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Memoria íntima y colectiva

Memoria íntima y colectiva

Iltze Bautista

Autor:  Julián Herbert

Titulo: Canción de tumba,

Editorial: Random House Mondadori

Año: 2012

Escribir es un acto íntimo. Quien haya sentido esa necesidad abrumadora comprenderá que dicha actividad no puede hacerse en medio de una fiesta o durante un concierto masivo; por más psicotrópicos que se hayan consumido, la escritura es un exorcismo solitario. La quietud de una habitación vacía o el blanco silencio de un sanatorio son escenarios propicios para vomitar sobre el papel los fantasmas que nos habitan, haciendo que lo que pensamos “se vuelva más absurdo y real”. Su condición de aislamiento tiene relación directa con el carácter autoreferencial. Plasmamos interpretaciones, experiencias prestadas, vivencias y demás gestos que terminan por convertir al texto en un collage transdisciplinario y multigenérico, donde resulta cada vez más complejo discernir lo real de lo artificioso.

Entre la autobiografía novelada y la ficción se inscribe Canción de tumba (Mondadori, 2011), novela que cuenta memorias y delirios del hijo de una prostituta atacada por la leucemia. La proximidad de la muerte, el cuerpo como transacción y la interpretación de un país cada vez más desgastado, puede sonar a fórmula melodramática repetida hasta el cansancio por las empresas exportadoras de una imagen nacional en decadencia; sin embargo, el ritmo del libro va más allá de las tristes melodías de tríos e intérpretes melosos: sus páginas bailan, canturrean desaforadamente, ríen e ironizan.

La historia dividida en tres partes comienza con el retrato de una mujer fractal agonizando en la cama del Hospital Universitario de Saltillo. Guadalupe Chávez, madre del protagonista, es vista por éste a través de mirillas distintas. El segundo apartado es una toma con Julián en primer plano. Arribamos, no sin turbulencia, a su adultez salpicada de destellos del pasado incidiendo en el presente. El tenso ambiente de la clínica en las madrugadas vacías contagia alucinaciones que ponen en duda la veracidad de los hechos construidos en páginas anteriores. El texto se transforma en sinfonía atonal, lo mismo se rememora la imposición de un lenguaje carente de vulgaridades que la adicción a la cocaína, la dureza de una mujer nómada se entrelaza con el llanto causado por alguna tonada nostálgica, Eros y Tánatos en plena fiesta, con botella en mano y pupilas dilatadas. El último capítulo es un descenso suave, el arrullo ligero de una canción reveladora de las circunstancias privadas, familiares y regionales del escritor.

Julián Herbert (Acapulco, 1971) ya había probado las texturas del ensayo, la poesía y el cuento para cuando ganó, gracias a esta obra, el Premio Jaén de Novela 2011. La ductilidad de su voz narrativa, así como su relación con el lenguaje tanto elevado como cotidiano, le permiten transitar de un género a otro con naturalidad. Quizá su residencia en el norte del México tenga que ver también con su facilidad para cruzar fronteras literarias, volviendo poética su prosa y prosaica su poesía.

Si bien es cierto que la trama central no gira en torno al acontecer político y social, también lo es el hecho de no poder escapar a los cambios contextuales en que ésta se inscribe. El paisaje se modifica no sólo en la física desaparición de tugurios sombríos, sino en el ánimo de las personas cuya vida transcurre entre balazos, retenes y desaparecidos.

Canción de tumba lanza un vistazo voyerista a la franqueza con que coexisten simulacros y realidades, intimidad y vida pública, aspereza y ternura. La edificación del relato permite cercanía tanto con los personajes como con las situaciones que los rodean pues, de acuerdo al autor, “cada vez que uno redacta en presente […] está generando una ficción, una voluntaria suspensión de la incredulidad gramatical”. Así, los vigentes recuerdos del narrador nos confrontan con actores de la burocracia cultural, pasajes de libros, restos de boleros lacrimógenos, injusticias olvidadas, fiebre, insomnio e incomodidad: síntomas de un territorio virulento.


Posted: November 3, 2013 at 9:15 am

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