Debate: Gisela Kozak y Luis Duno Hablan sobre Venezuela (versión completa)
Kozak & Duno-Gottberg
En esta edición de Literal intentamos ofrecer dos puntos de vista sobre la situación actual de Venezuela: la de sus críticos (Gisela Kozak Rovero) lo mismo que la de sus simpatizantes (Luis Duno Gottberg). Para ello hemos preparado 10 interrogantes fundamentales en torno a la crisis, sus causas y posibles salidas; todo con el propósito de brindar un panorama a partir del cual el lector podrá hacerse de un juicio propio. Aquí nuestra conversación completa con Gisela Kozak Rovero:
Dada la gravedad de lo que ocurre en mi país, me tomo la libertad de hacer una breve introducción: Venezuela requiere a futuro de un acuerdo nacional al estilo de Chile, España o Sudáfrica porque los otros escenarios son la destrucción de las libertades políticas, el irrespeto a los derechos humanos, la ruina económica o una guerra civil. Cómo lograremos que una revolución dispuesta a radicalizarse cada día más se vea obligada a acordar con quienes considera sus enemigos, es la gran interrogante que se abre para el liderazgo democrático venezolano. Muchas son las heridas abiertas y la destrucción del tejido político, social e institucional que da pie para convivir en paz requiere de un largo proceso de negociación, diálogo real y toma de conciencia de las fuertes tendencias militaristas y autoritarias existentes en la sociedad y en la historia venezolanas. Sin duda será necesaria la justicia puntual en caso de corrupción administrativa y violaciones de derechos humanos pero también la coincidencia en puntos clave como el contrato constitucional, el reforzamiento de la institucionalidad, la superación del estado rentista petrolero, la revisión de tratados internacionales violatorios de la soberanía nacional.No es fácil renunciar a ser revolución pero, como diría Hanna Arendt, ocurren milagros políticos por intermediación, desde luego, de fuerzas estrictamente humanas. Seguirán existiendo –como siguieron habiendo franquistas en España o pinochetistas en Chile- chavistas radicales que alimentan la fantasía de que si llega un gobierno opositor (coalición de partidos de centroizquierda) serán exterminados o minorías opositoras, con poco conocimiento histórico, que piensan que el chavismo es comparable con la máquina de muerte del nazismo o el stalinismo, pero se verán en la necesidad de doblegar sus tendencias autoritarias y temores en pro del acuerdo nacional. Este proceso de paz y de diálogo no es posible en las condiciones actuales, pero la crisis económica y la escalada del conflicto podrían colocar a la dirigencia actual de la revolución en la necesidad de negociar de verdad, cosa que no ha hecho en el actual proceso de diálogo hasta ahora infructífero (estamos a 12 de mayo de 2014). Democracia no es solo voto, no es posible justificar el atropello por una mayoría electoral, y esta realidad y el peso del desastre económico requerirá de liderazgos trascendentes, múltiples, en todos los sectores, de una reinvención de la democracia que no signifique volver a los caminos trillados de los socialismos y militarismos del siglo XX disfrazados de renovación política ni al apocamiento de la socialdemocracia a la española. No se trata de “buenos y malos de lado y lado”, de “todos somos hermanos venezolanos” o de dejar de ser cada quien lo que es, pensar lo que piensa o rodearse de quien desee. Se trata de entender que la diversidad social, política, cultural; las diferencias de aptitudes, inclinaciones y talentos; los distintos estilos de vida y modos de entender la existencia individual, deben definir el diseño de la democracia. Dicho esto, paso a responder el cuestionario.
1.¿Qué desató el actual conflicto en Venezuela?
A principios de febrero, estudiantes de la Universidad Experimental del Táchira (UNET) protestaron contra la inseguridad personal a raíz del intento de violación de una alumna en el campus de esta institución; ya desde el mes de enero jóvenes de otras universidades públicas y también privadas en distintos estados del país habían protestado por el mismo tema, pero la diferencia con las protestas en Táchira fue la represión ejercida por organismos de seguridad como la policía regional y la Guardia Nacional Bolivariana. Dos estudiantes fueron detenidos y enviados a la cárcel de Coro, estado Falcón, una cárcel de alta peligrosidad como lo son parte importante de los reclusorios venezolanos y se informaron excesos como golpes y humillaciones. El 12 de febrero -fecha en la que en Venezuela se celebra el Día de la Juventud en conmemoración de la Batalla de la Victoria (1814) en la que participaron muchachos sin mayor formación militar al mando del General José Félix Ribas- hubo una marcha estudiantil en Caracas que terminaba en el Ministerio Público para exigir la liberación de los jóvenes, entre otras demandas. La dirigencia política de la oposición, nucleada en la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), acompañó la protesta pacífica en la capital, simultánea a otras que se realizaron en el resto del país. Cuando la dirigencia y la mayor parte de los marchistas se habían retirado hubo un enfrentamiento entre jóvenes armados con objetos contundentes y funcionarios de las fuerzas de seguridad del estado en el cual resultaron asesinados por responsabilidad exclusiva de estos un joven opositor y un miembro de colectivos populares pro-oficialistas. A partir de este momento y hasta el día de hoy se multiplicaron las manifestaciones antigubernamentales en todo el país: desde marchas, comunicados, declaraciones y denuncias hasta las llamadas “guarimbas”, barricadas en varias ciudades que interrumpen el paso; en algunos casos tienen finalidades defensivas respecto a los cuerpos de seguridad -caso San Cristóbal, estado Táchira- y en otras de simple protesta como en los sectores medios del sureste de Caracas y otras ciudades y que, por cierto, no cuentan con el respaldo de parte de los propios opositores. Esta ola de descontento ha sido más bien anárquica pues no obedece a una organización instrumentada por la coalición de la Mesa de la Unidad Democrática o por alguno de sus partidos como Voluntad Popular “respaldados por el imperialismo norteamericano”, en palabras del gobierno. Aunque la MUD respalda la protesta pacífica al igual que los líderes más notables como Henrique Capriles Radonsky, María Corina Machado, Leopoldo López o Ramón Guillermo Aveledo, no hay un único punto de vista sobre lo que ocurre y su posible desenlace. A corto, mediano y largo plazo, en mi opinión, podrían reforzarse liderazgos hoy visibles provenientes de la vanguardia de estas protestas -el estudiantado-, de los sectores populares y de los propios partidos convertidos en fuerza de agitación no solo electoral sino política, ideológica y social.
