Salma Hayek y un monstruo llamado Weinstein
Miguel Cane
El escándalo de Harvey Weinstein es la bomba atómica que Hollywood conocía, pero cuya detonación no imaginaba. Desde que en octubre pasado se supo que el célebre –y hoy infame– productor fue puesto en evidencia por una serie de reportajes y por las denuncias de actrices antaño cercanas a sus producciones, la masa crítica de este estallido no ha hecho más que crecer. Esta vez es la mexicana Salma Hayek quien alza su voz, al confesar en una columna de opinión para el The New York Times que fue también acosada sexualmente por Harvey Weinstein, quien llegó a presionarla para que tuviera sexo oral con él, se dieran una ducha juntos e, incluso, la amenazó de muerte.
Hayek, de 51 años, había guardado silencio hasta ahora sobre las acciones y proposiciones que Weinstein le hizo y que se remontan hasta hace más de 15 años. Cuando el escándalo se hizo del dominio público, la mexicana prefirió mantener su historia lejos de la luz pública, aunque terminó por arrepentirse y afrontar su “cobardía” para finalmente relatar un trauma que creía haber dejado atrás. Esto por supuesto le ha acarreado críticas, pero Hayek también ha sido defendida en redes al señalar varios contingentes que toda víctima de abuso u acoso (sin que medre el género) está en la prerrogativa de hablar de su experiencia hasta que considere que el tiempo es adecuado.
El momento de Salma es este y en su relato incluye líneas desgarradoras como esta: “Estaba tratando de ahorrarme el desafío de explicar muchas cosas a mis seres queridos: por qué, cuando mencioné de forma informal que había sido acosada por Harvey, como muchas otras, había excluido un par de detalles”, manifestó la mexicana.
La veracruzana se convirtió en la última en unirse a una extensa lista de mujeres que dieron un paso adelante para señalar las prácticas de depredador sexual de Harvey Weinstein, quien terminó por admitir que su comportamiento “ha causado mucho daño”. Quien fuera uno de los productores más poderosos del celuloide fue despedido de su propia empresa y expulsado de la Academia por su conducta reprobable. Los casos de acoso de Weinsten se remontan hasta la década de 1980 y, entre ellos, hay tres presuntas violaciones.
“Durante años, él fue mi monstruo”, dijo Hayek en su escrito, en el que reconoció que tuvo que “lavarse el cerebro” a sí misma para pensar que había superado lo que Weisntein le hizo pasar.
El sueño de Frida
En el texto, la actriz explicó que durante sus inicios en Hollywood, cuando ella trataba ser una estrella del cine en Estados Unidos, Weinstein era el productor que representaba un nuevo estilo en la industria, que se atrevía a correr riesgos y llevar contenidos originales a la gran pantalla.
Ella luchó para poder trabajar con él y para que él fuera quien produjera su proyecto soñado, ‘Frida’, la película que finalmente le serviría para obtener una nominación al Oscar como mejor actriz. Tras ponerse de acuerdo con Weinstein, lo que ella creía que sería un proyecto de ensueño, se convirtió en un tormento.
“Sabiendo lo que sé ahora, me pregunto que si no fue mi amistad con Robert Rodríguez y Elizabeth Avellan, Quentin Tarantino y George Clooney, lo que me salvó de ser violada”, declaró la intérprete.
De acuerdo con su testimonio, Weinstein le pidió que se diera una ducha con él y que le dejara mirarla mientras ella se duchaba, que le permitiera darle un masaje y también que un amigo suyo desnudo fuera quien le diera el masaje. Ella dijo que no, aunque las demandas del productor, según las cuenta Hayek, no acabaron ahí.
Salma Hayek y sus incómodos momentos con un millonario y un director de Hollywood Univision
“(Le dije) No a dejarle que me hiciera sexo oral”, manifestó la actriz, que también se negó a desnudarse con otra mujer para él. “No, no, no, no, no…”, continuó ella. Cada vez que le rechazaba, él se ponía furioso, cuenta Hayek: “Creo que no había nada que él odiara más que la palabra ‘no’”.
La actriz explicó que a raíz de sus negativas, Weinstein le hizo la vida imposible y estuvo a punto de echar al traste el proyecto de Frida. El productor trató de disuadirla de formas diversas, según la mexicana, pero al ver que no conseguía sus objetivos llegó a decir las “palabras terroríficas”. “Te mataré, no pienses que no puedo”, recordó Hayek, que dijo que en una ocasión el productor la sacó de la gala de apertura del Festival de Venecia para que fuera a una fiesta privada con él y con otras mujeres que resultaron ser “prostitutas de alto nivel”.
