Essay
The Boys en Trumplandia: Primeros apuntes*

The Boys en Trumplandia: Primeros apuntes*

Dainerys Machado Vento

En el principio, fue la sorpresa: a minutos de estar en pantalla, un superhéroe con la bandera de Estados Unidos como capa hacía volar a un hombre por los aires, sin mostrar ni una gota de remordimiento. Un par de escenas después, otro era capaz de explotar el cuerpo de una chica a plena luz del día y seguir corriendo bajo los efectos evidentes de alguna droga. Luego fue la extrañeza, ese asombro absoluto que afloraba ante la vista de la espina dorsal de la víctima volando en cámara lenta, visibles los detalles de su sistema nervioso, naturalistas los chorros de sangre que caían sobre la cara del novio que, tan sorprendido como el espectador, seguía sosteniendo en las suyas, dos manos sin cuerpo.

¿Quiénes eran aquellos personajes que, en una noche cualquiera de verano, comenzaban a cambiar para siempre la forma que teníamos de entender a los superhéroes, a los villanos y, de paso, a los estadounidenses? Nada más y nada menos que los protagonistas del cómic The Boys, que el escritor norirlandés Garth Ennis y el dibujante Darick Robertson, nacido en California, habían creado en 2006; los mismos que Eric Kripke adaptó a la pequeña pantalla, para llevarlos a millones de hogares vía Amazon Prime.

El 25 de julio de 2019, en su reporte público de ventas para el segundo trimestre de 2019, Amazon anunciaba: “Además, debutará en Prime Video la nueva serie original The Boys, de los creadores Evan Goldberg y Seth Rogen”. Resultó que el líder de la adaptación era Kripke, aunque Goldberg y Rogen se reconocen también como parte del equipo de creadores.

Menos de tres años llevaba yo viviendo en Estados Unidos en esas fechas, cuando la plataforma de streaming estrenó la primera temporada de la serie. Los muchachos habían llegado para quedarse en mi vida y en la de millones de fanáticos que ahora asisten a eventos de cómic vestidos como estos superhéroes, antítesis de todos los conocidos. La música en evidente función narrativa en incontables escenas; el realista, pero sofisticado diseño de vestuario de cada personaje; las reminiscencias de nuestras propias preocupaciones en las suyas; sus chistes políticamente incorrectos, lejos de cualquier pretensión lectiva, codificaban tanta información desde los primeros segundos, que la propuesta audiovisual se anunciaba como una fuente de inagotables interpretaciones.

The Boys no resultó, en definitiva, solo una diversión de verano. Sino que se convirtió pronto en una producción de culto y en un mapa de despiadadas verdades que permite recorrer la vida en Estados Unidos mejor que cualquier libro de historia contemporánea. Es que, como muestra la serie, se trata de un país donde no se habla de sexo, aunque se practique de formas muy extremas (o precisamente por ello); y donde se habla siempre de religión, aunque casi nunca se practique. Se trata de un país donde el único y verdadero dios es el dinero, pero donde, por ley, nunca se sabe cuánto gana la persona que se sienta al lado en la oficina.

La conexión del universo de The Boys con el mundo real resulta demasiado evidente para pasar como un mero juego de creatividad. La serie es una crítica abierta a los pilares de la sociedad estadounidense. La ciudad de New York que le sirve de escenario, habitada por antihéroes y vigilantes de abrigos largos, cuna de vengadores anónimos y siempre llenos de defectos, se parece demasiado a todas las grandes ciudades del mundo capitalista para no resultar un espejo amplificado de la vida urbana. La obsesión de estos antihéroes por sus redes sociales es –seamos sinceros, aunque duela— nuestra propia obsesión.

El mayor éxito de la adaptación televisiva de The Boys quizás radica en que, para 2019, Estados Unidos se había convertido en su propia parodia, un país en permanente crisis mediática, al estilo del universo creado por Ennis y Robertson. Las relaciones humanas, las conversaciones sobre política, los planes educativos y hasta las formas de pagar impuestos (menos indulgentes para quienes ganábamos bajos salarios), la vida cotidiana en general, todo se había vuelto mucho más sórdido desde que, en noviembre de 2016, el millonario Donald J. Trump, había sido elegido presidente 45 del país, un bonito número para un horrible suceso.

Umberto Eco catalogaba la obra del escritor francés Victor Hugo como típica de la “poética del exceso”. Según el fallecido escritor italiano, predominaba en la obra de Hugo “siempre el exceso a la hora de describir los acontecimientos terrestres, y la indómita voluntad de verlos siempre desde el punto de vista de Dios”. Esto apunta a la presencia de un narrador que lo ve todo, que mira a los detalles porque sabe cuáles son importantes en el devenir de la historia. Y decía Eco que, a Hugo, “el gusto por el exceso lo lleva a descripciones que avanzan mediante enumeraciones interminables, a la creación de personajes cuya psicología siempre se juzga insostenible, conformada con el hacha, cuyas pasiones alcanzan tales niveles de paroxismo que se vuelven memorables, emblema de las fuerzas que mueven la historia”. Habría que hacer el ejercicio inverso para probar que Eco no estaba hablando, en realidad, de la psicología insostenible de personajes como Patriota o Carnicero, siempre a punto del paroxismo, que terminan llevando sus límites de comportamiento cada vez a un nuevo nivel de crueldad. Garth Ennis y Darick Robertson son el Víctor Hugo de los cómics.