Más allá de la situación que puntualmente dio comienzo al conflicto de febrero, las protestas obedecen a un generalizado sentimiento de malestar por la crisis económica, política y social de Venezuela. Aunque en las elecciones presidenciales del 2013 la población votante se inclinó en un 51% por el gobierno y 49% por la oposición, la conciencia de la crisis no respeta distingos políticos: todos reconocemos que hay crisis económica e inseguridad personal así la explicación sea la desastrosa gestión estatal o la “guerra económica” y “la herencia criminal del capitalismo” que denuncia el gobierno, argumentos esgrimidos por los sectores en pugna. Si bien la propuesta del líder opositor Henrique Capriles Radonsky de darle un sentido plebiscitario a las elecciones municipales de diciembre de 2013 fracasó entre otras cosas por la abstención de opositores decepcionados y humillados, la oposición no solo aumentó el número de alcaldías sino que además los problemas siguen en pie y la situación ha empeorado una vez que la piñata populista gubernamental da muestras de no ser infinita.
La mayor parte de las personas que han enfrentado a organismos de seguridad del estado son estudiantes de sectores populares y medios que por su edad solo han conocido un gobierno: el revolucionario. Si no se reconoce su derecho a la protesta (y el de todos y todas los venezolanos) -tal como hacen el gobierno, sus seguidores, amén de sus aliados políticos e intelectuales de la izquierda radical-, si se le criminaliza con argumentos tan absurdos y autoritarios como la supuesta pertenencia social, el color de la piel, si se es hijo o no de extranjeros y con descalificaciones tan brutales como “lacayos del imperialismo”, “apátridas”, “golpistas”, “racistas”, “fascistas” y “burgueses”, sería una prueba más de que estamos frente a un gobierno despótico respaldado por el voto de la mitad de la población. La democracia no es solo votos sino también respeto a las minorías. Aunque el parentesco de la revolución bolivariana con los socialismos reales del siglo XX ha sido explícito por cuanto se identifica con la revolución cubana, todavía está vigente, a pesar de todas las leyes revolucionarias que la contradicen, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Este instrumento es deudor del liberalismo político y contempla que la alternabilidad en el ejercicio del poder, negada de facto por una revolución que demoniza a la oposición del modo antes descrito. En Venezuela no existen “violentos de lado y lado” como si se tratase de un enfrentamiento con un país extranjero, una guerra civil o una contrarrevolución armada financiada por Estados Unidos. Estas fantasías propias de la guerra fría pretenden ocultar el ataque sistemático del estado contra aquellos que no aceptamos su hegemonía.
2.¿Existe desabasto en el país? De ser así, ¿qué se está haciendo para resolverlo?
Por supuesto que existe desabastecimiento en Venezuela. Una persona de Colombia, Ecuador, Panamá, República Dominicana o Brasil pueden comprar leche, café, azúcar y papel higiénico en cualquier negocio cercano a su casa; nosotros tenemos que someternos a horas de búsqueda y a largas filas para obtenerlos. En Venezuela no existe el famoso bloqueo cubano que ha servido de excusa durante décadas para los desmanes dictatoriales del gobierno de esa isla; contamos con un barril de petróleo a cien dólares, del cual le vendemos alrededor de un millón de barriles diarios al “odiado imperio norteamericano”. El gobierno es un gran importador de alimentos del exterior, tal como se reconoce oficialmente, y los distribuye en las redes estatales Mercal, PDVAL y Bicentenario, pero no es suficiente y ha comenzado a instrumentar una tarjeta electrónica de racionamiento, situación que debe sonarle familiar a quienes vivieron los socialismos reales del siglo XX y, desde luego, a la gente de Cuba. La producción interna es insuficiente dados los controles de precios absurdos pues la incapacidad económica del gobierno es trasladada a los agentes privados nacionales: el petroestado pretende que el empresariado venda a pérdida los rubros regulados o que limite sus ganancias a máximo un treinta por cierto, pero la inflación fue del 56% el año 2013. Imagínense que la revolución hiciera lo mismo con el barril de petróleo: en lugar de venderlo a cien dólares debería venderlo a dieciocho. El gobierno es selectivo respecto a la economía de mercado: para vender petróleo la aplica, pero para el resto de la economía usa recetas de Zimbabue y Cuba, no de sus aliados de China, Brasil y Ecuador. No estamos peor porque el petróleo nos sigue alimentando. La revolución bolivariana es una continuación del estado rentista del siglo XX llevado a la exacerbación, lo cual le permite jugar con esa fantasía tan atractiva para intelectuales radicados en Europa Occidental o en Estados Unidos: el poder popular, las comunas auto-sustentadas que superarían tanto la propiedad privada como el estado. La realidad es que el petróleo permite estos juegos pre-modernos que económicamente no han tenido resultados destacables en el concierto de la productividad nacional. Además, las formas de organización de base no violentas existentes en los sectores populares son perfectamente posibles sin necesidad de arruinar al país, mantener en vilo a los seguidores del oficialismo demonizando a los no oficialistas y asediar de manera inmisericorde a la oposición.
