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“LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR”, EL MILAGRO DE VIVIR A TRAVÉS DE UN ESCRITOR GENIAL

“LA LEYENDA DEL SANTO BEBEDOR”, EL MILAGRO DE VIVIR A TRAVÉS DE UN ESCRITOR GENIAL

ÓSCAR BAAMONDE

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Joseph Roth: La leyenda del santo bebedor, Editorial Acantilado, Barcelona, 2024, 104 pp.

En el ya pasado 2024, la editorial Acantilado recuperó la fantástica novela corta del escritor austríaco, Joseph Roth, en una nueva edición con la traducción de Roberto Bravo de la Varga. Una fábula ligera, tragicómica, dotada de un potente simbolismo, sazonada con dosis de ironía y con vocación claramente autobiográfica, premonitoria, que toma corpus de testamento literario del autor judío. Un terreno fértil, pues no dejan de surgir nuevas lecturas e interpretaciones que le otorgan vigencia hasta día de hoy, donde el autor retrata los últimos días de su vida entre alcohol, deudas y leyendas, esas que —afirman algunos expertos sobre la biografía del escritor— relataba al calor de un bar en la ciudad de la luz, que fue recipiente para su último manuscrito. Un París que lo inspiraba, de ella decía que era “expresión europea del judaísmo universal” (p. 90), como se nos cuenta en el delicioso postfacio, que acompaña esta edición, a cargo de Berta Ares Yáñez. La investigadora ya expande el universo de la obra en su ensayo <<La leyenda del santo bebedor>>, legado y testamento de Joseph Roth’, editado también por Acantilado y que, de manera más comprimida, rescata a modo de epílogo en esta edición para profundizar en algunos aspectos del libro y subrayar aquellos símbolos, motivos literarios o metáforas que han consolidado a esta obra maestra.

La historia, bajo la apariencia del cuento fantástico, de mirada ingenua y corte fabulístico, nos sitúa en la vida de un refugiado polaco silesio, alcoholizado, que no tiene papeles y vara sin destino por los bajos fondos del París de 1934. En este contexto realmente descarnado y lejos de cualquier plano idílico, se cuenta las peripecias del protagonista, Andreas Kartak, después de tener un encuentro bajo los puentes del Sena con un señor misterioso, convertido al cristianismo tras fascinarse con la vida de Santa Teresita de Lisieux, que le da doscientos francos y, tan sólo, le pide a cambio saldar la deuda devolviendo dicha cantidad a la capilla de Sainte-Marie des Batignolles en la que rinden culto a dicha santa. Este encuentro inesperado sólo será el principio de una serie de sucesos que bien podrían ser calificados como “milagrosos”.

La novela compone un viaje emotivo y desgarrador que transita caminos de culpa y redención. Esto se muestra en los sucesivos intentos que hace Andreas para devolver el dinero, pues como recalca en varias ocasiones a lo largo de la obra él es un hombre de honor, algo que parece como si el propio Andreas se lo estuviera repitiendo a sí mismo frente a un espejo intentando autoconvencerse o bien, una forma irónica del personaje para aludir a esa culpa que siente y su pasado; en todo esto,  los continuos encuentros, sucesos y casualidades que se van interponiendo en el camino espiritual del protagonista por saldar su deuda con la santa en un acto de buena fe van estableciendo un viaje tormentoso, decadente, fatalista, y los sentimientos de culpa, vulnerabilidad y amargura existencial emergen en la figura del antihéroe, Andreas, como una losa imposible de levantar, tiñendo la ciudad de una negritud y suciedad que casi se puede oler.

Hay cierto lirismo y algo de rima poética en el camino que atraviesan ficción y realidad en esta obra, desde que empezó a escribirla J. Roth hasta su publicación final. La primera edición tuvo lugar a finales de 1939 en Ámsterdam, a cargo de la editorial Allert de Lange, la cual publicaba a escritores del exilio alemán. A las órdenes estaba Walter Landauer y como editor principal, Hermann Kesten. Después de que Países Bajos fuera ocupada por los alemanes, en mayo de 1940, todo el material y archivo de la editorial fue robado por los nazis. Sólo Kesten pudo escaparse, Landauer no corrió la misma suerte, en su huida desde Francia hacia Estados Unidos en la primavera de 1940. Y con él, se salvó por suerte gran parte del archivo de la editorial. Podemos conocer estos y otros detalles interesantes gracias al postfacio, que se comentaba anteriormente, de la investigadora Berta Ares, una estudiosa de la obra y vida del autor nacido en 1894 en Brody. Al igual que pasaba en la realidad, Joseph Roth también intentó reflejar esa “huida” del terror del fascismo y los horrores de la realidad —su amigo el escritor Stefan Zweig se suicidó junto a su esposa convencidos de que el nazismo acabaría llegando a todos los rincones del mundo—. Los milagros que invaden la miserable cotidianidad del protagonista no son otra cosa que un reflejo de las pulsiones más íntimas del autor por transformar una realidad penosa y triste.

La fascinación que produce esta novela bien se puede hallar en su estilo simple, conciso, lacónico, no se echa en falta ni una palabra ni una coma de más. La pulcritud en su prosa tan lúcida, tan precisa consigue que el libro se sienta tan moderno y fresco como el primer día. Su apariencia de “cuento ruso de iluminación tolstoiana” (p. 77) o de fábula, no podríamos decir infantil por los vagabundos, prostitutas, etc; no debe confundir al lector pensando que se trata de un libro simple, superficial, pues se trata de una novela que esconde una importante carga simbólica religiosa, si bien uno no es un devoto religioso no será necesario para disfrutar de esta obra; además, de una fuerza alegórica, que se entiende en el vasto conocimiento de las lenguas y las tradiciones que poseía el escritor y que imprime al libro.

Óscar Baamonde. Periodista freelance | Escribo sobre cine y música en @mondo_sonoro| Opino y hablo sobre libros en @prazapublica @Gconfidencial

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Posted: February 16, 2025 at 8:45 pm

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