Current Events
¿Qué fue del nacionalismo?

¿Qué fue del nacionalismo?

José Antonio Aguilar Rivera

AMLO compra tiempo para negociar y evaluar los costos potenciales de un conflicto con Estados Unidos y Canadá. Después de todo, una vez instalado en la silla presidencial estuvo dispuesto a ceder prácticamente todo para salvar el TLC. En segundo lugar, la capacidad movilizadora de la vieja bandera nacionalista es incierta. No ha habido una política estatal anti norteamericana significativa en más de 30 años.

 

En 2016 el entonces presidente Peña Nieto convocó involuntariamente al nacionalismo mexicano. En el periodo posrevolucionario los presidentes a menudo echaron mano del nacionalismo para enfrentar a los Estados Unidos. Lo hizo Lázaro Cárdenas para concitar el apoyo popular a favor de la expropiación petrolera y también lo hizo, muchos años después, Miguel de la Madrid durante el conflicto con la DEA causado por el asesinato del agente Camarena. El nacionalismo fue una útil herramienta discursiva y de movilización. Lo extraño del episodio de Peña Nieto fue que éste no fue instrumentalizado por la presidencia: fue una reacción en contra de una acción del gobierno, en este caso la invitación a Donald Trump a Los Pinos. La ola de rechazo a esa iniciativa diplomática fue enorme entre todos los sectores del país. Parecía que el nacionalismo, herramienta retórica y de movilización, escapaba del control del gobierno. Sin embargo, pocos años después Andrés Manuel López Obrador, ya como presidente, se declaró amigo del  mismísimo personaje que no se cansaba de ofender a los mexicanos y no hubo una reacción de indignación de semejante magnitud. Trump chantajeó exitosamente a México para no cancelar el Tratado de Libre Comercio. No hubo clamor por esa claudicación: el nacionalismo anti imperialista, que tantos réditos dio en el pasado, brilló por su ausencia. La popularidad del presidente mexicano pareció ser más poderosa que el reflejo nacionalista. Por ello, una de las preguntas más intrigantes en el México de la tercera década del siglo XXI es: ¿qué fue del nacionalismo posrevolucionario, en  particular en su versión anti norteamericana? La respuesta es un misterio.

Hay evidencias de extrema volatilidad en la opinión pública. Por ejemplo, hace cincos años el proyecto demoscópico “México, las Américas y el Mundo” reportaba que “en octubre de 2016, 49% del público decía sentir confianza en Estados Unidos, pero en marzo de 2017, la tendencia cambió radicalmente: 84% sentía desconfianza. De igual manera, el desprecio aumentó drásticamente: de 11% en octubre de 2016 a 57% en marzo de 2017”.[1] El inicio del sexenio actual le  presentó a los mexicanos una peculiar paradoja: el actual presidente, en lugar de responder reactivamente a la hostilidad del presidente Trump hacia México, decidió seguir un camino de apaciguamiento y cordialidad que en otro personaje habría sido considerado indigno y hasta antipatriótico. Entre nacionalismo antinorteamericano y popularidad presidencial la mayoría de la opinión optó por lo segundo. ¿Disonancia cognitiva? Mientras que opinadores y políticos se rasgaron las vestiduras por la imprudente invitación de Peña Nieto al candidato, la subordinación del país al chantaje del presidente Trump no provocó una reacción nacionalista. Si el nacionalismo parecía haberse independizado del control gubernamental, López Obrador demuestra que todavía puede, al menos, contenerlo. Cuando Carlos Salinas reformuló el interés nacional mexicano para adecuarlo a la alianza estratégica norteamericana se produjo una reacción ideológica nacionalista. Los libros de texto del salinato fueron atacados como pronorteamericanos y la política exterior fue calificada de entreguista. López Obrador no ha sufrido un destino semejante después de haber puesto a las fuerzas armadas mexicanas al servicio de la política migratoria de los Estados Unidos. Una cuestión distinta es si AMLO es capaz de desplegar el nacionalismo de manera proactiva, como lo hicieron sus predecesores del periodo posrevolucionario. ¿Puede arroparse en la bandera y despertar así a los demonios anti norteamericanos? La estrategia reciente del gobierno depende de la credibilidad de esa amenaza. Frente a la activación del mecanismo de consulta del TMEC por las evidentes violaciones de México al capítulo energético del tratado López Obrador parece haber recordado el viejo guión antinorteamericano. Tacha frívola e irresponsablemente a sus críticos de traidores. De ahí que anunciara que daría respuesta a esas acciones durante el desfile patriótico del 16 de septiembre. El mensaje parecería obvio: el presidente echará mano del nacionalismo antinorteamericano convenientemente guardado en las bodegas de Palacio Nacional. Con todo, la respuesta podría ser menos evidente. Por un lado, AMLO compra tiempo para negociar y evaluar los costos potenciales de un conflicto con Estados Unidos y Canadá. Después de todo, una vez instalado en la silla presidencial estuvo dispuesto a ceder prácticamente todo para salvar el TLC. En segundo lugar, la capacidad movilizadora de la vieja bandera nacionalista es incierta. No ha habido una política estatal anti norteamericana significativa en más de 30 años. Retórica aparte, es posible que el mismo gobierno se pregunte si ese viejo fusil aún dispara. López Obrador quiere hacer creer a propios y extraños que el reflejo nacionalista –y su capacidad de movilización— permanecen intactos y que está dispuesto a activarlos de ser necesario. Es dudoso que él mismo lo crea.

