Hablar rápido, hablar despacio
Ana García Bergua
Muchas series policiacas norteamericanas, al igual que las más recientes de corte político, suelen tener uno o varios personajes que entienden muy bien y de golpe todos los intríngulis de la trama que el espectador ha ido digiriendo a lo largo de muchos capítulos y a la hora de la hora apedrean a sus contrincantes con razonamientos dichos con gran convicción pero, sobre todo, a toda velocidad. Recuerdan, sin su genialidad, a las películas en las que la simpatiquísima Katharine Hepburn lanzaba parrafadas como dardos a un despistado Cary Grant o un enamorado Spencer Tracy. Siempre me quedo pensando en la enorme ventaja que es tener un guión escrito para hablar así, yo que dudo constantemente: a veces me persigue durante semanas el famoso esprit de l’escalier de los franceses, ese que nos atormenta con su “debí haber dicho esto, pude haber respondido lo otro” y el peor de todos: debí mantener la boca cerrada. Cuando pienso en los problemas que trae hablar con tanto impulso, me convenzo de que mi héroe es Bartleby, el taciturno burócrata de Hermann Melville con su lacónica respuesta para defenderse de cualquier orden o instrucción: I’d rather not, que se ha traducido como “preferiría no hacerlo”. Cómo se agradecería un staff que portara un letrero con las respuestas mejor pensadas para que las leyéramos con sus emociones correspondientes en determinados momentos, cuando las situaciones y las conversaciones ameritan palabras que hay que pensar bien, con todo y sus consecuencias. Gracias a ello, los detectives y los políticos de la televisión responden con esa celeridad genial, porque un guionista pasó toda la tarde en el escritorio pensando qué debían decir para que la trama avanzara. Debido a que no tenemos guionista personal ni intuición para las respuestas siempre adecuadas, la mayoría de los mortales no somos aptos para el complicado arte de la política; muchos políticos tampoco lo son, pero ese es otro asunto.
En el lado opuesto del verbo ametrallador tenemos, ya se lo imaginarán, a nuestro presidente actual, una de cuyas muy interesantes características es la de responder con gran morosidad a las preguntas de la prensa, dejando enormes espacios de silencio entre palabra y palabra cuando así lo desea. Que si él es así, que si lo hace a propósito, he leído que se especula, mientras veo que sus ojos se mueven de un lado a otro en aquellos silencios que la electrónica vuelve más silenciosos aún y me pregunto a dónde irá su pensamiento: ¿estará meditando en la respuesta o el mensaje que va a dar, eligiendo cuidadosamente cada palabra para que el esprti de l’escalier no lo atrape jamás?, ¿esperará quizá que, al pronunciar la palabra siguiente sus auditorio haya olvidado la anterior? ¿Escuchará durante esos espacios alguna tonadilla en su mente que lo lleve a lugares más agradables? En esta época de compulsión por los mensajes, las frases rápidas y el multitasking, es curioso y quizás encomiable que alguien se instale así en el tiempo, a contrapelo de nuestras luchas por domarlo y correr en su lomo: es como un Bartleby de las respuestas, sin letrero ni guionista. Todo lo contrario del presidente anterior, cuyo sexenio fue una larga actuación, por desgracia sangrienta, y cuya dependencia del chícharo susurrador de respuestas era bien conocida. También pienso: el que habla demasiado rápido quizá no espera respuesta; el que lo hace demasiado lento exige del interlocutor una atención similar a la de los niños, con el manejo del suspense o bien se saborea con gusto las palabras.
En el afamado Manual de Carreño figura un capítulo, “De las condiciones físicas de la conversación”, que dice al respecto del ritmo del habla: “Así la lentitud y la rapidez en la expresión, cuando se hacen habituales, son extremos igualmente viciosos y repugnantes. Pero conviene observar que, según es la naturaleza del asunto, y según el grado de interés que ha llegado a excitarse en los oyentes, así debe hablarse con mayor o menor pausa, o celeridad.” Verdad de Perogrullo: un chiste en cámara lenta perdería toda su gracia; la noticia de un fallecimiento, dicha a toda velocidad, añade golpes al golpe, y por algo se dice “no me hables golpeado”.
Las pausas, los silencios, son también palabras, a veces mucho más elocuentes, como en la música. Sabemos que la música se compone de sonidos y silencios; es decir que los silencios en la música cuentan tanto como las notas que escuchamos. Los silencios son el ritmo, la coherencia y la materia expresiva, al punto de que incluso John Cage compuso su famosa pieza 4’33”, compuesta de cuatro minutos y 33 segundos de silencio ejecutados por cualquier tipo de agrupación musical (yo la he escuchado con orquesta, por ejemplo, y es maravilloso ver a los músicos de frac siguiendo muy serios la muda partitura). En otro extremo, los raperos se acribillan a rítmicos palabrazos y se tienen que contestar unos a otros en torneos que los deben de dejar exhaustos: ¿improvisarán sus idas y venidas, sus respuestas, a esa velocidad, como los cantores de sones veracruzanos a la hora de componer décimas en el aire? Ahí la palabra no es rápida ni lenta, sino que se incorpora al ritmo de la música. Pero a diferencia del son jarocho que es una maravilla, el golpeteo del rap me aleja de sus palabras, cuesta entenderlas y asimilarlas, pero seguro es un problema generacional (no eres tú, rap, soy yo).
Hablar rápido, hablar pausado: en tren expresso o en metrobús que para en cada estación. Hay quien elige, simplemente, no contestar o contestar todo por escrito, gracias a nuestras modernas mensajerías. Debo confesar que en ciertos casos lo prefiero: le temo al malvado esprit de l’escalier que me tendrá barajando las frases que debí decir, esas que al escribir compongo y descompongo buscando el equilibrio y el peso de las palabras.
Ana García Bergua Es escritora y ha sido galardonada con el Premio de literatura Sor Juana Inés de la Cruz por su novela La bomba de San José. Ha publicado traducciones del francés y el inglés, y obras de novela y cuento, así como crónicas y reseñas en medios diversos.
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Posted: January 23, 2019 at 11:25 pm