3.¿A qué podemos atribuir esta serie de manifestaciones? ¿Son el resultado de un conflicto interno o son inducidas por intereses externos?
El gobierno revolucionario responsabiliza de esta explosión contestataria al dirigente opositor socialdemócrata Leopoldo López, líder máximo de Voluntad Popular, organización adscrita a la MUD, coalición de partidos antes mencionada. Para el mes de enero, Leopoldo López -junto a la diputada demócrata liberal María Corina Machado y el Alcalde Mayor del Distrito Metropolitano el también socialdemócrata Antonio Ledezma del partido Alianza Bravo Pueblo-, convocaron a Asambleas de Ciudadanos en distintas ciudades del país, figura contemplada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). En estas asambleas se discutiría #LaSalida: referéndum revocatorio, constituyente o renuncia de Nicolás Maduro. Independientemente de que todas estas opciones implican procesos electorales y son contempladas igualmente en la constitución, desde el lado oficialista se consideran llamados a la insurrección y al golpe de estado. Por esta razón López está preso, los dirigentes de Voluntad Popular Carlos Vecchio y Antonio Rivero están en la clandestinidad y María Corina Machado está amenazada con detención, amén de que el presidente del parlamento venezolano, Diosdado Cabello, decidió arrebatarle sumariamente su condición de diputada electa por el mayor número de votos obtenido por parlamentario alguno en el año 2010. Así mismo, ha sido detenido el alcalde Daniel Ceballos de San Cristóbal, estado Táchira, y ha sido juzgado sumariamente y condenado a 10 meses de cárcel Enzo Scarano, Alcalde del Municipio San Diego, del Estado Carabobo. Dirigentes estudiantiles como Gaby Arellano han sido víctimas de allanamientos por no hablar de otros estudiantes y periodistas detenidos y vejados.
Las protestan han involucrado a todo el país y si, como dice el gobierno, lo barrios no hacen barricadas (aunque sí suenan cacerolas) es porque los grupos paramilitares del gobierno los mantienen en estado de amenaza. Dirigentes populares opositores, Saverio Vivas entre muchos otros pero a quien menciono por la notoriedad que ha logrado en los últimos tiempos, dan fe de que el miedo existe entre los sectores populares de oposición dados los grupos paramilitares que actúan con impunidad. El descontento, en realidad, atraviesa a los diferentes sectores sociales del país porque si no el 49% de votos obtenido por Henrique Capriles Radonsky hubiese sido imposible.
Dados los problemas existentes, el conflicto tiene razones estrictamente internas. Creer el cuento, propio del discurso de la guerra fría, de que Estados Unidos está detrás de las innumerables protestas, detrás de 49% de los hombres y mujeres que nos oponemos a este remedo de democracia y detrás de la coalición de centro-izquierda conocida como la Mesa de la Unidad Democrática, es irrespetar a la mitad de la ciudadanía de mi país, desconocer nuestra historia y prestarse a esa incalificable postura de la izquierda radical que defiende que todo gobierno que cuestione al gobierno norteamericano es amigo de la emancipación y liberación de la humanidad. Declararnos marionetas de Estados Unidos en su sed de hegemonía y de petróleo es parte de la estrategia de descalificación, deshumanización y negación al que nos somete el gobierno revolucionario y forma parte de los estribillos de la izquierda académica militante y propagandista que poco estudia y mucho escribe sobre Venezuela. En todo caso, de existir esas conexiones tipo “oposición marioneta del imperialismo” no han sido demostradas más allá de la constante descalificación gubernamental, en uso de un recurso propio de la típica propaganda de raíz goebbeliana.
4. Desde la perspectiva del presidente Maduro, la “trilogía del mal” está representada por Capriles, López y Machado… Al mal se le debe combatir y se le debe desaparecer. ¿Cómo conjugar el deseo de desaparecer a la oposición y la convivencia democrática?
