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Examen de consciencia

Examen de consciencia

Jorge Iglesias

Autor: Alan Pauls,
Título: Historia del dinero,
Editorial: Anagrama,
Ciudad: Barcelona, 2013

En la era del understatement, de las oraciones cortas y del vocabulario sencillo, se suele desconfiar de la prosa laberíntica y de las palabras rebuscadas. Nuevamente se ha puesto de moda el minimalismo, aquel que tantos aprendieran de Hemingway y que Carver resucitara en tiempos del posmodernismo. Pensemos en narraciones como Bonsai (2006), de Alejandro Zambra, y El oficinista (2010), de Guillermo Saccomanno, ambas premiadas. Eso en cuanto al estilo; en lo tocante a la temática, ya no suele esperarse, en esta era de la globalización, un relato que indague cuestiones nacionales. Las novelas breves de César Aira y de Mario Bellatin parecen evitar dichas cuestiones, y se enfocan en lo disparatado (por ejemplo, una guerra entre gimnasios) o en lo lejano y/o exótico (como el jardín de una señora japonesa). El estilo barroco y la temática nacional parecen haberse convertido en tabúes. La última novela de Alan Pauls irrumpe con audacia y elegancia en estos territorios de los que tantos autores se mantienen alejados.

Con Historia del dinero, su séptima novela, Pauls completa la trilogía que inició con Historia del llanto (2007) y continuó con Historia del pelo (2010). Cada novela constituye un viaje a través de una consciencia carcomida por una manía. La primera gira en torno a un joven que no puede llorar; en la segunda, la obsesión es con el cabello; la última recorre la mente de un hombre cuyo destino siempre ha sido marcado por el capital en sus diversas formas. Los protagonistas de este tríptico se asemejan: son hombres, jóvenes, de clase media, a quienes les tocó vivir la tan compleja década de los setenta argentina. Pauls se aproxima a esta época turbia de la historia argentina de manera oblicua, sin caer en lugares comunes, y su prosa poética de oraciones extensas e imágenes que sorprenden envuelve al lector, lo transporta y lo coloca en el centro del alma atormentada de estos antihéroes. Se han trazado líneas desde Borges hasta Pauls, también desde Manuel Puig. Estilísticamente, es posible considerarlo además heredero de Cortázar y de Bioy Casares; su voz, inconfundible, combina la virtuosidad narrativa del primero con el humor y la ironía del segundo.

Es posible hablar de una obsesión “interna” en las dos primeras partes de la trilogía. El llanto, el pelo: lo que proviene, o no, de uno mismo. En Historia del dinero, el objeto de la obsesión es exterior, una fuerza que obedece a una serie de leyes propias y que “no es personal, no es una propiedad, no es de nadie”. El dinero es “un océano sin límites, puro horizonte”, y en ese océano flota la consciencia del protagonista. La narración no es lineal; el narrador nos lleva de aquí para allá en ese océano, nos trae siempre de vuelta al centro de la obsesión. El protagonista rememora la primera vez que vio a un muerto, un hombre que viajaba en helicóptero con una maleta de dinero que desapareció misteriosamente; recuerda a su padre, que buscaba multiplicar su capital en las mesas de juego; evoca episodios de la vida de su madre, derrochadora empedernida. Entre estos extremos, el protagonista de la novela busca cierto equilibrio, cierta redención. Como en las dos Historias anteriores, el núcleo de la narración es el remordimiento. El protagonista intenta exorcizar sus demonios, y Pauls nos hace partícipes del proceso, paseándonos por el intrincado mecanismo de este examen de conciencia.

Desde sus comienzos, Alan Pauls —a quien han elogiado figuras de la estatura de Ricardo Piglia y Roberto Bolaño— ha demostrado ser un excelente narrador de la obsesión. Recordemos al protagonista de El pudor del pornógrafo (1984, recién reeditada por Anagrama) con sus minuciosas cartas a su amada Úrsula, al novelista de Wasabi (1994) con su invencible quiste en el cuello, y a Rímini y Sofía, la inseparable pareja de El pasado (2003, Premio Herralde). Las Historias añaden unos cuantos personajes memorables a esta galería de atormentados. En Historia del dinero, la obsesión sobrepasa el límite del individuo; más allá de las circunstancias (la Argentina, los años setenta), el relato muestra el funcionamiento de la consciencia capitalista, alcanzando en el acto una universalidad mayor que la de las Historias precedentes. Acaso la parte más satisfactoria de la trilogía, Historia del dinero es un paradigma del genio de Alan Pauls, un texto que se lee con gran pavor y gran placer.


Posted: September 16, 2014 at 10:20 pm

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