El canon hay que cambiarlo
Mónica Maristain
Siempre di más edad de la que tengo. Hace unos 20 años, el integrante de la banda alemana Rammstein (que tiene más edad que yo) me trató de usted y me mandó a tomar por culo a causa de una pregunta por el feminismo que yo le hacía.
Claro, hace 20, te podían mandar a tomar por culo cuando te referías a ese tema que Mario Vargas Llosa acaba de atacar diciendo cosas como “el feminismo corre el peligro de pervertirse si opta por una línea fanática e intransigente de la que hay, por desgracia, muchas manifestaciones recientes, como la de querer revisar la tradición cultural y literaria, corrigiéndola de manera que se adapte al nuevo canon, es decir, censurándola. Y reemplazando el afán de justicia con el resentimiento y la frustración”.
Yo digo lo de la edad porque la escritora y poeta Mónica Nepote acaba de sacar un post en Facebook donde afirma que “hay que avisarle a Vargas Llosa que ya es un bulto”.
Recientemente, la manager de Fito Páez (que tiene más edad que yo) me llamó varias veces “señora”, con una mala leche propia de las mujeres viejas de Argentina. ¿Pero qué pasa con decir “mujeres viejas”? En su libro Asesínenme, María Rosa Yorio habla precisamente de eso: “Hoy veo muchos avances en los vínculos de las mujeres. Somos capaces de sentirnos más hermanas. La necesidad de apoyarnos y la urgencia por cicatrizar nos ha hecho más mansas entre nosotras, menos tolerantes al engaño. En ese momento, en cambio, la liberación femenina pasaba por el lado de la libertad sexual”, agrega.
Bueno, total que no quiero que me llamen bulto, ni ahora, ni antes y si llego a la edad de Mario Vargas Llosa, me encantaría poder acompañar a todas las mujeres jóvenes en su lucha, tratar de estar informada de lo que pasa fuera de la sociedad y establecer un pensamiento que aporte algo.
Es cierto, Mónica, no aporta nada el pensamiento de Mario Vargas Llosa, pero sobre todo por creer que su pensamiento vale más que todas las situaciones en la que está la mujer ahora. Por creer además que, durante la Bienal Vargas Llosa, está más la calidad que la cantidad.
No sé si sabe, pero más allá del libro de los cinco finalistas de la Bienal, salió el año pasado en México el libro Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor, quien acaba de ganar el 11 Premio Internacional de Literatura 2019.
No sólo ganó la novela sino también la traducción, que recayó en Angelica Ammar.
“Fernanda Melchor ha escrito la novela de la pobreza en el capitalismo global del siglo XXI, la novela de la violencia contra las mujeres, contra los homosexuales, contra los débiles, nacida de la pobreza; la novela de la lucha despiadada de los débiles contra los aún más débiles y contra sí mismos”, dijo el jurado.
“La novela de una destrucción a la que le da igual si se convierte en autodestrucción, porque la diferencia deja de ser importante”, agregó.
¿La calidad más que la cantidad? ¿Habrá leído el libro de ensayos Alberca vacía, de Isabel Zapata, editado en español y en inglés por Argonáutica?
“Decidí quedarme con el título de alberca vacía, porque es una imagen que resulta muy nostálgica. La alberca vacía siempre remite a una casa abandonada. El mismo Eliot en uno de sus cuartetos, hay una alberca vacía que pasa una nube y la alberca está llena otra vez. Como que siempre en una alberca vacía pasaron tiempos mejores, días mejores. Exactamente, la felicidad pasada y me parecía triste y hermoso a la vez”, dijo la autora en entrevista.
Estoy leyendo ahora, para mi gusto, ¿vieron que cuando uno lee un libro que está genial va hacia él como va hacia la cama en tiempos de invierno, cuando hay varias cobijas, una almohada cómoda y tal vez un tecito caliente en la mesa de luz? Va hacia el libro como un protector que todo lo puede, como un placer inmenso que no podrías relatárselo a nadie. Digo esto porque estoy leyendo Opus Gelber: retrato de un pianista, de Leila Guerriero, editado por Anagrama.
