Prisoner of Tehran, by Marina Nemat
Martha Bátiz Zuk
Marina Nemat: Prisoner of Tehran,
Simon and Schuster,
New York, 2007.
El libro Prisoner of Tehran acaba de salir a la venta simultáneamente en Canadá (editorial Penguin), Estados Unidos (Simon and Schuster) e Inglaterra (John Murray). Los derechos de publicación se han vendido a diecisiete países en total, y aparecerán versiones en casi igual número de idiomas alrededor del mundo. Espasa Calpe tendrá lista la edición en español a finales de este verano. Prisoner of Tehran es un libro autobiográfico en el que Nemat narra su infancia y adolescencia en Teherán, la forma en que vivió la revolución islámica que derrocó al Shah e instauró en el poder al Ayatollah Khomeini, así como su arresto y encarcelamiento en la prisión de Evín, la más temida de aquella nación.
Marina tenía dieciséis años cuando la llevaron presa. La mayor parte de sus compañeras de encierro tenían su misma edad. Ella fue de las pocas afortunadas que vivieron para contar lo que sucedía (y sigue sucediendo) en Evín. Sin embargo, tuvieron que pasar dieciocho años desde su liberación para que pudiera por fin romper el silencio e iniciar la lucha que ahora emprende, para dirigir la mirada del mundo hacia las atrocidades que comete el régimen fundamentalista musulmán de su país.
Marina Nemat pertenece a la minoría católica que vivía en Teherán en tiempos del Shah. Sus abuelos, nacidos en Rusia, llegaron para trabajar en la construcción de uno de los palacios reales de Teherán a principios del siglo XX. Estaban ahí cuando surgió la revolución bolchevique, y decidieron quedarse para escapar del comunismo. La infancia de Marina transcurrió entre la vida en Te herán y los veranos en su cabaña a orillas del Mar Caspio. Los capítulos que hablan de este periodo ofrecen un descanso de la tensión que se crea en las páginas dedicadas a Evín.
Cuando sobrevino la revolución islámica que instauró a Khomeini en el poder, el régimen fundamentalista colocó en las escuelas públicas, como maestros, a oficiales extremistas islámicos. Sin quererlo, inició una huelga entre los estudiantes. Esto le valió que su nombre fuera incluido en una lista de rebeldes considerados peligrosos. Pocos días más tarde fue arrestada.
Marina ha sido una de mis mejores amigas desde que llegué a vivir a Toronto. Cuando me contó su historia por primera vez, la ecuanimidad con que lo narró me dejó sin aliento: sus muñecas eran tan delgadas que se le salían las esposas, entonces le pusieron ambas en una sola, cortándole la circulación; la torturaron; vio morir a sus amigas y a mucha gente querida. Su interrogador se enamoró de ella, la forzó a convertirse al Islam y a casarse con él. De negarse, sus padres y su novio de aquel entonces, André —que ahora es su marido— pagarían con la vida. Marina no tuvo opción. Todo lo narra en el libro detalladamente, y lo más admirable es que lo hace sin odio. Si algo aprendió en prisión, dice, es que nadie es totalmente malo, ni siquiera el hombre que estuvo presente mientras le destrozaban los pies a latigazos y la forzó a casarse con él, porque después fue quien, paradójicamente, le salvó la vida.
Para quienes vivimos en países donde la persecución política no llega a los extremos que persisten bajo los sistemas fundamentalistas musulmanes, es difícil comprender un mundo donde resulta aceptable matar a una mujer a golpes por mostrar un mechón de cabello mal acomodado bajo el hijab, por ejemplo. Prisoner of Tehran fue escrito porque Evín sigue funcionando, porque en Irán —es bien sabido— se siguen cometiendo abusos y actos criminales y porque Marina ya no podía dormir bajo la presión de tanto silencio acumulado, de tantos nombres que ya no se pronuncian.
Durante cuatro años, se forzó a enfrentar recuerdos dolorosos para construir una historia no sólo legible sino de alta calidad literaria. Marina, además de ser una sobreviviente, es una escritora talentosa. Su prosa es impecable, las imágenes que usa contundentes y conmovedoras. Su libro se lee con agilidad, los tiempos narrativos están muy bien conjugados: los días de sol junto al mar Caspio se alternan con habilidad con los episodios en prisión. Impresiona el contraste entre la vida durante el régimen del Shah, y tras la llegada de Khomeini.
Este libro está dedicado de manera especial a Zahra Kazemi, periodista iraní-canadiense quefue asesinada en Evín hace tres años. La apresaron por tomar fotografías cerca de ahí. Hubo un escándalo entre los gobiernos iraní y canadiense a causa de aquel arresto. Cuando Kazemi murió, la cobertura de los medios fue inmensa. El reporte del forense del Canadá fue devastador: fue violada y golpeada salvajemente; le faltaban tres uñas de las manos.
En Latinoamérica en general tenemos muy poco contacto con lo que sucede en el Medio Oriente. Prisoner of Tehran invita a asomarse hacia la intimidad de un entorno para nosotros ajeno, difícil de imaginar. La historia es tan interesante y bien escrita, que atrapa desde las primeras líneas.
Posted: April 10, 2012 at 5:55 pm