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México-Estados Unidos: la política truhana
COLUMN/COLUMNA

México-Estados Unidos: la política truhana

José Antonio Aguilar Rivera

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…Creer que Trump puede ser manejado, administrado y contenido como ocurrió en su primer mandato es un error. Aunque se conozcan los resortes de su actuar la posibilidad de que sus valentonadas acaben en una genuina crisis binacional no debe minimizarse.

En una respuesta de estadista el primer ministro de Canadá arropado en su bandera le recordó a los estadunidenses que los canadienses habían combatido con ellos desde las playas de Normandía hasta Afganistán. Habían sido amigos, socios, primos en la escena internacional desde siempre. Poco tiempo después el flamante presidente Donald Trump le respondió que si los canadienses deseaban evitar los aranceles punitivos sólo debían convertirse en un estado más de la Unión Americana. Para muchos esa respuesta es simplemente inconcebible. O los Estados Unidos estaban considerando una especie de Anschluss (la anexión forzada de Austria a la Alemania nazi en 1938) o los términos de la diplomacia simplemente habían desaparecido. Hasta hace pocos años habría sido simplemente inconcebible que los Estados Unidos hablaran abiertamente de anexarse Groenlandia, Canadá y retomar por la fuerza el canal de Panamá. Si se tomaran en serio las amenazas, tanto Dinamarca como Canadá podrían invocar legítimamente el mecanismo de protección recíproca del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que fue creado por los Estados Unidos para contener el expansionismo soviético durante la guerra fría.

Si Trump y los norteamericanos no se han vuelto completamente locos entonces la alternativa es que se trata de un tipo de negociación más propia de los tahúres que de los estadistas. Amenazas exorbitantes y abusivas que sirven para obtener lo que quiere. Hasta ahora parece haberle resultado a Donald Trump esa estrategia de blandir la espada de Damocles sobre sus socios y “amigos”. En menos de 24 horas sentó a la mesa a los gobernantes de México y Canadá. De inmediato obtuvo concesiones en materia de seguridad fronteriza y política migratoria por parte de México. Los canadienses parecen aún pasmados ante la política del truhán que ocupa la Casa Blanca.

La política truhana de Donald Trump parece muy efectiva en el corto plazo, pero tiene por lo menos dos problemas significativos. El primero es lo que podríamos denominar el efecto decreciente de la amenaza. Gritar ¡lobo! deja de ser eficaz después de cierto tiempo. Cuando realmente viene el lobo nadie pone atención. Al cabo de algunos episodios del show montado por Trump sus contrapartes podrían llegar a dudar de la seriedad de las amenazas disparatadas. Ello tal vez conduciría a una dinámica de negociación más normal, pero también podría llevar al presidente de los Estados Unidos a hacer una inversión en reputación, por más irracional que eso pareciera. Para demostrar la seriedad de sus amenazas podría cumplirlas, incluso cuando fuese evidente que lastimarían el propio interés nacional de ese país. Esto fue lo que vimos en México cuando el gemelo de Trump decidió, en contra de todo análisis y evidencia, cancelar el aeropuerto de Texcoco.

El segundo problema es su temeridad: el potencial de desestabilizar el sistema internacional. Cuando un pequeño Estado practica la política truhana no tiene mayor consecuencia; cuando el bravucón es el hegemón el mundo está en problemas. El potencial de que algo salga mal es muy grande. Las políticas temerarias de Trump abren la puerta a un sin fin de imponderables. De por sí la política es el reino de la contingencia. La política truhana puede desestabilizar de múltiples maneras, tanto en la esfera inmediata de influencia, como en las partes más lejanas del mundo. Pocas veces en su historia los Estados Unidos habían sido tan irresponsables hacia el mundo como ahora. Que el equilibrista no se precipite al vacío no quiere decir que no camine temerariamente sobre una cuerda floja.

México conoce bien la política truhana. Eso explica porqué la respuesta mexicana a la baladronada arancelaria fue más cauta que la reacción airada de Canadá. Sin embargo, creer que Trump puede ser manejado, administrado y contenido como ocurrió en su primer mandato es un error. Aunque se conozcan los resortes de su actuar la posibilidad de que sus valentonadas acaben en una genuina crisis binacional no debe minimizarse. En esa danza kabuki hay amplio espacio para el error. Lo cierto es que la mejor defensa de un país frente a una amenaza externa es una política basada en la concordia, el estado de derecho y la fortaleza institucional. México carece hoy de todo ello.

 

José Antonio Aguilar Rivera (Ph.D. Ciencia Política, Universidad de Chicago) es profesor de Ciencia Política en la División de Estudios Políticos del CIDE. Es autor, entre otros libros, de El sonido y la furia. La persuasión multicultural en México y Estados Unidos (Taurus, 2004) y La geometría y el mito. Un ensayo sobre la libertad y el liberalismo en México, 1821-1970 (FCE, 2010). Publica regularmente sus columnas Panóptico, en Nexos, y Amicus Curiae en Literal Magazine. Twitter: @jaaguila1

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Posted: February 3, 2025 at 7:24 pm

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