“El libro es también la historia de una relación, en la cual él intentaba acercarse cada vez más y yo me resistía a estrechar esa distancia, para que no se transformara en algo que me impidiera tener después una relación de periodista y entrevistado. Yo siempre funciono de una manera bastante escindida, por eso no me complico a la hora de escribir. A la vez era necesario dejar que esa relación fluyera, para lograr llegar hasta donde pude llegar. Y yo llegué hasta donde me dejó Bruno. En el libro se explicita eso”, dice Leila al periodista José Heinz, de La Voz.
Hace unos días leí, por eso de la calidad más que la cantidad, el libro de Paul Preciado, Un apartamento en Urano (Anagrama). Y lo que diría es que junten peso sobre peso, pero que no lo dejen de comprar. Si no pueden leer o comprar ninguno de los libros de la Bienal Mario Vargas Llosa o ninguno de los libros que aparecen ahora entre los anuncios de las editoriales, no se olviden de este material del filósofo a quien antes conocíamos como Beatriz. “No soy hombre, mujer, heterosexual, homosexual. Soy un disidente del sistema sexo-género. ¡Lo que soy, qué más da, lo importante es cómo puedo ser libre!”, dice y nos hace pensar en miles de cosas.
¿Habrá leído Mario Vargas Llosa la novela Restauración, de Ave Barrera (Paraíso perdido), que acaba de ganar el Premio Lipp?
Ave sugiere y entretiene. Dice las cosas como son, pero también se pregunta con una duda existencial, ¿cómo será el amor en el futuro, qué es el amor hoy? Pienso mucho en ese libro y pienso también en Solastalgia, de Tanya Huntington (Almadía), que tiene versos tan profundos como estos: “Según parece, hay algo en mí que intenta / atravesar paredes de cristal: / algo inútil / y transparente / cuando entiendo que no se puede / hacer./ Es una sensación fugaz de impacto, como de ave, / pero sin la memoria prodigiosa del vuelo.”
Me gustaría pensar que en este tiempo donde vivo debería llamarme a cierta felicidad por haber leído el libro Recuerdos del futuro, de Siri Hustvedt. Un libro donde la escritora hace las paces con ella y revisa los pensamientos que tenía de adolescente.
“El pasado es frágil, tan frágil como quebradizos los huesos con los años, tan frágil como los fantasmas que vemos en las ventanas o los sueños que se descomponen al despertar y no dejan atrás nada aparte de una sensación de inquietud o angustia, o, menos a menudo, una extraña satisfacción”, expresa.
Tengo muchos libros pendientes. No sé si todos me cobijarán en una noche de invierno, pero muchos son de mujeres, como el segundo libro de poesía de Camila Krauss, Embryos o como el libro de ensayo de Laura Sofía Rivero, Tomografía de lo ínfimo. Hay muchas cosas que no sé, pero algo que puedo entender es que una nueva brisa entra por mi ventana y leeré todas las palabras escritas por mujeres en un río de idiomas y de pensamiento, aceptando finalmente que el canon, también hay que cambiarlo.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: June 19, 2019 at 9:50 pm
Me parece lamentable que en Literal, una revista tan importante y tan querida, se publique un texto como “El canon hay que cambiarlo”, donde Mónica Maristain utiliza el insulto y la descalificación simplona contra Vargas Llosa (“es un bulto”, “no aporta nada”). Con deshonestidad intelectual, Maristain ni siquiera cita la fuente de donde toma las palabras de Vargas Llosa que cita abusivamente, seguramente con la intención de que el lector no pueda conocer los argumentos razonados y completos del escritor peruano en su columna “El feminismo corre el riesgo de pervertirse si se elige una vía fanática” (https://www.lanacion.com.ar/opinion/columnistas/el-feminismo-corre-el-riesgo-de-pervertirse-si-elige-una-via-fanatica-nid2258579). ¿Mónica Maristain habrá leído (y entendido de verdad) la columna de Vargas Llosa? Lo dudo mucho. La autora habla desde sus prejuicios y lo hace como una de tantas fanáticas intransigentes y resentidas que buscan censurar la tradición cultural y literaria a su conveniencia. Saludos.
jajaja, ya siéntese señor
Actualización. El enlace que publiqué arriba (“El feminismo corre el riesgo de pervertirse si elige una vía fanática”) pide ahora suscripción al diario La Nación. Pero puede leerse también aquí: http://danielsalmoral.com/2019/06/21/feminismo-corre-riesgo-pervertirse-elige-una-via-fanatica-mario-vargas-llosa/