Xóchitl, última llamada
Leduan Ramírez Pérez
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Las mareas rosas han demostrado que México se resiste a una imposición de criterios y también han demostrado que por encima de partidos existe un país que desea ser de todos y para todos. Independientemente de quien conduzca al país a partir de septiembre hay un anhelo de democracia plena que requiere ser atendido.
A escasos días de las elecciones presidenciales mexicanas, la contienda electoral entre los candidatos ha ejemplificado el carácter y el rol que desempeña cada uno en la política nacional. Los tres contendientes se han enfrascado en una competencia por ocupar la opinión nacional y han abierto espacios para el diálogo y el debate. También han dejado ver cuál será la postura que marcará su posible gobierno. Así con lo presentado hasta el momento no hay margen a la duda de lo que ofrece cada uno de ellos y cuál es el espacio de autonomía y decisión que tendrán en su posible gobierno. El ciudadano con posibilidad de votar no tendrá ese escudo justificativo del “no podía saberse” el talante autoritario, democrático o esquirol de los hoy contendientes.
De los tres candidatos un espacio importante en el análisis merece Xóchitl Gálvez. A diferencia de los otros candidatos, Xóchitl se ha quedado prácticamente sola en el respaldo partidista y también ha tenido que luchar a contracorriente contra el desprestigio acumulado de los partidos por los cuales compite pero que no necesariamente representa. Y el punto crucial es ese. Un ejemplo ilustrativo es el apoyo propagandístico que han destinado los partidos a sus representantes con bardas, vallas y lonas. Si hoy realizamos un recorrido por la capital podremos observar la magnitud de la basura electoral en el paisaje citadino, pero difícilmente encontramos una valla con la imagen de Xóchitl. Y esto no es menor, en un contexto político donde los candidatos y sus partidos gastan millones en promocionar su imagen con el objetivo tal vez de que los electores los voten aunque sea solo porque vieron su nombre en algún lugar. Solo contrastar la propaganda utilizada por Santiago Taboada frente a la de Xóchitl.
Xóchitl no tiene vallas ni espectaculares. Su imagen se promociona en las redes y en la voluntad de los ciudadanos que comparten una estampa en sus autos o perfiles. Su campaña política ha sido trabajada desde la voluntad y la confianza en personas que creen en la democracia como sistema político a defender. Y posiblemente lo que veamos el 2 de junio no sea un voto por la persona sino principalmente un voto masivo de castigo.
Un segundo punto es la desigualdad en la confrontación mediática. Pareciera que ni los mismos periodistas o comunicadores que entrevistan a Xóchitl tienen el tacto de reconocer la asimetría en el tratamiento. Con una se muestran garra periodística para cuestionar e indagar a la candidata. Con los otros candidatos pareciera que les dictan agendas. Son tibios en el mejor de los casos cuando tienen la oportunidad de someter al escrutinio periodístico a quiénes ocuparan la dirección del país en los próximos años. Solo baste la comparación del programa Tercer grado en fechas recientes para demostrar el grado de pusilanimidad de los periodistas frente al poder.
La prensa que entrevista a Xóchitl actúa cómoda para indagar y entrar hasta espacios sensibles de la candidata. Xóchitl también ha dado ese permiso y ha demostrado el talante humano para responder cuestionamientos incómodos. Se le podrá criticar en muchos errores de presentación y discurso pero difícilmente se le pueda cuestionar su valor para dar la cara frente a los cuestionamientos que la señalan. La prensa que entrevista al oficialismo está a la defensiva en todo momento con temor de ofender o dañar a la entrevistada. Y al mismo tiempo, se ha observado que la candidata morenista ha tenido que abrir su agenda a participar en medios que anteriormente su propio partido había renegado. Esto habla de una percepción interna respecto al alcance de esos medios. Sorpresa que el tratamiento haya sido tan sesgado y benevolente entre candidatas.
El tercer punto son las encuestas. Y este es uno de los aspectos centrales de toda la campaña política. Hay varios indicios que parecieran dar cuenta de que las campañas no están tan separadas en cuanto a intención del voto. En primer lugar el posicionamiento intempestivo que resultó en el aparato comunicativo de Morena la presentación de la encuesta Massive Caller. Esto no es menor, puesto que siendo sola una encuesta y estando seguros de su posición puntera, el equipo de la candidata morenista no debiera estar preocupado por esos resultados. Pero pareciera que no están tan seguro de ellos ni de sus otros datos.