Es gravísimo cuando el lenguaje de la política es atravesado por la retórica del bien y del mal, proveniente de religiones practicadas de manera fundamentalista y no de la ética democrática, los derechos humanos y la existencia de diversas visiones del bien común. La política como vía de convivencia en el conflicto retrocede cuando un gobierno califica a sus oponentes de “no-pueblo”, cuando se piensa que el ser una mayoría circunstancial electoral da el derecho de aplastar al adversario. El gobierno revolucionario se convirtió en autoritario cuando empezó a entender el ascenso al poder ejecutivo de la oposición como una catástrofe y no como parte de la vida normal del país. Intenta imponer su hegemonía por medio de sus políticas culturales, educativas, comunicacionales, tal como propone la visión marxista gramsciana, y a través desde luego de las económicas; se basa, entonces, en la certeza de que la voluntad general del pueblo organizado intuye lo que le conviene, tal como plantea el Plan de la Patria 2013-2019, pero solo le hace falta la prudente guía de la revolución para darse cuenta con plena consciencia. Al no lograr esta hegemonía, pues la oposición continúa y la crisis económica se multiplica, apela entonces a la demonización del adversario en términos puramente emocionales y echando mano al culto a la personalidad más costoso y descarado no solo de la historia de Venezuela, sino me atrevería decir de América Latina. El éxito de la revolución bolivariana se basa no solo en el reparto de la renta petrolera en sectores muy desfavorecidos sino también en la exaltación de la pobreza como la única condición noble y valiosa existente en el país, exaltación que se acompaña de una brutal distorsión de nuestra historia republicana que niega todas las conquistas democráticas anteriores a 1998, considera negativo el golpe de estado del año 2002 y exalta los dados por Chávez en 1992.La calificación de golpista a una oposición cuyos dirigentes no son los protagonistas, estilo empresario Pedro Carmona, de la payasada autoritaria que sacó a Chávez del poder por un par de días en 2002, es parte de esta distorsión.
Este discurso del bien y el mal tiene otras aristas dignas de análisis, sobre todo cuando se traduce a un lenguaje secular como es la utilización de las categorías izquierda y derecha. En Venezuela el gobierno no ha hecho suyos temas como el aborto, los derechos civiles para homosexuales, lesbianas y transgéneros o la legalización de la marihuana porque la fuerte presencia de evangélicos y católicos practicantes en la revolución no lo permite. Existen grupos LGBT que apoyan la revolución pero no han obtenido reivindicaciones después de 15 años de revolución, a diferencia de lo ocurrido en países con gobiernos socialdemócratas como España, Francia y Uruguay.La homofobia es evidente en el alto gobierno que constantemente descalifica como homosexuales a dirigentes de la oposición. Militarismo, estatismo, conservadurismo y culto a la personalidad no parecen características de la llamada izquierda democrática pero son muy congruentes con el proyecto revolucionario.
5.-¿Cuál es la situación de los derechos humanos?
El Foro Penal Venezolano y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y PROVEA han documentado graves violaciones a los derechos humanos por parte de los organismos de seguridad del estado. Ha habido alrededor de 1900 detenciones, más de 39 asesinados –la mayoría a opositores o personas que ni siquiera estaban involucradas en las protestas-, centenares de heridos y 60 casos sustanciados ante la Fiscalía General de la República de tortura y tratos degradantes a personas detenidas. Gobierno, intelectuales y dirigentes chavistas indican que así se comportan las fuerzas de seguridad del estado en todas las democracias del mundo, pero valdría la pena recordar que en las manifestaciones chilenas y brasileñas de los últimos tiempos no hubo este despliegue de muertos, heridos, allanamientos y detenciones, y que esos mismos intelectuales y dirigentes se rasgan las vestiduras denunciando la represión a la guerrilla comunista de los años sesenta del siglo pasado y a los estudiantes universitarios en fechas posteriores. Venezuela no tiene un enfrentamiento armado entre dos bandos; se trata de los cuerpos de seguridad contra una población civil cuyo potencial de violencia es minúsculo en comparación con el estado. El gobierno habla de sabotajes a obras de infraestructura pero no pasa de denuncias televisivas y no conocemos a los presos, juzgados y condenados por estos delitos. Como suele ocurrir con los gobiernos de este tipo, la brecha entre la realidad y los deseos de hegemonía absoluta dispara la sospecha permanente, la calumnia y la permanente denuncia de conspiraciones no probadas.
6.-El Estado venezolano ha asegurado que los cientos de fotografías y videos que circulan en la red, mostrando la represión contra la población, pertenecen a otros momentos y otras regiones. Esa no es la verdadera situación de Venezuela, dicen. Sin embargo, las emisiones en vivo de las cadenas de televisión extranjeras, pese a la amenaza de la censura que recibió CNN, muestran también esa represión. ¿Cuál es la verdadera realidad que vive Venezuela?
Invito a ver el informe del mes de febrero de la organización PROVEA; las informaciones del Foro Penal Venezolano; las páginas WEB de periódicos como El Universal, El Nacional, Tal Cual, 2001; la revista virtual PRODAVINCI. El oficialismo coloca el foco en irresponsables en las redes sociales y no en los hechos ya documentados. Además, el gobierno venezolano pone a su servicio los medios de comunicación del estado, las radios y televisoras comunitarias y ha logrado silenciar a los antes muy críticos medios privados por vía de la censura, la autocensura, el ahorcamiento económico y la falta de papel para imprimir.
7.-Las diferencias entre Maduro y Chávez son muchas y es razonable que el “carisma” no se herede. Sin embargo, más allá de la personalidad, ¿qué mejoras ha traído el gobierno de Maduro?
Ninguna.
8.-¿Cómo se está resolviendo el problema de las divisas y los raspa tarjetas? ¿Y de la inseguridad? Caracas está dentro de las ciudades más peligrosas del mundo?
