El triunfo de la autocracia en México. Entrevista con Octavio Rodríguez Araujo
Ariel Ruiz Mondragón
Getting your Trinity Audio player ready...
|
Andrés Manuel López Obrador arribó al poder envuelto en un halo de esperanza de que la situación del país cambiara de manera radical en aspectos como la justicia social, la reducción de la pobreza y el combate a la corrupción, así como la supremacía del poder político sobre el económico, todo ello y más en el marco de una democracia auténtica que sería hasta profundizada.
Con el final del sexenio de la autoproclamada “cuarta transformación” han comenzado las evaluaciones sobre lo que quiso presentarse como un nuevo régimen. Un pronto balance crítico de la gestión del tabasqueño se encuentra en el libro ¿Qué dejó el gobierno de López Obrador? (Orfila, 2024), coordinado por Octavio Rodríguez Araujo y en el que participan 16 académicos, intelectuales y especialistas que analizan diversos aspectos que van desde las “mañaneras” y las políticas de ciencia y salud hasta el camino hacia la autocracia. Entre los participantes se encuentran José Woldenberg, Diego Valadés, Lorenzo Córdova, Luis Rubio, Jacqueline Peschard, Mauricio Merino, Gonzalo Hernández Licona, María Amparo Casar, Mauricio Merino y Catalina Pérez Correa, entre otros.
“Mi intención era realizar un balance del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, a quien apoyé antes de que fuera presidente y de quien me siento ahora decepcionado por muchas razones: la principal, porque resultó ser poco democrático en el ejercicio de su gran poder y, además, porque mucho de lo que ofreció en su campaña electoral no solamente no lo cumplió, sino que se contradijo en los hechos”, escribe Rodríguez Araujo en la presentación del libro.
Sobre esa obra colectiva sostuvimos un intercambio electrónico con Rodríguez Araujo (Puebla, 1941), quien es doctor en Ciencia Política por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, de la que también es profesor emérito (en esa escuela fue su alumno López Obrador, quien, por cierto, le llegó a enviar saludos en un par de sus conferencias de prensa). Obtuvo el Premio Universidad Nacional en Docencia en Ciencias Sociales, es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel 3 y de la Academia Mexicana de Ciencias, además de que fue presidente del Colegio Nacional de Ciencia Política y Administración Pública. Autor de más de una veintena de libros, ha colaborado en publicaciones como Nueva Sociedad, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Estudios Políticos, Excélsior, El Día, Unomásuno y La Jornada.
Ariel Ruiz (AR): ¿Por qué un libro como el que usted coordina? ¿Para qué convocar a 15 autores más para este libro en el que se revisan diversos aspectos del sexenio de Andrés Manuel López Obrador? Al principio usted menciona un motivo personal: la decepción.
Octavio Rodríguez Araujo (ORA): En el último año del gobierno de López Obrador pensé que había que hacer un balance de sus aspectos positivos y de los negativos. Sentí, después de varios años reuniendo y clasificando información, que este análisis rebasaba mis posibilidades individuales y fue así que invité a otros autores a participar en el texto. En la presentación dije claramente que si bien había apoyado a López Obrador por varios años, al observar su conducta como presidente electo sufrí una gran decepción y ésta aumentó conforme avanzaba su gobierno.
Para mí, el personaje fue convirtiéndose en un gobernante crecientemente autoritario, caprichoso, arbitrario en sus decisiones, demagogo y poco o muy poco interesado en el respeto a las leyes que había jurado honrar y defender en su toma de protesta.
Los autores que invité fueron más de 15, pero no todos aceptaron el reto. Vale decir que entre ellos, los que participaron y los que no lo hicieron, todos habían demostrado posiciones críticas al gobierno de 2018-2024. Muy pocos intelectuales han sido sus partidarios durante el periodo de análisis, y después de leer lo poco que escribieron al margen de sus artículos de opinión en periódicos, concluí que no merecían ser invitados pues, más que analistas, eran propagandistas del presidente y de sus ocurrencias.
AR: En su ensayo usted le otorga preeminencia al aspecto político, por encima del social e incluso del económico. ¿Por qué es así?
ORA: Le otorgo preeminencia a lo político porque es mi especialidad profesional. Otros autores escribieron sobre otros temas pues cada quien escogió lo que quiso, siempre y cuando respondieran de alguna forma a la pregunta planteada en el título del libro. Esta era la condición para participar.