Además, en las dos últimas semanas han comenzado a pronunciarse desde la campaña morenista y la propia candidata, respecto a un posible fraude electoral y a una necesidad del voto masivo. Claudia ha sido ambigua cuando se le ha cuestionado si reconocería un resultado que no le favoreciera. Esto es significativo porque deja entrever que la elección no será ganada por tantos puntos porcentuales como presentan en sus encuestas y que existe alguna posibilidad de que los resultados no le sean favorable. Y esto no es menor. Además, se ha documentado (como lo hizo el propio Marcelo Ebrard) del desvío cuantioso de recursos gubernamentales para el apoyo a Claudia. Recordar la aparición misteriosa de las vallas publicitarias en cada Estado; vallas y responsables que nunca respondieron por delitos electorales.
Un punto importante merece el papel del Instituto Nacional Electoral. Habiendo sido atacado por todas las vías posibles en la gestión de Lorenzo Córdova hoy transita por una aparente tranquilidad y relación entre su actual presidencia y Palacio Nacional. El INE ha protagonizado en esta elección escándalo tras escándalo que deja entrever que su neutralidad está condicionada. El INE ha volteado la mirada respecto a violaciones a la contienda electoral y ha ejercido acciones cuestionables contra la ciudadanía como el posicionamiento a cuestionar publicaciones en redes sociales o declaraciones parciales acordes a posicionamientos del partido en el poder, como el uso de colores para manifestarse. La actuación del INE al día de hoy solo ha mostrado torpeza en la organización de la campaña electoral, con contratos a modo para la realización de los tres debates y acciones censuradoras que parecieran dar a entrever que los dados están cargados a favor de una candidata.
A Xóchitl nadie le tenía confianza. Pero se la ha ganado. Es natural al ejercicio y a la ciudadanía. No era la candidata preferida ni tampoco ocupaba reflectores como presidenciable. No le gusta a Marko Cortés ni tampoco a Alejandro Moreno, dos figuras mexicanas que constituyen un estorbo para sus respectivas fuerzas políticas. Además, dos personajes con la peor gestión del tacto y el timing político de nuestros tiempos. Dos figuras que han destruido sus respectivos partidos políticos con escándalos de división actuando como caciques. Especialmente el PRI que ha protagonizado traiciones al pactar gubernaturas a favor de Morena a cambio de impunidad y embajadas. Punto aparte para Zambrano, con la carga de la casi extinción partidista a sus espaldas después de una dominancia política en la Ciudad de México. Zambrano ha sido el que menos ha lastrado la candidatura de Xóchitl pero su alianza con los otros dos partidos ha sido también una contrariedad política para el PRD. Esta alianza ha sido un gran viacrucis para Xóchitl porque con esos amigos, para que querría enemigos. Desde esa posición, Xóchitl se está enfrentando a un Goliat con tentáculos, escudado en una maquinaria clientelar cuyo cerebro se esconde en palacio.
Con todo lo anterior, la carrera de Xóchitl ha sido anclada en la ciudadanía y en su propia historia personal. Las mareas rosas han demostrado que México se resiste a una imposición de criterios y también han demostrado que por encima de partidos existe un país que desea ser de todos y para todos. Independientemente de quien conduzca al país a partir de septiembre hay un anhelo de democracia plena que requiere ser atendido. Hay población y sectores que han sido olvidados y menospreciados por el actual poder. Hay una polarización magnificada que enfrenta a mexicanos e impide crecer como país. Se estableció un sistema de políticas públicas que son insostenibles en el mediano y largo plazo. México requiere una atención importante al sistema de seguridad nacional y también a la desarticulación de las redes de macro y microcriminalidad que ponen en jaque el desarrollo económico nacional. México requiere además un rediseño de la representación política que realmente responda a los intereses de los mexicanos. Hoy la clase política está desconectada de su base social. Por tal motivo estamos en presencia de un ejercicio que pasa por la transformación de las formas mexicanas de hacer política y de representar a la ciudadanía. Es evidencia de un deseo de construir juntos un país donde todos tengamos espacios para el ejercicio de la libertad. Y esa libertad enfrentará una prueba el próximo 2 de junio.
Leduan Ramírez Pérez. Doctor y Maestro en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO México).
Posted: May 21, 2024 at 8:52 pm