La música del fin del mundo en una ciudad fantasma
Mónica Maristain
• Plascencia Ñol, León: La música del fin del mundo (Salto de página, 2020).
¿Por qué nunca regresa a México?, le preguntaron una vez a Bolaño. A veces respondía que no regresaba porque se iba a morir.
“Y yo estaba en una ciudad que me fue carcomiendo”, dice León de Buenos Aires.
Si alguien me preguntara que cuándo regresaré a Buenos Aires, contestaré que esa es una ciudad que me estaba carcomiendo.
A veces pienso en regresar a Concepción del Uruguay, tener una casita cerca del río, donde me coman los mosquitos en verano y en invierno tenga que ir a buscar leña para la chimenea. ¿Pero Buenos Aires?
Este libro escrito como un diario, donde hablan de la sudestada como si fuera una sorpresa en una ciudad llena de sorpresas y melancolía (algo parecido pasa con México, cuando llueve inesperadamente, estás en el medio de la calle, sin paraguas, sin impermeables, merced de las gotas…), se levanta como un objeto bello y tétrico.
“Buenos Aires me parece otra, lejana, inmersa en una impostura. O quizá soy yo proyectando lo que me pasa. Camino horas, de un lado a otro de la calle, mientras el sudor me escurre. Las marquesinas anuncian las obras de teatro que no veré, los estrenos que pasarán de largo por mi vida”, dice el artista mientras evoca su oficio, como un militante de las tareas y nos va despachando con conocimientos que a veces nos divierten un poquito. ¿Marta Minujin con Guillermo Kuitca? ¿Admitiría Fuzzaro una discusión con Avelina Lésper? ¿Papeles de arroz y tinta china para dibujar una ciudad fantasma?
La música de fin del mundo, editada por Salto de Página, es una novela sobre sexo. Esa relación entre dos personas que acostumbra a una melancolía y a una intimidad absolutamente irreemplazables. Con toda esta tendencia de corrección política ya no se habla del sexo. Ni siquiera existe más la colección La sonrisa vertical, de Tusquets.
Los novelistas hombres hablan de las mujeres como si fueran unos maniquíes que no hablan ni sienten, hasta que llega esta historia donde Hye dice: Acuéstate conmigo, Fuzzaro. Acuéstate, no seas malo. Y ella, que es como una grulla, es cómplice sexual de Fuzzaro y juntos exploran casi todas las variantes de cómo amarse.
¿Alguien ha olvidado que entre un hombre y una mujer, entre una mujer y una mujer, entre un hombre y un hombre, existe ese cielo indominado que se llama sexo? ¿Y hay una pregunta acerca del amor que se integra y se entiende cuanto más comprensión sexual hay entre los amantes?
“Buenos Aires nocturna tiene la mirada de una matrona que cuida a sus pupilas, pero también la de una chica despistada que nunca será mayor de edad. Vamos en el auto, despacio, por Once. Vagabundeamos por las cercanías del tren y la Plaza Miserere. Queremos contratar dos putas dominicanas. Una negra y una mulata. Giramos por diversas calles de los alrededores buscando a las chicas mientras la policía da sus rondines para cobrar sus comisiones a los putos, a los travestis, a las mujeres. En algunas puertas entornadas se puede ver a los chilos que cuidan su mercancía. Desde Peatonal de las Almas sale una mujer y se acerca al auto. Le decimos que queremos dos mujeres con ciertas características y ella regresa a su lugar, habla con otras y viene con dos. ¿Estas te gustan, chico? ¿Son como la que tú quiere?
Miro Hye y ella asiente.”.
Es un libro por donde transita como un Dios sin creyentes el insomnio, ese infierno que vive Fuzzaro y por el que no podemos hacer nada: “El insomnio. La sensación de estar envuelto en una gasa transparente y ver todo con una veladura en los ojos. Gran parte de mi vida ha transcurrido en camas que se vuelven lugares de tortura porque el insomnio no me deja descansar y hace que me muera obsesivamente. Cuando hay alguna mujer a mi lado la sensación de estar fuera de lugar es peor porque no quiero despertarla con los movimientos, con mi ansiedad, con mi sueño de dormir, y termino por levantarme a hurtadillas, silencioso, en mi casa o la casa de alguien y me refugio en otra habitación, viendo películas y series durante horas o navegando por internet sin cesar”.
Es una novela sobre música y a este poeta del que hablo me dan ganas de decirle que tengo un libro construido sobre “Straight no chaser”, que todavía recuerdo la portada de ese disco con un Thelonious acostado y la brújula y los instrumentos interiores del piano.
“¡Qué tiene ese señor llamado Thelonious Monk que cuando toca parece que todo tiene el brillo de la despedida?”, dice Fuzzaro que ya es un fantasma en la ciudad fantasma.
Quisiera guardar este libro para siempre, como esos objetos del surrealismo francés, donde cada renglón me recuerda a una cosa que quiero decir. También guardarla de cierto prosaismo y dejarla en una caja fuerte como si fuera una joya incunable, porque después de todo es una novela sobre el desamor, donde el sexo, la complicidad, derivan en lágrimas sentado en una plaza frente a un museo de arte contemporáneo.
“No quiero que vengas, Fuzzaro. No ahora. O si vienes no quiero verte, no ahora”. No es un spoiler porque la novela otra vez empieza a leerse, como ese círculo terrible que es el amor (y el desamor) por el que León Plascencia Ñol ha escrito este libro maravilloso.
Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidad. El hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.
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Posted: March 18, 2020 at 9:31 pm