El infierno
Weinstein, relató la actriz, le contó entonces que había decido dar el proyecto de Frida, incluido su papel protagonista, a otra actriz. Ella tuvo que contratar abogados para impedirlo y demandó al productor, pero no por acoso sexual sino por “mala fe”.
Llegaron a un acuerdo, aunque la actriz tuvo que aceptar condiciones que consideró “imposibles” de cumplir. En vez de rendirse, Hayek siguió adelante y con la ayuda de sus amistades logró rehacer el guion, recaudar 10 millones de dólares para el proyecto, sumar a un director de primera fila y reclutar cuatro actores de renombre para papeles secundarios.
Uno de ellos fue Antonio Banderas, otro Edward Norton (quien reescribió también el guion), y también Geoffrey Rush y Ashley Judd. Esa actriz fue una de las famosas de Hollywood que acusó en los últimos meses a Weinstein de acoso sexual.
Cuando empezó el rodaje de Frida, Weinstein dejó de acosarla, narró Hayek, aunque siguió poniéndole trabas al proyecto porque no explotaba el “sex appeal” de la mexicana. A Weinstein no le gustaba que la actriz se caracterizara con uniceja y puso como condición para continuar que hubiera una escena sexual de Salma Hayek con otra actriz en la que ella apareciera desnuda.
La veracruzana admitió que sentía una especie de síndrome de Estocolmo con Weinstein. A pesar del acoso, quería que el reputado productor la reconociera como actriz.
No era nadie, era un cuerpo
“Ante sus ojos, yo no era una artista. No era siquiera una persona. Era una cosa: no era nadie, era un cuerpo ( not a nobody, but a body)”. Weinstein se quejaba de que Hayek no era “sexy” en la película y le hizo dudar si realmente ella era una buena actriz. Tuvo claro entonces que iba a terminar Frida, costara lo que costara, con escena sexual si era necesario.
El día que tocó filmar el encuentro sexual de Hayek con otra mujer, lo que había pedido Weinstein, la actriz tuvo un ataque de nervios, el primero de su carrera. “Mi cuerpo comenzó a temblar incontroladamente, mi aliento se entrecortaba y comencé a llorar y llorar, incapaz de parar, como si estuviera vomitando lágrimas”, declaró la intérprete. Nadie sabía qué le estaba pasando en realidad y nada tenía que ver con una escena de cama. “Era porque estaría desnuda con ella para Harvey Weinstein”, aclaró.
Hayek tuvo que tomarse un tranquilizante. Vomitaba. “Esto no era sexy, pero fue la única forma que pude sacar adelante la escena”, dijo.
Weinstein trató de frustrar el estreno para que la película pasara sin hacer ruido por cartelera, recordó la actriz, que también era productora del filme. Pero la audiencia respondió y la crítica también.
Frida fue una de las películas más importantes de 2002 y logró 2 premios Oscar por la música y el maquillaje. Salma Hayek fue nominada como mejor actriz protagonista. En total, la película se presentó en los premios de la Academia de Hollywood con 6 nominaciones.
“Harvey nunca sabría cuánto significaron esas palabras para mí. Él nunca sabría cuánto daño me hizo. Nunca le mostré lo aterrorizada que estaba de él. Cuando lo vi en actos sociales, le sonreía y trataba de recordar las cosas buenas de él, me decía a mí misma que había ido a la guerra y había ganado”.
La actriz mexicana concluye su escrito con un alegato hacia la igualdad en la industria de Hollywood que está dominada por los hombres en los lugares de toma de decisión. Hasta que eso no ocurra, comentó ella, ese sector seguirá siendo un “terreno fértil para depredadores”.
Además de Salma Hayek y Ashley Judd, más de medio centenar de actrices han contado cómo fue el acoso que sufrieron por parte del productor, entre ellas Angelina Jolie, Gwyneth Paltrow, Lupita Nyong’o, Eva Green, Kate Beckinsale, Mira Sorvino o Cara Delevinge.
Las vivencias relatadas por la mexicana resultan similares a otras situaciones descritas por sus compañeras, que hablaron de cómo Weinstein quería tener sexo oral con ellas, darles masajes desnudas y reiterados avances de índole sexual. En algunos casos, también violaciones. El que una voz latina tan destacada en Hollywood se sume al coro que protesta por acosos en el medio, quizá sea la llave que se necesita para poder abrir la discusión acerca de este fenómeno tan arraigado y callado también en los medios artísticos y culturales de México y Latinoamérica.
*Imagen de startinghere71
Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal. Su Twitter es @aliascane
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Posted: December 14, 2017 at 10:51 pm