AR: Usted inscribe la elevación de López Obrador al poder en procesos internacionales más amplios (Jacqueline Peschard habla en su texto de un declive global de la democracia), como la crisis socioeconómica provocada por el neoliberalismo, por un lado, y por otro el de la crisis de los partidos políticos y la representación. ¿Cómo ubica a México dentro de esos procesos más amplios?
ORA: En mi libro Democracia, participación y partidos, publicado por Orfila en 2016, puse énfasis en la crisis de los partidos tradicionales y en el surgimiento de otros nuevos o con otros nombres. Este era un fenómeno en curso tanto en Europa como en América Latina, y México no era una excepción. Se notaba ya, por esas fechas, el agotamiento de los partidos tradicionales. No fue una casualidad que un partido nuevo (Morena) tuviera el éxito electoral que le hemos conocido en los pocos años de vida que ha tenido.
Vale decir que ese éxito se debió también al carismático liderazgo de su fundador: el mismo López Obrador, pero también al hecho de que no se mostraba proclive al socialismo ni a la izquierda socialista, así como tampoco un claro partidario del capitalismo en su fase neoliberal, también en crisis en casi todo el mundo.
Me adelanto a señalar que sus simpatías por Cuba y, en cierto grado, por Venezuela, no tienen nada que ver con el socialismo pues éste no existe ni ha existido en país alguno. Tanto en Cuba como en Venezuela y Nicaragua quienes gobiernan no son socialistas, por mucho que se autodenominen así, ni tampoco son demócratas. Lo que ha existido, incluso en la Unión Soviética, ha sido y es una suerte de dictadura no del proletariado (que en el mejor de los casos sería una fase previa al socialismo), sino de la dirigencia de un partido y de su burocracia gubernamental. Simpatizar con esos países, pues, no califica como tendencia socialista ni como una ideología en ese sentido.
AR: Dice usted que el mandato de López Obrador fue por encima de la ley y que, más que gobernar, mandó. ¿Cómo se distingue, en ese sentido, “mandar” de “gobernar”?.
ORA: Primero, una aclaración: cuando digo “mandato”, me refiero al mandatario; es decir, la persona que recibe el encargo del mandante: el pueblo.
Mandar, fuera de este contexto, es un acto distanciado de cualquier forma de democracia. Gobernar, bien o mal, es lo que hace o debe hacer un gobernante. En el ejército, por ejemplo, se manda y se obedece (los ejércitos no son democráticos); en un país democrático se gobierna, se debate, se buscan consensos y se toman decisiones tomando en cuenta a su población (“mandar obedeciendo”, decían los zapatistas en los años 90 del siglo pasado). En la medida en que no se tome en cuenta a la población, por definición plural, se tiende a un gobierno autoritario, y de aquí a mandar hay una línea muy delgada.
AR: ¿Cuáles son los efectos sobre la democracia mexicana de algunos aspectos políticos del liderazgo de López Obrador: atizar la polarización, “personalismo arbitrario y rijoso, y su desprecio por las leyes y las instituciones vigentes”?
ORA: Una sociedad plural encierra distintos grados de polarización, pero cuando ésta es deliberada desde el poder, la intención es dividirla y enfrentar a unos contra otros. Donald Trump es un ejemplo evidente de enfrentar a los estadounidenses contra los inmigrantes, particularmente contra los mal llamados “latinos”.
En México lo que estamos viendo es un rechazo, incluso agresivo, de los pobres contra los ricos, curiosamente no contra los verdaderamente ricos sino contra los que han logrado superar sus ancestrales niveles de pobreza (las clases medias, por cierto también atacadas por López Obrador en sus discursos mientras se reunía y les daba negocios a los megamillonarios, algunos de los cuales en su sexenio incluso doblaron sus fortunas como nunca antes lo habían hecho).
AR: Sobre los tres gobiernos previos al de López Obrador, neoliberales y de derecha, dice usted que no colapsaron por tres factores: las remesas, las exportaciones petroleras y el crecimiento de la economía informal. Cuando menos dos de éstos tuvieron una notoria continuidad en el gobierno de la “transformación”. En ese sentido, ¿cambió el modelo neoliberal? El tabasqueño lo declaró abolido desde marzo de 2019.