Pensar que el gran problema es el cupo de 3000 dólares años que cada venezolano (a) puede comprar a precio controlado para gastar en el exterior no merece el más mínimo análisis. La corrupción desatada, el endeudamiento, el gasto público, el despilfarro, el rentismo y los 20000 millones de dólares que estafaron los empresarios con empresas fantasmas son una explicación más sensata. En este momento se acaba de hacer una subasta de dólares (SICAD II) en la que la divisa llegó a alrededor de bs. 51, 8 cuando la oficial es a 6,30.Estamos en un momento realmente grave de la economía venezolana.
En cuanto a la inseguridad, el ministro del Interior y Justicia Miguel Rodríguez Torres reconoció una tasa de 39 asesinatos por cada 100000 habitantes, lo cual da la aterradora cifra de 11000 asesinatos al año en un país de menos de treinta millones de habitantes. El Observatorio Venezolano de Violencia habla de 24000 asesinados en el año 2013. Evidentemente, la revolución ha fracasado en el tema y esgrime, por cierto, una excusa totalmente inconsistente como que el capitalismo propicia una cultura de la muerte. Si es así, por qué en Suiza, España, Alemania, Gran Bretaña o Nueva Zelandia no encontramos semejantes cifras de fallecimientos violentos.
9. -Maduro ha denunciado sistemáticamente la injerencia de gobiernos extranjeros en la política interna de Venezuela, no así la del “pueblo amigo”: el gobierno cubano. ¿No existe una contradicción al respecto?
Cuba le ha dado legitimidad revolucionaria al gobierno dentro de cierta izquierda radical y Venezuela, a cambio de darle aire a esa economía de la miseria que oprime a los cubanos, ha obtenido un sistema de control de la población largamente probado en décadas de supremacía del PCC, lo que pasa es que nosotros veníamos de décadas de democracia partidista y alternabilidad en el poder y es difícil implantarlo sin quejas. El gobierno siempre habla de injerencia pero lo que no ha podido probar es que ésta tenga un impacto real en las complejas problemáticas y en los conflictos de Venezuela. De hecho, tiene unos cuantos aliados en el exterior.
10. ¿Qué papel desempeñan los gobiernos latinoamericanos aliados de la revolución bolivariana?
El de concederle al gobierno el estatus de una democracia, ni más ni menos. Ver a Cuba en la CELAC es el perfecto equivalente de la presencia de gobiernos militares pro-norteamericanos en otra época en organismos multilaterales, pero es evidente que es más importante lucir de izquierda y anti-yanqui que ser demócrata. Como lamento que líderes cuyas políticas públicas considero acertadas como Michelle Bachellet, Dilma Roussef, Lula y José Mujica recuerden más sus tiempos de víctimas del militarismo pro-yanqui que su presente como líderes democráticos posteriores a la guerra fría.
@giselakozak
En esta edición de Literal intentamos ofrecer dos puntos de vista sobre la situación actual de Venezuela: La de sus críticos (Gisela Kozak Rovero) lo mismo que la de sus simpatizantes (Luis Duno Gottberg). Para ello hemos preparado 10 interrogantes fundamentales en torno a la crisis, sus causas y posibles salidas; todo con el propósito de brindar un panorama a partir del cual el lector podrá hacerse de un juicio propio. Aquí nuestra conversación con Luis Duno Gottberg en su version completa:
1. ¿Qué desató el actual conflicto en Venezuela?
1.- Si tuviera que resumirlo todo en tres ideas diría lo siguiente: el conflicto actual en Venezuela se debe tanto a las deficiencias y fracasos del proyecto chavista, como a un marcado antagonismo de clase y un descarnado oportunismo político. En este sentido, se combinan aquí el descontento legítimo de una parte de la población, con un violento proceso de reconfiguración de las facciones políticas que se disputan el poder.
Pero quisiera ahondar un poco más en todo esto. Así como es un error pensar que la conflictividad en la sociedad venezolana de la última década se inicia con la llegada de Hugo Chávez a la escena política, es también una simplificación pensar que lo que hoy vive el país se deriva exclusivamente de la protesta iniciada en el mes de febrero de este año. Yo diría que el germen de nuestra polarizada realidad se encuentra en el diseño mismo de un proyecto de nación que marginó y violentó a las grandes mayorías. La rebelión popular de 1989, “El Caracazo,” fue en este sentido un punto de quiebre que no debía sorprender en un país rico que desbordaba pobreza; un país que se declaraba mestizo y tolerante mientras despreciaba al negro y al indígena; un país soberano que no controlaba su riqueza. La llegada de Chávez al poder, la prolongada continuidad de la Revolución Bolivariana, pero también el rechazo que generó en una parte de la población, supuso y supone una lucha entre visiones antagónicas de cómo ha de concebirse la nación y quiénes han de disfrutar de su riqueza. Para decirlo de otro modo, si bien el proyecto chavista articuló distintas formas de la indignación social e incluso instrumentalizó el antagonismo de clase, lo sustancial es que ya existían estructuras históricamente conformadas que creaban condiciones para un violento conflicto. Otro hito en la agudización de la pugna es 1998, cuando la llegada de Chávez a la presidencia anuncia cambios acelerados en la estructura política y económica del país. La aprobación de las famosas 49 Leyes Habilitantes del 2001 (entre las que se encontraban regulaciones que afectaban el negocio del petróleo, la pesca y la tenencia de la tierra) generó la primera gran confrontación. Lo que estaba en disputa era, sobre todo, la distribución de la riqueza de un poderoso petro-estado. Estos antecedentes (y otros), deben preceder cualquier análisis, de lo contrario terminamos con una visión estrecha y falseada de la realidad del país y, lo más grave, no lograremos aportar soluciones viables.
