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Iluminar el laberinto: A golpe de linterna. Más de 100 años de cuento mexicano, una antología de Liliana Pedroza

Iluminar el laberinto: A golpe de linterna. Más de 100 años de cuento mexicano, una antología de Liliana Pedroza

Elisa Corona Aguilar

En Historia secreta del cuento mexicano, la investigadora Liliana Pedroza se dio a la tarea obsesiva, apasionada, de nombrar a todas las cuentistas de México, todas aquellas que tuvieran un libro de cuentos muchas veces olvidado entre librerías, bibliotecas y bodegas de ediciones no distribuidas. Imagino a Liliana, mochila al hombro, linterna en mano, como audaz exploradora de los laberintos secretos de nuestras letras, desempolvando páginas, nombres e historias. Dicha labor requiere de lentitud y perseverancia; el resultado transforma tanto el pasado como el presente, replantea el canon, en este caso de la literatura mexicana, la cual, gran sorpresa, no es como nos la pintan: había mujeres escribiendo en México, muchísimas, retando a las tradiciones y a las normas sociales, rompiendo límites y estereotipos.  Y las sigue habiendo, firmes en la labor literaria, herederas de esa antorcha pasada entre manos a veces desconocidas, muchas veces solidarias.

A golpe de linterna. Más de 100 años de cuento mexicano es el triunfo de todas estas audaces escritoras de los últimos cien años y de la labor de la investigadora para traerlas a foco, a conversación. En este proyecto hermano de su Historia secreta del cuento mexicano, como lo llama Liliana, ella continúa con esta auténtica labor de búsqueda a profundidad. Este caleidoscopio de cuentos no se trata solo de una reedición o un recordatorio de las escritoras que ya conocemos y a veces olvidamos: es un diálogo entre generaciones que apuesta por la perspectiva de género, que ofrece variedad de registros y de temática, una reivindicación y también un replanteamiento de lo que es la literatura y por qué la concebimos de cierta forma, dentro de ciertos límites.

A golpe de linterna toma riesgos poco vistos en las antologías tradicionales; no solo descentraliza el panorama literario sino que además va más allá del mapa, más allá de las fronteras geográficas y del lenguaje. Es, en ese sentido, otra forma de saltar el muro, de romper con el mito que aprisiona la identidad mexicana en estrechos y anticuados conceptos. “¿En qué idiomas se escribe la literatura mexicana, en qué lugares?”, se pregunta la antologadora en esta selección que busca una identidad más amplia y verdadera. Así, la antología incluye autoras chicanas, también indígenas, con su original y su traducción. “Esto era una forma de enmendar el trabajo que faltó en el catálogo: incluir a las autoras en lenguas indígenas,” menciona Pedroza, donde agradece a las investigadoras especializadas en el tema que la apoyaron con esta labor y apuntaron en direcciones correctas para ir en busca de las escritoras, de teléfono en teléfono, de puerta en puerta.

A golpe de linterna es un encuentro y reencuentro, un recordatorio y un descubrimiento con verdadera perspectiva de género. Al volver presentes a las cientos de escritoras de las cuales surgió esta selección, el “no hay mujeres escritoras,” “no son en realidad muy buenas,” “no escribieron lo suficiente,” “no era su oficio principal,” se nos presenta como lo que es: una estratagema deliberada para negarles el lugar que les corresponde a las mujeres de letras, las que siempre han estado ahí, siempre realizando su oficio con rigor e insistencia. Nuestro presente literario sigue, con frecuencia y por desgracia, reincidiendo en estas estratagemas que niegan que lo que hay en las antologías comunes es en realidad una sobrerrepresentación de autores masculinos, una forma deliberada de silenciar a las escritoras y, de paso, un sesgo de calidad y temática hacia la masculinidad más estereotípica, monótona, normativa. “La invisibilización de las mujeres es una pérdida cultural,” menciona la escritora Gabriela Damián, una de las cuentistas incluida en la antología, y continua insistiendo en que esta labor de traer a la luz, a la superficie a todas estas escritoras es indispensable para que a las mujeres “dejen de considerarnos una curiosidad o una excepción.” En el caso de su cuento en la antología, Gabriela Damián menciona el tinte político que gusta de dar al género de ciencia ficción, lo cual nos habla una vez más de la variedad temática y estilística de la selección.  Gilda Salinas, confesando que gusta de escribir cuento tanto como de comerse un dulce, se aventura en la literatura lésbica, “porque es lo que conozco bien.” Gabriela Conde, en un registro que emula la inocencia de la infancia, aborda el tema de las brechas sociales. Gabriela Torres Cuerva se arriesga a hablar de la impunidad y la violencia en el cuento “Peregrina.” Lorel Manzano crea un pueblo de huérfanos vinculado en esta ficción con el tristemente famoso operativo Rápido y furioso. La multiplicidad de fondos y formas es vasta. La Revolución mexicana, el agrarismo, la migración (de hoy y de ayer), las luchas sociales, la cultura de las comunidades indígenas, la diversidad sexual: todos estos temas en múltiples claves y registros, en originales y traducciones, se vuelven un paisaje nunca antes visto. Observamos ahora desde los ojos de las autoras, invitándonos a cuestionar estereotipos y a ahondar en su visión como partícipes de la historia.

Mantenerse lejos de los reflectores, del ojo social que ausculta, menciona Pedroza, fue una desventaja convertida en reto por estas escritoras, pues “al no ser vistas tuvieron la libertad de escribir tomando riesgos”. Así, esta escritura nos invita también a nosotros a tomar riesgos como lectores y escritores, a explorar una antología donde, ¡oh, sorpresa! todas son mujeres, todas construyendo la tradición del cuento. Liliana Pedroza insiste en invitarnos a este, su viaje de rastreo y exploración, como uno más de los viajes posibles para transformar nuestras expectativas de la tradición literaria, no es un carpetazo final al tema sino una puerta, una particular estrategia para pasear en este laberinto de múltiples entradas donde todas tejemos nuestro propio hilo de Ariadna.

Escritoras que tuvieron que firmar con un seudónimo masculino, que escribieron en una segunda lengua debido a su contexto geográfico, histórico, que encontraron formas de sortear y capotear la opresión de un sistema que trató de silenciarlas sin lograrlo. Ahí están sus libros, aquí, en esta antología, están sus cuentos, su legado para la literatura mexicana pero también universal, más allá de las fronteras.

 

Elisa Corona Aguilar (México, 1981) hizo la licenciatura en Letras Inglesas en la UNAM, la maestría en escritura creativa en New York University y ahora estudia el doctorado en música en la misma institución. Ganó el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos en 2008 y el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz 2013. Ha publicado los libros Amigo o enemigo (Tierra Adentro, México, 2008), Fábulas del edificio de enfrente (Textofilia, México, 2011) Niños, niggers, muggles: sobre literatura infantil y censura (Deleátur, México, 2012) El desfile circular (CEAPE, 2013) y El Doctor Vértigo y las tentaciones del desequilibrio (La Cifra, México, 2017).  

 

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Posted: October 24, 2020 at 8:43 pm

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