Eterna morada
José Kozer
Guadalupe
y
yo compartimos ayer un plato de calabaza
majada y pan de sartén,
gueshmak. Un rato
conversando (masticando)
del budismo, las variaciones
de Beethoven sobre el vals
de Anton Diabelli, pobre
Diabelli, viene Beethoven
arrollando, lo saca del olvido
para dejarlo hecho mondongo
compositor. Aquí callo. Y
recuerdo que dejé sobre
el escritorio varios libros
colocados al revés. El
hecho se presta al momento
histórico, mundo vuelto de
cabeza, gran teatro del
mundo la actualidad. Aquí
me detuve para contener
la marea (con mar de fondo)
de los pensamientos, no iba
a echarnos a perder el
almuerzo, humea todavía
el plato de puré, ¿otro
orujo? Unas piedras negras
provenientes del Mar del
Norte, un muro que padece
hace un siglo la enfermedad
de la piedra, musgo, pecios
descomponiéndose hace
un siglo, ortigas, un pájaro
milenario disfrazado de
pájaro (orín) la posibilidad
del tiempo más allá de sí,
y el caballero enfundado
en ropas negras, sombrero
de ala corta y dura, saca
(negro) el pañuelo, retazo
de moribundo, aquí corto.
Cortamos. Está bueno el
puré de calabaza, la sal
en su punto, crujiente el
pan chato de sartén a
base de aceite, sin
levadura, he ahí el
desierto de los judíos,
cuarenta días, años,
siglos, comiéndose un
cable. Señalados. No
los dejan quietos. Y
pasan por mi cabeza
(mastico) (otro vaso
de orujo al coleto: a
sorbos más llevadero)
los primeros versos del
Sutra. Del más breve.
Del que considero más
completo. Redondo.
Todo lo contiene. Cuestión
de atenerse, convertirlo en
agua de vida, edificio de
interioridad. Ayudo a
recoger la mesa. Dos
veces me lavo el rostro.
Me cepillo. Hago gárgaras.
Se me olvidó afeitarme
esta mañana. Las dos.
Oriento a Poniente la
cabeza. Otro día en que
ocurren tantas cosas sin
acontecimiento: eso y la
presencia de Guadalupe
qué buena estrella (Cástor)
(Pólux) (Vega, sobre todo)
día bonancible,
casa
eficaz.
Posted: April 21, 2012 at 12:48 am
¡Qué poema tan simple y hermoso!