ORA: Interesante pregunta. El modelo neoliberal cambió parcialmente; por ejemplo, en cierto ámbitos de la economía (el Banco de México, entre otros), las políticas de anteriores gobiernos no fueron modificadas sustancialmente (la tecnocracia siguió en ciertos círculos de decisión económica). En otros ámbitos, como el social, sólo se cambió de nombre al fomento del clientelismo electoral entre la población de menores recursos. El proyecto salinista de Solidaridad no fue muy diferente al de la ayuda “directa” a los pobres vía apoyos económicos, en lugar de impulsar empleos reales para la mayor parte de la población económicamente activa (la economía informal siguió creciendo a lo largo del sexenio). Quizá por estas razones algunos autores se han referido al gobierno de López Obrador como neoliberalismo populista.
AR: De la lectura de varios autores, como María Amparo Casar (“íbamos por la ruta correcta”) y Lorenzo Córdova, me queda la idea de que, pese a numerosos problemas, tropezones y taras, la democracia avanzaba en el país y que ahora ese proceso ha sido cortado. ¿Usted coincide con ello?
ORA: En lo fundamental sí coincido con ellos. Si se quiere un buen ejemplo, piénsese en la reforma al Poder Judicial, entre otras iniciativas de reformas constitucionales que López Obrador le impuso a Claudia Sheinbaum el 5 de febrero de 2024 y que ella hizo suyas. La división de poderes propia de una democracia moderna y consolidada quedó en el vacío. Mucho se ha escrito ya al respecto.
AR: Usted cita datos de Latinobarómetro de 2023 acerca de la escasa valoración que sobre la democracia tenían los mexicanos: apenas 35 por ciento la consideraban la mejor forma de gobierno. Sin embargo, en la encuesta de 2024 subió 14 puntos y ya son el 49 por ciento. ¿Cómo explicar ese aumento en el aprecio de la democracia en México mientras recorremos el camino hacia la autocracia?
ORA: Las encuestas, incluso las de Latinobarómetro, miden sensaciones. Salta a la vista que para muchos la democracia está asociada con los procesos electorales, por lo general omitiendo la que está implícita en las decisiones y en los estilos de gobernar. Su siguiente pregunta (que no la voy a cuestionar aquí) explica de manera directa lo que estoy diciendo: lo que usted dice de los intelectuales y académicos “que hasta reclaman su carácter ‘plebeyo’” son unos cuantos y un poco más si incluimos entre ellos a algunos encargados de la formación política de cuadros de Morena.
AR: Varios de los textos del libro, entre ellos el suyo, están enfocados en la concentración del poder que conduce a un régimen autoritario; sin embargo, éste ha sido justificada por la legitimidad democrática obtenida en las urnas no sólo por López Obrador sino por intelectuales y académicos que hasta reclaman su carácter “plebeyo”. ¿Qué ha tenido de democrático el movimiento de López Obrador?
ORA: ¿Qué tuvo de democrático el gobierno de López Obrador? Si quisiera ser cáustico, le diría que la opacidad en el gasto público (incluso por “razones de seguridad nacional”), en las empresas y prebendas asignadas a las fuerzas armadas, en la construcción del AIFA, la refinería Dos Bocas, el Tren Maya, en la satanización y otras formas de desacreditación de intelectuales críticos, en la investigación y juicio de narcotraficantes, en los aumentos alarmantes de homicidios y desapariciones, etcétera.
Ya sin causticidad, el libro se refiere al gobierno de López Obrador, no a su movimiento. Pero en ninguno de los dos casos, si hemos de ser precisos, encuentro actos democráticos, salvo quizá en los aumentos al salario mínimo, pese a que, si bien hubo consultas con los grandes capitalistas, no se hicieron con los micro y pequeños empresarios que han tenido dificultades económicas para sostenerse con dichos aumentos.
AR: Usted es autor de importantes libros sobre izquierdas y derechas en el mundo y en México. Se ha debatido sobre la posición ideológica del movimiento y del gobierno de López Obrador. Desde su perspectiva, ¿usted cómo los define?
ORA: La pregunta es muy amplia y la respuesta podría ser también extensa. Le respondo con otra pregunta y una breve reflexión: un gobierno de izquierda intenta disminuir las desigualdades sociales; si hace lo contrario, ¿es de izquierda?