Ahora bien, en términos de lo inmediato, el conflicto que comienza en febrero de este año responde a una coyuntura específica en que las deficiencias del proyecto chavista en su modelo de gestión y gubernamentalidad se entrecruzan con las apetencias de poder y las fracturas dentro de la oposición. En relación a lo primero, es indudable que existe una crisis económica sustancial, con altos índices de inflación y una progresiva devaluación de la moneda que afecta al consumidor de un país que, por no haber logrado activar de modo efectivo su aparato productor, depende en gran medida de las importaciones. Otro factor que genera descontento tiene que ver con la violencia criminal; fenómeno vinculado a la corrupción generalizada, la expansión (continental) del narcotráfico, el paramilitarismo colombiano, la tenencia de armas y patrones culturales anclados en el machismo. Por otro lado, lo ocurrido en febrero debe verse a la luz de una suerte de “golpe de estado dentro de la oposición.” ¿A qué me refiero? En la última elección presidencial, llevada a cabo unos meses después de la muerte de Chávez, el candidato opositor Henrique Capriles Radonski obtuvo un notable incremento en el número de votantes que lo favorecían. Esto fue un éxito para la oposición que capturó más de medio millón de votos que antes se alineaban con el chavismo. Ese éxito se vincula a un aprendizaje por parte del candidato que, a partir del fracaso del 2002 (fecha del Carmonazo), entendió que el discurso del “estado de bienestar” debía estar presente en su propuesta electoral. Sin embargo, este éxito no fue adecuadamente valorado por todos los factores que convergen en la oposición. Cierta impaciencia los llevó a impulsar violentas protestas para desconocer un resultado electoral que, más allá del problema del ventajismo que suponía el control chavista del Estado, estuvo legitimado por la participación masiva y pacífica de los diversos actores políticos. El conflicto amainó eventualmente, dejando un lamentable saldo de muertes entre los simpatizantes de ambos grupos políticos.
Con la llegada de las elecciones de alcaldes y gobernadores del 2013 se pretendió impulsar la idea de que los resultados supondrían una suerte de referendo revocatorio que impugnaría la legitimidad de Nicolás Maduro. El resultado no fue el esperado, puesto que el sector oficialista aumentó el voto popular y el presidente, que se iniciaba en posición de debilidad, parecía ganar terreno frente a la opinión pública. El fracaso de esta estrategia llevó a virulentas críticas al interior del grupo opositor y el liderazgo de Capriles se vio seriamente erosionado. A partir de ese momento, Leopoldo López y María Corina Machado encuentran un espacio propicio para impulsar su propio liderazgo dentro de la oposición y apuestan al discurso de “La salida.” Es decir, frente a lo que percibían como un debilitamiento de su antiguo candidato (y el fracaso de la vía electoral), apuestan a una presencia masiva de sus simpatizantes en las calles de las ciudades principales del país a fin de forzar la renuncia del presidente electo. A partir de aquí se convoca a la población a protestar por la crisis económica y la inseguridad (lo que es perfectamente legítimo), pero con el discurso subyacente de que el gobierno debe cesar en sus funciones (lo que sólo podría hacerse mediante el referendo estipulado por la constitución nacional a fin de respetar la voluntad de todos los venezolanos). Confluyen así demandas legítimas (de seguridad ciudadana, mejoras económicas y amplitud del campo político), con disputas por el poder dentro de la oposición y el deseo de violentar el orden constitucional por parte de los sectores más extremistas. De este modo, paros armados, sabotajes y asesinatos selectivos amenazan con transformarse en una forma crónica de resistencia contra el gobierno y sus instituciones. El resultado ha sido un clima de destrucción y zozobra en que la polarización exacerbaba amenaza seriamente la estabilidad de la nación. Día a día lamentamos la pérdida de vidas (de estudiantes chavistas y opositores, trabajadores y varios miembros de las fuerzas policiales). Día a día experimentamos las consecuencias del daño significativo a la infraestructura y a la economía.
2. ¿Existe desabasto en el país? De ser así, ¿qué se está haciendo para resolverlo?
2.-Sí existe desabastecimiento en muchos rubros y las causas son, como es de esperarse, múltiples. Por un lado, hay serias fallas en las políticas económicas desplegadas en los últimos años que, en medio de la enorme conflictividad, han generado desinversión. Eso es serio y hay que revisarlo y cuestionarlo. Venezuela sigue siendo un país importador, aunque algunos rubros han logrado aumentar su rendimiento. La incapacidad para activar el aparato productor y el fuerte endeudamiento parecen lastres de la Venezuela Saudita, entrampada en una economía de extracción. Sin embargo, el desabastecimiento también tiene su origen en diversas formas de escamoteo económico, que van desde el millonario contrabando de bienes subsidiados por el Estado, hasta el acaparamiento. Se han encontrado toneladas y toneladas de alimentos escondidos en depósitos industriales, por ejemplo. Esto no podemos dejarlo de lado en nuestro análisis. ¿Y qué se está haciendo? Se ha tratado de acabar con el acaparamiento y el contrabando por medio de todo tipo de controles. Por ejemplo, se está implementado un sistema electrónico para evitar que la gente compre los bienes subsidiados a fin revenderlos en la economía informal o sacarlos de contrabando hacia Colombia. Ahora, no se han tomado suficientes medidas efectivas para estimular la economía y esto merece un debate nacional serio.
