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Tercera semana de encierro

Tercera semana de encierro

Lorea Canales

(2 de abril 2020)

Tercera semana de encierro. Nueva York, que siempre se ha considerado el ombligo del mundo, es ahora el centro de la pandemia. Nos han mandado un buque hospital, han puesto una carpa en Central Park.

Para quienes vivimos el 11 de septiembre en la ciudad, las resonancias son bestiales. Hace dos días anunciaron que los muertos por COVID-19 ya superaron aquellos de las Torres Gemelas. Las sirenas recorren las calles con el mismo llanto insistente. Pero ahora no hay humo, tampoco hay altares en todas las esquinas, ni carteles con “se busca”. Ahora hay obituarios en el New York Times, pedidos de donaciones en “go fund me” para todos los desempleados, y bancos de comida. Ayer, en el supermercado, yo era la única sin máscara protectora. No tengo máscara, no sé si debería intentar coser una.

Los muertos se acumulan, la economía se desploma, los mercados financieros agonizan. Mientras tanto, la compasión crece. También el racismo, también las diferencias entre quienes tienen casa con capacidad de almacenar alimentos y estar más o menos cómodos, con los que no. Los que siguen empleados trabajando desde sus computadoras en casa y los que no. Quienes tenían un poco de guardado y los que viven día a día. Todos estamos fregados, pero unos mucho más que otros.

Dicen que después de esto, el mundo será otro. Sí, ¿pero cómo otro? Mi bola de cristal está nublada.

Después del 11 de septiembre, el presidente Bush anunció una guerra. El grito de angustia fue bélico, el enemigo: el Talibán; este era el enemigo específico, pero el general: el mundo árabe. Se hablaba de luchar contra el terrorismo, pero cuando los terroristas eran hombres blancos americanos atacando mezquitas, sinagogas o antros gays, les quitaba ese apelativo. El futuro después de 9/11 fueron 19 años de guerras mal llevadas, Guantánamo, el ejército gringo convertido en torturador y un sembradío de odio que ahora en cierta forma se sigue cosechando.

En este caso primero fueron “los chinos”, pero nosotros no teníamos nada que ver con ellos. Luego los lejanos italianos, que bueno, eran muy viejos, fumadores y besucones. Además, habían vendido su manufactura a “los chinos”. España es básicamente invisible para Estados Unidos, ni Messi, ni Cristiano, ni los toros hacen que figure en el imaginario americano, excepto para los tres lectores de Hemingway que aún quedan. Luego, cuando llegó a la costa americana, el problema era de los viejos. Pobres viejos, pero ya habían vivido. Además, las víctimas reales no eran los viejos sanos y probos, sino los que además estaban enfermos. Comobrbidities, fue la palabra de la semana. Pero ahora ya han muerto personas cercanas, amigos y jóvenes sin ninguna condición previa. Ya han muerto celebridades, genios, gente conocida. Ahora, como el poema de Martin Niemöller, viene por nosotros.

Abril parece tener cinco semanas, por lo menos tiene cinco miércoles y cinco jueves que serán de encierro seguro. Los encerrados somos los afortunados que tenemos techo, comida y salud. ¿Saldremos a la calle en mayo? ¿Volveremos a saludar de beso? ¿Cambiarán los sistemas de salud? ¿Perdonarán las deudas? ¿Reiniciarán las escuelas? ¿Cómo será la nueva normalidad? ¿Viajarán los jóvenes a sus estadías en el extranjero? ¿Se llenarán los estadios? ¿Volverán los conciertos? ¿Celebraremos a quienes crearán una nueva vacuna? ¿Y qué haremos con los anti-vaxxers? ¿Resentiremos a los que lucren con el dolor ajeno? ¿Entenderemos que el mundo es uno y que estamos aquí todos juntos? ¿Haremos puentes, puertas o divisiones? ¿Nos fortaleceremos como ciudadanos o nos volveremos vasallos de gobiernos tontos y abusivos? No tengo respuestas. He recibido más de tres oráculos que dicen que después de la pandemia habrá divorcios y bebes. ¡Qué visionarios! Pues sí, divorcios, bebés y muertos. Ojalá también logremos tejer redes de bienestar comunitario, de responsabilidad global, de salud y alimentación sana para todos, de protección al medio ambiente, si podemos parar al mundo durante dos o tres meses, podemos unidos moverlo tanto más. Ver enlace: “Literalmente, la Tierra se está moviendo menos ahora que todos estamos confinados”.

 

LoreaLorea Canales es autora de los títulos:  Apenas Marta (Becoming Marta, 2011)  y Los perros (The Dogs, 2013) . Ha sido incluida en diversas antologías. Su Twitter es @loreac

 

 

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Posted: April 8, 2020 at 9:30 pm

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