Veamos algunos datos: el salario mínimo aumentó en el gobierno de López Obrador de $2 mil 650 pesos mensual a $7 mil 648. Alrededor de 12.5 millones de trabajadores ganan hasta un salario mínimo. En el mismo periodo los bancos ganaron más de un millón de millones de pesos, superando en 68 por ciento la ganancia que obtuvieron durante el periodo del neoliberal Peña Nieto (véase La Jornada del 5/11/24). Slim, por ejemplo, ganó durante el gobierno de López Obrador casi 35 mil millones de dólares; es decir, poco más de 700 mil millones de pesos (al tipo de cambio de 2024). La fortuna de Slim en el último año del neoliberal Peña Nieto era de un poco más de 67 mil millones de dólares; el año pasado se calculaba en casi 103 mil millones de dólares.
¿Disminuyeron las desigualdades en México o aumentaron? El coeficiente de Gini en México en 2022 era de 0.413 en ingresos laborales, y en el tercer trimestre de 2024 fue de 0.5017: es decir, mayor desigualdad.
AR: En su texto, Lorenzo Córdova dice que un “hilo de la dominación” ha permeado a la sociedad mexicana con una necesidad y propensión a ser guiada por gobiernos fuertes y personalistas. Le menciono otra encuesta, del Pew Research Center: entre 2017 y 2023 en México aumentó de 27 al 50 por ciento el respaldo al gobierno de un hombre fuerte. Esto, más los resultados electorales de 2024, ¿qué nos dice también de la sociedad mexicana respecto a la autocracia?
ORA: Nos dice que tanto Córdova como Pew Research tenían razón.
AR: ¿La autocracia ha terminado por vencer? Usted comenta que “el carácter autocrático del gobernante no fue total ni completo en todos los ámbitos de la vida nacional” por la resistencia que ofrecían la oposición, el Poder Judicial y órganos autónomos. Concluyó su ensayo un mes después de las elecciones federales de 2024. Con lo que ha ocurrido en el siguiente semestre, ¿la autocracia ha terminado por imponerse a la democracia, y, más aún, con respaldo popular?
ORA: Sí. Es claro para todos que la oposición se ha debilitado más allá de lo que creían sus dirigentes. El Poder Judicial está sujeto al gobierno federal y los órganos autónomos han desaparecido en buena medida. El respaldo popular de esta dinámica ha sido principalmente de quienes sienten que han sido beneficiados por el gobierno federal, aunque sólo hayan sido favorecidos por pequeñas cantidades dinero o por empleos coyunturales y precarios.
No pasemos por alto, sin embargo, que de poco más de 98 millones de ciudadanos de la lista nominal en actas computadas, Claudia Sheinbaum obtuvo en coalición casi 36 millones, por lo que alrededor de 62 millones no votaron por ella o se abstuvieron.
AR: Para finalizar, un asunto: la tolerancia, la pluralidad y la libertad de expresión. ¿Qué ocurrió al respecto con el gobierno de López Obrador? Lo pregunto, por una parte, por lo que en su ensayo cuenta Javier Flores sobre la censura que padeció en La Jornada porque “la casa juega” con el gobierno del tabasqueño. Por otra, recuerdo su carta de despedida del periodismo de opinión, que publicó en Facebook en junio de 2019, en donde usted expresó que, a diferencia de los cinco gobiernos anteriores, en el que entonces comenzaba “he sentido desde hace pocos meses que la libertad de expresión está en riesgo, no de desaparecer pero sí de ser ultrajada si lo dicho o escrito cuestiona las políticas y las decisiones del poder”.
Entonces añadió: “Además de las amenazas no muy veladas desde el poder, recibí una gigantesca ola de bots que automatizaron, en perfecta sincronía, respuestas a un artículo en Facebook que no gustó a los seguidores de Morena y de su principal líder. Yo no puedo contrarrestar ese tipo de agresiones, ni me atrae hacerlo”.
ORA: Suscribo lo dicho.
Ariel Ruiz Mondragón. Estudió Historia en la UNAM. Ha colaborado en diversas publicaciones políticas y culturales. En 2017 obtuvo el tercer lugar del Premio Alemán de Periodismo Walter Reuter. X: @lectorio2
Posted: February 20, 2025 at 9:30 pm