3. ¿A qué podemos atribuir esta serie de manifestaciones? ¿Son el resultado de un conflicto interno o son inducidas por intereses externos?
3.- El conflicto responde a las dos cosas. Como sugería antes, dentro de Venezuela existen grupos que se benefician de la exacerbación del antagonismo. Por ejemplo, quienes perciben que sus oportunidades se encuentran disminuidas dentro del juego electoral, logran visibilidad y protagonismo mediante la violencia. Quienes desean reposicionarse dentro de cada grupo como líderes viables se construyen a sí mismos/as sujetos fuertes, dispuestos a todo. Quienes se veían excluidos de la riqueza (bien y mal) distribuida por parte del Estado también apuestan a un reordenamiento que les permita acceder a los petro-dólares.
Sin embargo, también existen razones más inmediatas y legitimas para protestar. La crisis económica, el incremento de la inseguridad y la corrupción son problemas reales que preocupan tanto a opositores como a chavistas.
Hay otro elemento que me parece fundamental explorar para comprender el papel que juegan otros factores internos y externos dentro del conflicto. Me refiero a lo que denomino “la geografía política de la protesta”. Se trata de pensar en el significado político y social de los lugares en los que se expresa con mayor violencia el descontento frente al proyecto chavista. Esta consideración podría arrojar datos interesantes para pensar en términos geopolíticos (en el caso del paramilitarismo en Táchira) o de antagonismos de clase (en el caso de la protesta localizada en urbanizaciones de clase media).
Por último, no podemos desestimar tampoco el interés que existe fuera de Venezuela en que concluya definitivamente la llamada “Era Chávez”. En los últimos quince años, el Estado venezolano ha sido antagónico frente a los intereses de los Estados Unidos. Este antagonismo se vincula a la postura nacionalista del proyecto revolucionario (lo que incide directamente en la naturaleza del intercambio económico) y la política exterior. Tal vez el ejemplo más transparente de esta animadversión sea el reconocimiento de los Estados Unidos al brevísimo gobierno de Carmona en el 2002 y, como lo demuestran numerosos documentos, las cuantiosas sumas de dinero dirigidas hacia grupos que enfrentan al proyecto chavista (ver, por ejemplo, la distribución de fondos por parte del National Endowment for Demoracy). Más recientemente, los representantes del estado de la Florida, la congresista Ileana Ros-Lehtinen y el senador Marco Rubio, impulsaron la idea de sancionar al gobierno de Venezuela. No cabe duda que esto supone una forma de injerencia extranjera.
4.-Desde la perspectiva del presidente Maduro, la “trilogía del mal” está representada por Capriles, López y Machado… Al mal se le debe combatir y se le debe desaparecer. ¿Cómo conjugar el deseo de desaparecer a la oposición y la convivencia democrática?
4.- Hay varios errores en ese razonamiento que yo no comparto. El primer error está en pensar en términos de “trilogía del mal”. Es un imaginario similar al de Bush que termina por borrar la especificidad de los actores políticos. La oposición es heterogénea e incluso Capriles, López y Machado son distintos entre sí. El chavismo es también heterogéneo. No hay otra manera de resolver el conflicto que hoy ahoga al país que no sea el diálogo y el reconocimiento del otro. Ambos lados se niegan mutuamente con vehemencia. El pensamiento maniqueo del “bien contra el mal” está presente no sólo en Maduro, sino también en algunos sectores de la oposición. Hay que entender que hay un porcentaje importante de la población que valora el proyecto chavista y que votó por él. El discurso de “La salida” ignora, borra con el fuego de la barricada y el fusil, a la mitad del país. La represión de la protesta pacífica y la negación de opositor como interlocutor político ahoga a la otra mitad del país. Hay que distanciarse de esta lógica y de este lenguaje.
5.-¿Cuál es la situación de los derechos humanos?
5.-Ha habido violaciones puntuales a los derechos humanos por parte de los cuerpos oficiales, como también han existido atropellos por parte de grupos civiles de ambos lados. Cuando un grupo de manifestantes violentos impide el paso a una ambulancia, tiende alambres en las bocacalles para derribar motorizados o dispara contra las personas que desmontan barricadas, ¿no se atenta contra los derechos humanos? Cuando una organización civil intimida a otro grupo que expresa su descontento frente al rumbo del país, ¿no se atenta contra los derechos humanos? Se dirá que sólo el Estado puede violar los derechos humanos, pero me parece que este razonamiento deja brechas inaceptables para la violencia. El gobierno está de cualquier modo en la obligación de restituir el orden sin violentar el derecho a la protesta pacifica. Ese es el reto que la instrumentalización perversa del antagonismo dificulta remontar cada vez más.
6. El Estado venezolano ha asegurado que los cientos de fotografías y videos que circulan en la red, mostrando la represión contra la población, pertenecen a otros momentos y otras regiones. Esa no es la verdadera situación de Venezuela, dicen. Sin embargo, las emisiones en vivo de las cadenas de televisión extranjeras, pese a la amenaza de la censura que recibió CNN, muestran también esa represión. ¿Cuál es la verdadera realidad que vive Venezuela?