Pero el Víctor Hugo que ellos forman no pudo encontrar mejor Andrés Bello que Eric Kripke. Si Andrés Bello fue de los primeros en traducir del francés al español al autor de Los miserables, Kripke logró asumir todo el espíritu de los cómics para adaptarlo al formato de televisión con la naturalidad de quien estaba destinado a la empresa. El nivel de detalle del color y la violencia por las que apuestan los libros llega a su verdadero paroxismo en la serie de televisión y en el mundo que, para 2019, se ha terminado parodiando a sí mismo. La larga capa negra de Carnicero es su sello en los dos formatos, pero Hughie se redimensiona en pantalla con sus playeras con los rostros de todas las bandas de rock habidas y por haber, desde Los Ramones, hasta su favorito, Billy Joel. Cada muchacho tendrá su propia personalidad, su propio estilo. Aquí no hay grupos homogéneos, cada uno actúa de acuerdo con sus propias contradicciones.

En el podcast oficial de la serie, Kripke ha asegurado que le interesaba mantener la naturalidad de las escenas. Otra vez, a lo Tarantino, el chorro de sangre que salía de un personaje herido debía ser medido hasta dar la sensación de ser exageradamente natural. La poética del exceso permite que estos creadores sean siempre los dioses de su propio mundo, pero de un mundo creíble. Según Eco, en Víctor Hugo: “… la voluntad de suplantar a Dios le permite ver siempre, por debajo y por encima de los acontecimientos que embisten a sus héroes, las grandes fuerzas que mueven las vicisitudes humanas”.

Los creadores de The Boys, tanto de los libros como de la serie de televisión, ponen en marcha este mismo presupuesto. Los personajes no pueden escapar de sus destinos, los antihéroes siempre serán antihéroes sin importar en qué bando de la historia aspiren a estar. Sin embargo, el hado para ellos no es un suceso mágico, sino el contexto social y la historia de Estados Unidos, que ha puesto a cada personaje en su sitio. Un contexto donde solo Patriota podría ser el líder de Los Siete, aunque el mismo contexto no permita a Patriota comprender otras realidades que no sean las suyas. No hay misticismo. Se trata de seres pensando como viven, para ponerlo en términos marxistas, incapaces de comprender otros mundos que no sean los que su poder les permite experimentar.

La gran paradoja que emerge de la historia de estos fantásticos personajes es que The Boys se va convirtiendo, sin prisa, pero sin pausa, en todo aquello que critica. El universo de la serie de televisión ha sido tan efectivo como diatriba social que se ha tornado su propia maquinaria, su propio multiverso. Pero también su propio negocio. Amazon Prime ha sacado partido al éxito de la serie original, para multiplicarla en muñecos de colección, disfraces para fanáticos, series animadas, spin-offs. Amazon Prime funciona como Vought y no pierde oportunidad para hacer dinero.

Quizás todo comenzó cuando, pretendiendo ser antisistema, de todos modos, la serie se produjo en una de las plataformas de transmisión de contenido más grandes del planeta, y con el dinero que Amazon hacía al vender otros muchos productos que, en realidad, no necesitamos ni para vivir ni para ser felices. Tal como antes habían aspirado antes a nacer de la mano de DC Comics, en Vertigo. Pero Jeff Bezos, a diferencia de DC, no ha tenido escrúpulos y le ha dado espacio a la sátira de su propia existencia. El asunto le ha resultado rentable.  De acuerdo con el reporte de ventas de Amazon, publicado el 28 de julio de 2022, la audiencia de The Boys creció un 234 por ciento para la temporada 3 con respecto a la uno. Aunque no se han hecho públicas las cifras específicas de ganancia de la serie, el informe habla de un crecimiento general de Amazon de más de 121 billones de dólares con respecto al mismo período del año anterior, un crecimiento que incluye suscripciones a Prime. Tal y como los personajes de Ennis y Robertson dejan claro, lo que sigue valiendo en esta sociedad es tener unos límites morales poco específicos y escudarse siempre, siempre en la libertad de expresión.

 

*Fragmentos del ensayo Los muchachos en Trumplandia: Apuntes sobre la serie televisiva The Boys, editado en 2023 por David Aliaga para Editorial Base.

 

Dainerys Machado Vento (La Habana, 1986) es doctora en estudios literarios, lingüísticos y culturales por la Universidad de Miami. Tiene una maestría en literatura hispanoamericana por El Colegio de San Luis, A.C., México. Es autora de los libros de cuentos Las noventa Habanas (Katakana, 2019) y Retratos de la orilla (Aristas Martínez y Palíndroma, 2022). En 2021, la revista Granta la incluyó en su segunda lista de “Los mejores narradores jóvenes en español”. Ha colaborado con revistas como Letras LibresCuadernos HispanoamericanosCasapaísLa Gaceta de Cuba, entre otras. Su Twitter: @Dainerys_MV

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Posted: June 29, 2023 at 9:06 pm

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