Lo cierto es que una de las decisiones más trascendentes del ímpetu modernizador de los tecnócratas mexicanos fue precisamente atarle las manos a gobernantes impredecibles y caprichosos por medio de tratados internacionales. Lo que en el futuro haría a México un socio confiable era renunciar a la discrecionalidad y a la arbitrariedad que había caracterizado a sus gobernantes,  particularmente a los populistas. Obligaron a México, a través del TLC, a seguir las reglas del estado de derecho y de esa manera volverse predecibles. López Obrador presumió a inicios de su gobierno que intervendría al país de tal forma que aunque la oposición ganara el poder difícilmente sería capaz de revertir sus cambios. Lo cierto es que fueron los tecnócratas quienes lograron ese objetivo al hacer costosísimo el revertir a la discrecionalidad caprichosa que ahora se intenta restaurar. Compraron un seguro cuya utilidad estamos constatando en tiempo real. Aunque el presidente agite los demonios del nacionalismo esa es una realidad de la que no podrá escapar.

 

Nota

[1] “Los mexicanos ante los retos del mundo: opinión pública, líderes y política exterior”, CIDE, 2017. file:///C:/Users/Silvia%20de%20la%20Cera/Downloads/reporte_mam_2017_versionweb_251018.pdf

Imágenes: © Confederación Patronal de la República Mexicana, Firma del T-Mex (Flickr)

 

José Antonio Aguilar Rivera (Ph.D. Ciencia Política, Universidad de Chicago) es profesor de Ciencia Política en la División de Estudios Políticos del CIDE. Es autor, entre otros libros, de El sonido y la furia. La persuasión multicultural en México y Estados Unidos (Taurus, 2004) y La geometría y el mito. Un ensayo sobre la libertad y el liberalismo en México, 1821-1970 (FCE, 2010). Publica regularmente sus columnas Panóptico, en Nexos, y Amicus Curiae en Literal Magazine. Twitter: @jaaguila1

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.

Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores y columnistas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de esta revista ni de sus editores, aunque sí refrendamos y respaldamos su derecho a expresarlas en toda su pluralidad. / Our contributors and columnists are solely responsible for the opinions expressed here, which do not necessarily reflect the point of view of this magazine or its editors. However, we do reaffirm and support their right to voice said opinions with full plurality.


Posted: August 4, 2022 at 9:35 pm

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *