Essay
Lo que irrumpió en mi casa
COLUMN/COLUMNA

Lo que irrumpió en mi casa

Socorro Venegas

Sucedió al sexto día de estar confinada, enferma de Covid. Unos ojos distintos entraron en mi casa. Otra presencia, y no fue la del virus. Es como si el presente se hubiera intensificado, difuminando la obsesión con el futuro y sus cargamentos.

Por la mañana abrí todas las ventanas para ventilar, pues mi hijo volvería de su viaje de fin de cursos y pasaría a recoger una muda de ropa para irse a Cuernavaca, un itinerario como medida preventiva para no contagiarlo. Con el optimismo de haber pasado la noche sin fiebre, me metí a la regadera. Estaba saliendo cuando escuché en el patio la batalla de los pájaros.

Una criatura alada puede ser una cosa muy salvaje, pensé escuchando los chillidos, los aleteos y adivinando los picotazos. De pronto un golpe pareció zanjar la disputa. Un poco después algo corrió frente a la puerta cerrada del baño. Mi mirada siguió la trayectoria invisible. Pensé que la ardilla que todas las mañanas viene a morder el rosal y se asoma, provocadora, por la ventana entornada, finalmente se había metido, confundida y agradecida quizás por la invitación que suponía encontrar las ventanas más abiertas que nunca.

Agucé el oído pero ya no escuché nada. Cuando salí anduve fijándome en cada rincón, aplaudí para ver si el ruido hacía salir al imprevisto visitante. Nada. O nadie.

Más tarde me hice un té de jengibre, me senté en la sala y cuando estaba a punto de beberlo se alzó frente a mí el pájaro. Había estado escondido en el lugar más verde y vivo de la casa. Desplegó sus alas, emergiendo de la maceta del filodendro, y chocó contra el techo. El golpe lo derribó al pobre. Cayó dentro de un paraguas descompuesto que tenemos arrinconado. Dejé mi taza de té y fui a ver. Sus ojos nerviosos me escrutaron. No era pequeño. Un ave común y corriente, de las que revolotean a diario por la ciudad, de las que se fijan sobre los cables, una gama de grises y un pico amarillo. Sentí su miedo. Su pregunta.

Había caído en el lugar perfecto, una especie de bolsa abierta, como si lo esperara. Comencé a unir las puntas del paraguas, una boca de muchos ángulos que había que cerrar para sacarlo al patio. En cuanto sintió mis movimientos se puso a piar desesperado. Le dije entonces: “No tengas miedo”. Dejó de agitarse, pero a mí me sobresaltó escucharme, se me borró la sonrisa de la cara pues llevaba días sin hablar y no sabía que estaba tan ronca. Días en los que me había costado dejar de contestar correos y mensajes del trabajo, esas cosas que sentimos impostergables. Seguí hablándole para consolarlo. Esto era ser útil de otro modo. Serle útil a la vida.

Mientras sostuve la sombrilla cerrada como una bolsa grandota para llevarla al patio, registré el peso, el roce de ese cuerpo emplumado, su tensa inmovilidad. Un corazón desbocado y unas alas. ¿Cómo puede sopesarse el vuelo quieto, contenido, de un pájaro?

Ya afuera resultó curioso tener que abrir un paraguas al revés; solo así podía devolverle al cielo lo que había perdido.

Algo en este encuentro fortuito con un ave extraviada me hizo recordar a Anne Carson, su poesía citada por Agustín Fernández Mallo en su Libro de todos los amores:

“Puedes pasarte el día mirando estas formas verdaderas y no ver el pájaro”.

Son verdad la urgencia del mundo y sus infinitas tareas. El pájaro también. Una verdad mucho más hermosa. Tal vez sea la mayor enseñanza que este tiempo raro me ha prodigado.

*Foto de Tim Nelson

 

Socorro Venegas es escritora y editora. Ha publicado el libro de cuentos La memoria donde ardía (Páginas de Espuma, 2019),  las novelas Vestido de novia (Tusquets, 2014) y La noche será negra y blanca (Era, 2009); los libros de cuentos Todas las islas (UABJO, 2003), La muerte más blanca (ICM, 2000) y La risa de las azucenas(Fondo Editorial Tierra Adentro, 1997 y 2002).  Ha recibido el Premio Nacional de Cuento “Benemérito de América”, Premio Nacional de Novela Ópera Prima “Carlos Fuentes”, Premio al Fomento de la Lectura de la Feria del Libro de León.  Es directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM. Su Twitter es @SocorroVenegas

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Posted: July 28, 2022 at 10:35 pm

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