María Hesse y sus mujeres de ojos grandes
Irma Gallo
Parece que partir del movimiento #MeToo el feminismo se puso de moda. En el arte, por ejemplo, se está viviendo un resurgimiento de las preocupaciones feministas, presentes ya desde la década de los setenta con figuras como Ana Mendieta, Eleanor Antin y Cindy Sherman.
En una línea quizá menos arriesgada desde el punto de vista ideológico, y también porque las editoriales se dieron cuenta de lo rentable que se ha convertido esta reivindicación, hoy las ilustradoras están dibujando historias de mujeres fuertes, que no tienen miedo a vivir sus vidas como ellas deciden, incluyendo su sexualidad.
La española María Hesse (1982) cuenta que desde pequeña lo natural para ella fue dibujar mujeres. “Supongo que porque de alguna manera es con lo que me siento más identificada”. Con el pelo teñido de rubio platinado, a la altura precisa para que se le noten las raíces negras, seguramente también teñidas, y una playera que dice: “El futuro es femenino” (título de un libro colectivo en el que participó), reconoce que en ese entonces “no tenía una conciencia feminista; lo hacía porque salía de forma natural”.
En la época en que hizo su libro Frida Kahlo, una biografía (Lumen, 2016), por ejemplo, tampoco estaba consciente de que hubiera una incipiente vertiente feminista en su trabajo. Sin embargo, conforme fue investigando sobre la pintora surrealista se convenció de que ese libro solo podía ser escrito e ilustrado de una manera: mostrándola como un icono de la lucha feminista. Esto no deja de ser paradójico porque, aunque hoy en día sus obras están valuadas en miles de dólares, en vida la creadora de “La columna rota” siempre dependió económicamente de Diego Rivera. Pero para María, “la conexión con Frida fue muy potente”, y el resultado es un libro gozoso, una interpretación amorosa y muy personal, un tanto ingenua quizá, pero por ello mismo entrañable, de una de las figuras con la que más nos identifican a los mexicanos en todo el mundo.
Entre sus trabajos también se encuentran los libros ilustrados de Orgullo y prejuicio, de Jane Austen, y Mujercitas, de Louise M. Alcott, textos a los que la historia ha catalogado como feministas.
No es raro que Bowie, una biografía, sea el libro que más trabajo le ha costado. Cuenta que, tras el éxito de Frida, la editorial le encargó otro libro biográfico ilustrado. Como se atravesó el primer aniversario luctuoso del autor de Ziggy Stardust, los editores pensaron que sería un buen tema para María. Pero ella confiesa que no le fue fácil: “no sentí esa conexión que había sentido con Frida. No pude escribirlo.” Aunque sí lo ilustró, el texto es de Fran Ruiz.
Las paredes también han servido de lienzos para las mujeres de ojos grandes de María. En Casa América, en Madrid, pintó un mural en el que Marilyn Monroe, Rigoberta Menchú, Isis, Santa Teresa de Jesús y María Magdalena, entre otras, están unidas por una red de arterias-ramas que salen de un corazón, bajo el cual se lee: Eduardo Galeano. El mural está inspirado en el libro Mujeres, del escritor y periodista uruguayo.
La ilustradora también ha transitado un camino más arriesgado: reivindicar el feminismo desde la sexualidad, “porque me parecía que todavía es un tema tabú”, dice. “Me imagino que en México también tiene que ser bastante fuerte la censura, pero en España, aunque parezca que estamos más liberalizados con ese tema, no es así. Y de hecho, si ves las películas americanas, cómo plantean la sexualidad de la mujer, es irreal. Entonces, me parecía necesario expresarlo y hacer que las mujeres se sientan más cómodas”.
Para María Hesse, el hecho de que las mujeres no podamos expresar abiertamente cómo disfrutamos del placer es una de las causas de la violencia de género: “si nosotras no nos sentimos libres en este aspecto, ¿cómo les vamos a enseñar a los hombres cómo nos tienen que tratar?”
Por eso, entre la obra de María hay una mujer con las piernas abiertas, masturbándose. Otra, desnuda de cuerpo completo, tiene un corazón en el lugar donde debería ir el pubis. La leyenda que acompaña la imagen es: “Tócame el corazón”.
Pero las lustraciones en ningún momento resultan agresivas. Son mujeres con cabezas grandes, redondas, con una mirada calma, de ojos separados, que se ven inocentes, seguras de que no están haciendo nada malo. “Creo que mis ilustraciones son muy naïve. Quizá por eso más gente se atreve a mirarlas”, comenta, tímidamente, entre risas.
Sin embargo, no a todo el mundo le parecen tan inocentes: Instagram ya ha censurado algunas publicaciones de María, pero a ella nadie le quita las ganas de seguir haciéndolas. Y tantas veces como se las baje Instagram, tantas otras, María las seguirá subiendo.
Irma Gallo es periodista y escritora. Colabora para Canal 22, Gatopardo, El Gráfico, Revista Cambio, y eventualmente para otros medios. Es autora de Profesión: mamá (Vergara, 2014), #yonomásdigo (B de Block, 2015) y Cuando el cielo se pinta de anaranjado. Ser mujer en México (UANL, 2016).
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Posted: October 8, 2018 at 9:43 pm