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Y en la ausencia de un auxilio, aprendemos del lenguaje

Y en la ausencia de un auxilio, aprendemos del lenguaje

Lauri Cristina García Dueñas

Sobre Cadenas de Silicio (Sol Negro, Perú-EEUU, 2021), de Daniela Rey Serrata

Daniela Rey Serrata (Yucatán, Mérida, México, 1993) es una poeta joven mexicana que hace bailar al lenguaje en su más reciente poemario. Además de poner en palabra sus pensamientos y sentimientos, en una época con pocos asideros, ella lo elige como maestro: “Y en la ausencia de un auxilio, aprendemos del lenguaje”.

Tal vez yo no haya entendido si hay un “mensaje” explícito contenido en la botella de Cadenas de silicio (Sol Negro, Perú, EEUU, 2021), pero esa incomodidad fulgurante de “no entender” a la que se enfrentará la lectora o el lector será también un destello de algo inexplicable y sintiente, como este libro que se lee más con el aparato anímico que con el raciocinio decretado por Occidente.

Al principio del texto, sentí que el lenguaje críptico del libro me decía cosas no tan claras, veladas, como cuando te leen el tarot. Me vi a mi misma frente a la posible autodestrucción que acarrea el dolor y con el cansancio infinito de estos tiempos.

“y de noche,

mientras duermen,

me rasguño”.

“y hoy no hay cuerpos, sólo costales”.

//Luego vinieron las partes de autoficción y familia, padre- madre simbólicos, con las que me sentí profundamente identificada. Dicen que las escritoras y escritores pasan toda su vida reescribiendo su infancia. Puede ser. Estos fragmentos de Daniela me recuerdan al poeta chileno Enrique Lihn en “La pieza oscura” (1963):

“Mi madre es un cadáver que se multiplica en cada patada

Mi abuelo un arcángel de arrugas y humo

Y este mi cuerpo/mis ideas atroces y equívocas

mi hogar hecho de ramas enmohecidas/ es una perilla oxidada bajo la llovizna”.

“en mi habitación cae un monumento

El derrumbe

El dolor:

el reverdecimiento de las luces

en una niña tajada de rostro”.

//También noté la destreza de la autora para utilizar la segunda persona del singular y del plural, lo cual no creo que sea azaroso, sino que marca claramente la preocupación por la ética de lo social.

“Vive o quema los rostros más deformes de ti mismo”.

“Alguna vez fuimos queridos -susurro/ en otros tiempos”.

//Daniela sabe cosas que traduce en apotegmas, en frases reveladoras e indiscutibles. Al escribir esta reseña, me fue difícil escoger qué versos de ella colocar aquí, eran demasiados. Definiciones, saberes, relámpagos:

“Cuidar la cordura como el hacha que se trae consigo”.

“Libera el interior,

esos pensamientos que se asemejan a derrumbes”.

“El lugar es la certeza del río y su desembocadura”.

//Como algunos poetas, ella también se detiene a presentar su ofrenda al dictado, al oficio, a la propia escritura. Asume las consecuencias del deseo de escribir:

“Yo le canto al filo, al rumbo”.

“Atornillo el grifo: la inconsciencia”.

“detrás de mí la opacidad

Escribo, remojo el dedo en cada boca”.

//Y ella no teme mencionar y ahondar en temas como el capitalismo, la política, la opresión, el consumo. En esta época, todos creen tener el derecho de erigirse en jueces y ella nos presenta de antídoto poemas:

arder a la par del capital y su flujo”.

“Luciérnaga que rasguñas el frasco opresor,

no podemos ser testigos de la saciedad entre sueños”.

“Nosotros solemos ser un tallo/ una especie marina/

y reír/ y no besar los dedos pese a estar arrodillados”.

“Brinco la cabeza del juez, hondeo mi bandera remendada con hígados y erizos”.

//Ella no olvida la patria/matria/provincia/puerto. Ella mujer mexicana joven no citadina dice:

“Tal vez, como antílopes sobre estacas,

los humanos de este puerto,

rememoran en los juncos la falta de hazaña y escapismo”.

“Te besé hermafrodita antipatriota”.

“Mi provincia es el mundo (…)

Mi provincia no es el mundo”.

“Piensa bien, el juicio es inevitable

y el resultado sólo importa a quien goza de escrúpulos, a quien ama su provincia”.

//A pesar del caos, la esperanza no está extinta en este libro y eso es tranquilizador:

“Jugaremos nuevamente”.

“Amamos también”.

//Daniela repite la infancia:

“Siempre/niña triste que remienda”.

“del que aún mira la entrada de su casa bendecida por los cantos”.

//La autora no olvida el amor, a Eros, al hijo de Penia y Poros, a ese mendigo rico:

“Y te noto en la fugacidad”.

“tu nombre; ese forro al que te adhieres”.

“No debo dejarle/ de algún modo me importa estar aquí”.

//Los invito a soltar estas cadenas de silicio juntos y a sentarnos a ver cómo el lenguaje hace de las suyas de la mano de la joven poesía mexicana.

 

Lauri Cristina García Dueñas (San Salvador, 1980). Escritora y periodista salvadoreña. Maestra en Comunicación y Cultura por la UNAM. Vivió en México de 2006 a 2020, año en el que retornó a su país con sus dos hijos.

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Posted: November 14, 2021 at 10:11 pm

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