La escritura en tiempos de ladys

La vida sexual de PJ Harvey, de Ilallalí Hernández y Juan Carlos Hidalgo, BUAP, México, 2014.

Si la escritura es como ganarse la rifa de un tigre, hacerlo a cuatro manos debe ser entrar a una jaula llena de gatos rabiosos. Mailer consideraba el oficio de novelista como “un trabajo de perros”. Ahora que si el trabajo es de dos, la cosa no pinta nada bien. Quizá por eso los resultados a cuatro manos no son muy frecuentes.

Sin embargo, esta última seña siempre pasa a segundo término. Los autores generalmente siempre suelen decir que todo el proceso fue una gozada, que se divirtieron como enanos y que, incluso, lo volverían a hacer. Si los autores dicen eso, significa todo lo contrario: están hasta la madre de su compañero y nunca lo volverán a hacer.

En varias etapas de mi vida tuve al menos tres ofrecimientos para una novela a cuatro manos. Las tres veces he aceptado por educación pero menos mal que nunca prosperaron.

Conozco a Juan Carlos Hidalgo desde hace años. Antes de conocerlo en persona lo leí fervientemente en las páginas de La Mosca y en el suplemento El Ángel, de Reforma. Al leer sus artículos (en casi todos trata de trazar un vínculo entre la literatura y la música) siempre lo imaginé como un tipo sin máscaras, auténtico. Y así fue.

En El amor es un perro del infierno, Charles Bukowsky recomienda pensar muy bien antes de entregarnos a la escritura: “a menos que salga de tu alma como un cohete/ a menos que seguirla condujera a la locura o suicidio o asesinato,/ no lo hagas./ A menos que el sol dentro de ti esté
quemando tus intestinos,/ no lo hagas. Cuando es realmente tiempo, y si vos has sido elegido,/ eso lo hará por sí mismo y  eso seguirá haciendo eso hasta que te mueras o eso muera en vos./ No hay otra manera./ Y nunca la hubo.”

Hidalgo es un tipo entregado en cuerpo y alma a la escritura: coordina la colección Rock para leer, de la revistaMarvin, donde es editor incansable; ha publicado al menos cuatro plaquettes de poesía, una novela (Rutas para entrar y salir del nirvana, Pachuco Press, Marvin y Combo, 2012), un puñado de cuentos regados en seis antologías, así como infinidad de artículos sobre arte, música y literatura.

Todo lo hace desde su pequeño cubil ubicado en Pachuca, Hidalgo. Su hogar es un espacio apacible lleno de libros, obra plástica y discos. Hasta parece más una tienda que la casa de un matrimonio. Ahí, todos los días, Juan Carlos arremete contra la página en blanco.

Apenas el año pasado, en una charla, me confesó que su interés no son los reflectores, el mainstream o las alfombras rojas. “Mi compromiso está con la página en blanco. No con el canon, ni la fama”, sentenció. Hidalgo entiende muy bien las enseñanzas de Bukowski: “si lo estás haciendo por dinero o fama/ no lo hagas”.

La vida sexual de PJ Harvey es un libro cuyo primer acierto es el título. Durante su lectura, que incluyó varios lugares públicos, al menos tres personas me preguntaron de qué iba esta novela. La palabra “sexual”, como se imaginarán, resultó un imán.

Sin embargo, para infortunio de quienes imaginan erotismo a borbotones, esta novela es una reflexión sobre el papel de la mujer en las diversiones nocturnas. Al igual que en la canción Poco de sangre roja, de Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, esta novela juega con el recurso narrativo de zurcir en círculo una historia. Incluso, el elemento del auto citado por Rock y compañía está presente en esta obra del hidalguense. Un guiño noventero que varios sabrán disfrutar.

Y es que Juan Carlos, quien edifica un personaje femenino notablemente tridimensional, ofrece una retrospectiva de la vida noventera, cuando lo más trágico que podía pasarle a una fiesta era quedarse sin alcohol, sin dinero o sin droga.

PJ es una niña fresa (un término cuyo sinónimo actual sería, una lady) que entra en una crisis existencial, tan común en la era de los 90 pero que en los tiempos del smartphone se rellena con redes sociales y banalidad. La protagonista intenta cambiar de vida, destaparse y destramparse.

Desde ese contexto, diserta sobre el machismo, sobre el derecho a elegir, sobre la misoginia, pero sobre todo, La vida sexual de PJ Harvey es una novela sobre la libertad. Un texto necesario, en estos tiempos en que la libertad es muy mentada, pero que se practica relativamente poco.

Me agrada encontrarme libros como La vida sexual de PJ Harvey porque al ser ediciones de Estado, su distribución podría ser infame y muchos lectores potenciales podrían perderse los finos gustos musicales de Pe Jota y compañía. Brindemos pues, porque Juan Carlos siga escribiendo nomás por el gusto de ser preso de esa maldición de la que Paz se consideraba preso: la de escribir.

Paul Medrano es autor de Deudas de fuego (Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes, 2013) y colaborador de Literal. Su Twitter es @balapodrida

Posted: April 20, 2015 at 11:38 am