Y Hawthorne? ¿Washington Irving? ¿Mark Twain? ¿Herman Melville? ¿Ralph Waldo Emerson?
¿Cuántos de ustedes han hecho pleno? Quien más quien menos, habremos oído hablar de la mitad de estos escritores estadounidenses del siglo XIX. No importa cuál haya sido su formación: en la época de la globalización y el imperialismo de bajo perfil, la cultura estadounidense nos llega por todas partes. Y es una suerte que podamos reconocer a los autores de Bartleby, el escribiente y de La letra escarlata, naturalmente. Pero, aquí viene la pregunta que ya deberíamos hacernos por defecto, ¿por qué si nos hablan de las mujeres que escribieron en ese mismo siglo en Estados Unidos nuestra habilidad para identificar sus nombres se reduce hasta quizá la desaparición total?
Hagamos el mismo ejercicio que he propuesto antes, pero ahora consideren a estas autoras. Empecemos por Emily Dickinson. Claro que la conocemos, muchas y muchos de ustedes incluso se indignaron cuando vieron la película de 2016 A Quiet Passion porque no les pareció que hiciera justicia a la poeta. Pero ¿qué me dicen de Mary Austin? ¿Catharine Maria Sedwick? ¿Willa Cather? Las cosas se ponen difíciles si cambiamos el sexo del escritor, ya no somos capaces de decir siquiera “me suena, me suena”. Y no es por falta de autoras y mucho menos por calidad insuficiente.
La editorial española Dos Bigotes publicó a finales del año pasado La nueva mujer. Relatos de escritoras estadounidenses del siglo XIX. El libro recopila diez cuentos traducidos al español por Gloria Fortún para que ahora los hispanolectores podamos también acercarnos a las obras de estas estupendas escritoras que repensaron su condición de mujer, cuestionaron los roles sociales que se imponían sobre ellas y reflejaron en sus obras con talento y sencillez una realidad que a las lectoras y a los lectores de hoy en día no les resulta en absoluto desconocida. Quizá sea eso lo más conmovedor de esta recopilación de relatos: su modernidad. Muchas de estas historias podrían haber sido escritas hoy y yo apuesto a que esto sucede porque en su momento supieron captar una realidad que iba más allá de la pura inventiva y el entretenimiento, una reivindicación que no era fruto de una moda sino de una profunda angustia femenina que se traducía a veces en furia, a veces en abandono, a veces en una fuerza descomunal que se enfrenta a cualquier obstáculo que se ponga por delante.
A Sara Orne Jewett la leí por primera vez en una clase del Iowa Writers Worksop de Iowa. Era una novela corta llamada La tierra de los abetos puntiagudos que me pareció de una belleza irresistible y que también está publicada en español por Dos Bigotes. Su cuento «El marido de Tom» nos presenta a una mujer deseosa de administrar la empresa de su marido, un hombre inteligente que no escucha las habladurías y se hará cargo de las tareas de la casa. Me gusta especialmente de este relato cómo la autora consigue subvertir los papeles para llegar a la conclusión de que estar en casa con la pierna quebrada solo tiene de romántico el sueño de estarlo y no la realidad de sufrirlo.
En Iowa precisamente se desarrolla el que es uno de mis cuentos favoritos de la antología: «Un jurado de sus iguales», de Susan Glaspell. La periodista y dramaturga de Davenport narra con violenta elegancia el encubrimiento del móvil de un crimen por parte de dos mujeres que comprenden, cuando abren un costurero y encuentran una desagradable sorpresa dentro, que ellas mismas hubieran podido haber sido asesinas en determinadas circunstancias. Glaspell no solo está considerada la madre del teatro estadounidense, sino que además obtuvo el Premio Pulitzer en 1930 por Alison’s House. ¿No debería sonarnos un poco más?
«Cacoethes Scribendi», de la prolífica Catharine Maria Sedgwick, es una desternillante utopía de un pueblo de mujeres (y apenas un hombre soltero) con un deseo irrefrenable de escribir. «La mujer inferior» es la historia en la que la intromisión de la Sra. Fragancia de Primavera es determinante para un desenlace feliz. Sui Sin Far, la autora de este relato, de padre inglés y madre china, aún me tiene entusiasmada con la delicadeza de su narración y el carácter fuerte de todos sus personajes. Kate Chopin, en «Historia de una hora», no requiere de más de cuatro páginas para contarnos el paso terrible de la felicidad a la desesperanza con un humor negro descorazonador. En «Una madre antinatural», Charlotte Perkins Gilman critica la moral de las madres del pueblo ante el rechazo de la mujer que les salvó la vida a todas.
Dejo aquí el recuento de autoras y obras para que vayan ustedes al libro a completarlo.
Después de leer La nueva mujer, seguramente se nos dará mejor el ejercicio que nos habíamos propuesto al principio. Pero tienen razón si están pensando que no se trata de conocer nombres sin ton ni son, que lo importante es ir a las obras y leerlas. Y es verdad, pero tengamos presente que para poder acercarnos a algo, primero tenemos que recordar que existe, y las cosas que existen suelen tener nombre. En este caso, nombre de mujer.
Alba Lara Granero (El Pedernoso, 1988) es escritora y licenciada en Filología Hispánica y máster en Formación del Profesorado por la Universidad Complutense de Madrid. Es graduada del programa MFA de la Universidad de Iowa y sus ensayos han sido publicados en Iowa Literaria y otras revistas. Su Twitter: @a_laragranero
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Posted: February 8, 2018 at 10:44 pm