López y los fracasos de 2022

Será el año que López esperaba triunfal y que, en cambio, lo evidenciará plenamente en su fracaso como gobernante. Los ciclos sexenales mexicanos han demostrado ser muchas veces fatídicos para el titular del Ejecutivo y, por supuesto, para el país. López Portillo sería visto como un extraordinario mandatario si hubiera dejado la presidencia en 1980, al cabo de cuatro años; Salinas de Gortari lo mismo si hubiera concluido en 1993, transcurrido un lustro.

Pero el tabasqueño arrancó con mucha prisa, y el precio de la improvisación lo alcanzará más pronto que a sus predecesores. El cúmulo de malas decisiones se unirá a los proyectos que son su orgullo y pretende sean parte de su legado. Ciertamente lo serán, pero no como esperaba: costosos ejemplos de la política pública ejecutada como El Borras de Los Beverly de Peralvillo. Costosos monumentos a la improvisación y la corrupción. Y esto será evidente durante el año que está por iniciar. Con un trienio de gobierno (es un decir) a sus espaldas, y siendo obras totalmente suyas, no podrá culpar a Felipe Calderón, el neoliberalismo, la conquista española o a Biden.

El fracaso más evidente será la refinería de Dos Bocas, que el inquilino de Palacio Nacional inaugurará el primer día de julio de 2022. Como es costumbre en su megalomanía, la fecha hace mucho que fue anunciada, para coincidir con el cuarto aniversario en que las urnas lo catapultaron al poder. Cortará el listón y dará encendido discurso sobre la soberanía energética, para que a continuación Dos Bocas no produzca una sola gota de gasolina por meses o incluso el resto del sexenio, quizá nunca.

Cortará el listón y dará encendido discurso sobre la soberanía energética, para que a continuación Dos Bocas no produzca una sola gota de gasolina por meses o incluso el resto del sexenio, quizá nunca.

Hasta el momento se proyecta que la refinería costará 12 mil 400 millones de dólares, unos 4,400 millones más que lo originalmente proyectado (es el problema de las cuentas alegres con escaso sustento técnico), y es probable que el precio acabe siendo muy superior a esa cifra. Se supone que refinará 340 mil barriles de crudo al día.

Ocurre que adquirir la mitad de la refinería de Deer Park costaría unos 1,600 millones de dólares (la otra mitad ya es de Pemex), y dicha planta en Texas refina, curiosamente, 340 mil barriles diarios. Esto es, en su totalidad costaría 3,200 millones de dólares. Con lo que costará (hasta el momento) la refinería de Tabasco, se habrían comprado cuatro en Estados Unidos. Y cuando finalmente opere, perderá dinero, como las otras seis en territorio nacional.

Será exactamente la misma historia del calamitoso Tren Maya: un costo muchísimo mayor al originalmente pensado, agregando una destrucción ambiental imposible de medir. Cuando opere, sea cuando ello ocurra, implicará otro subsidio permanente.

La otra obra magna (elefante blanco) del obradorismo será el aeropuerto de Santa Lucía. Sin duda se inaugurará en la fecha prevista, el 21 de marzo, con espacio para unos pocos vuelos buscando satisfacer el ego presidencial. Será el gran experimento mexicano para tratar de demostrar que los aviones se repelen, esperando que nunca haya una desgracia en el espacio aéreo capitalino. Podrán llegar algunos aviones, la conectividad con el Benito Juárez (cuyo deterioro es patente) tendrá que esperar mucho más tiempo.

A lo que se agregará, en general, una economía estancada. Será otro año, 2022, en que los precios crecerán mucho más que la producción. Un experto para tirar el dinero público en elefantes blancos, López Obrador también lo ha sido para espantar a los inversionistas privados, con el gran remate siendo la propuesta de regresión eléctrica. Lo peor sería que se aprobara, destruyendo la infraestructura energética de los grandes consumidores, pero con el susto de lo que propone la dupla López-Bartlett es suficiente para asegurar que no haya inversionista nacional o extranjero que se atreva a pensar en colocar su dinero en el sector, al menos hasta 2024.

Con el susto de lo que propone la dupla López-Bartlett es suficiente para asegurar que no haya inversionista nacional o extranjero que se atreva a pensar en colocar su dinero en el sector energético, al menos hasta 2024.

Lo que lleva a una simpleza que cualquiera entiende, excepto el Presidente de México: sin inversión no hay crecimiento, sin crecimiento no hay más empleos, y sin más empleos no suben los salarios. El retroceso de 2019-2020, sobre todo en materia de pobreza, no podrá recuperarse. Con mucha suerte, el PIB per cápita de 2018 se habrá alcanzado de nuevo hasta 2024.

Un sexenio perdido y fracasado que, sin el pretexto de la pandemia, será evidente a partir de 2022.

Sergio Negrete Cárdenas. Profesor de Tiempo Completo en la Escuela de Negocios del ITESO. Trabajó en el Fondo Monetario Internacional. Profesor en varias universidades de España y México, destacadamente la Universidad Pompeu Fabra y la Escuela Superior de Comercio Internacional, en Barcelona, la UNAM y la Escuela de Periodismo Carlos Septién en la Ciudad de México. Doctor en Economía y Maestría en Economía Internacional por la Universidad de Essex. Diplomado en Política Exterior de Estados Unidos por la Universidad de Maryland. Licenciado en Economía por el ITAM y en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Twitter: @econokafka

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Posted: December 16, 2021 at 8:07 am