6.- La manipulación de imágenes es un hecho que alcanza dimensiones grotescas. Hay una gran cantidad de fotografías que han sido manipuladas y se han hecho circular internacionalmente, avivando la violencia y produciendo interpretaciones falseadas de la realidad del país. Imágenes provenientes de Brasil, Grecia, Egipto, Siria e, incluso, imágenes tomadas de páginas pornográficas donde hay violencia sexual, han sido difundidas señalando que ocurren en el país. La “realidad” es siempre mediada, pero este tipo de mediación no pasa simplemente por los filtros de una interpretación personal, sino que constituyen una verdadera estrategia de guerra que exacerba el odio.
7. Las diferencias entre Maduro y Chávez son muchas y es razonable que el “carisma” no se herede. Sin embargo, más allá de la personalidad, ¿qué mejoras ha traído el gobierno de Maduro?
7.-Creo que Maduro y Chavez son completamente distintos. Tienen personalidades diferentes, estilos diferentes. El contexto nacional e internacional también ha cambiado. Habría que decir asimismo, que el carisma no se hereda, pero en alguna medida se cultiva. Tal vez de allí que Maduro actúe con más fuerza que Chávez frente a los intentos por derrocarlo.
En términos de las mejoras, creo que la situación del país se ha agravado. A los desaciertos en el ejercicio del poder (planificación e implementación de proyectos de desarrollo y gestión) se suma un antagonismo feroz por parte de quienes disputan el control de la jugosa renta del petro-Estado. La confluencia de estos factores destruye fácilmente a un país, si a esto se agregan los daños causados, no por la protesta pacífica y necesaria, sino por las expresiones violentas de un sector de la oposición a partir de las últimas elecciones presidenciales. Se trata de un asedio continuo y, en ocasiones, brutal. Me refiero al acaparamiento de mercancías, la acción vandálica y el hostigamiento. Todo esto ha tenido un impacto económico significativo que se une a las propias deficiencias del gobierno.
Un aspecto interesante y prometedor que ocurrió en los primeros días de la llegada de Maduro al poder que fue su intento por atacar la corrupción. Hubo varias acciones importantes que buscaban confrontar estos vicios al interior del chavismo. Ha habido también intentos por mejorar la cadena de distribución de alimentos, pero esto se deriva de proyectos iniciados ya por Chávez. Otro aspecto fascinante actual tiene que ver con el proyecto de las comunas. Aunque se podría sugerir la contradicción que existe en un programa de autogestión impulsado desde el aparato estatal, existen experiencias al interior del país que revelan éxitos en la organización popular de comunidades productivas. Es el caso de Lara, por ejemplo. Sin embargo, las energías parecen ahora dirigirse a mantenerse en el poder, en un contexto marcado por los intentos de desestabilizar al gobierno.
8.-¿Cómo se está resolviendo el problema de las divisas y los raspa-tarjetas? ¿Y de la inseguridad? Caracas está dentro de las ciudades más peligrosas del mundo
8.- El tema de las divisas es súper complejo. El Estado venezolano apostó al control de cambios como una manera de conjurar un fenómeno desestabilizador: la fuga de capitales que se aceleró con la llegada de Chávez y que se vinculaba tanto a la desconfianza como a un intento calculado por minar su gobierno. Hay que enfatizarlo: la fuga de capitales tenía que ver, sin duda, con inestabilidad económica y miedo a la inversión—lo entiendo—pero también respondía a planes expresos por desestabilizar al país. A ello hay que sumar otro hecho indudable: un petro-estado se beneficia del control de la divisa debido al influjo masivo que recibe por medio de la exportación del hidrocarburo y sus derivados. Ese tipo de estrategia, sin embargo, no funcionan a largo plazo y es lo que ha ocurrido en Venezuela. El estado no puede convertirse en una especie de agencia cambiaria. No es el “negocio” que le corresponde. Ello genera escasez en la disponibilidad de la moneda extranjera y, por supuesto, corrupción. Ahora, ¿cómo alejarse de esta práctica sin generar inestabilidad? Creo que la multiplicación de las tasas cambiarias (que parece un poco surreal) es una manera de retirarse paulatinamente. El caso de “los raspatarjetas” es la expresión más pedestre de esta aberración que, sin duda, alcanza mayor importancia en otros espacios de la economía. La práctica es la siguiente: la gente compra pasajes y no viaja para luego revender un cupo asignado con tasa preferencial, ganando altas sumas en el mercado negro. Esto ocurrió en México y en muchos lugares como Argentina, etc. Pero esta es la dimensión picaresca del fenómeno y no creo que constituya la expresión más dañina de los ilícitos cambiarios. Es probable que la gran corruptela ocurra a niveles más altos.
Con respecto al incremento en la “inseguridad” en Venezuela hay que decir varias cosas. En primer lugar, que como todo en un país profundamente polarizado, algunos decidirán ver las cifras del gobierno (15,000 asesinatos/año) y otros las de la oposición (25,000 asesinatos/año). De un modo u otro, el panorama es deplorable y requiere una intervención que abarque tanto las estructuras del estado como las prácticas sociales. Digo esto sin olvidar que, como cualquier estudioso de la estadística sabe, los números no hablan por sí mismos, como una foto tampoco es un retrato fiel de la realidad, sino un recorte y reordenamiento de ésta.
Segundo, creo beneficioso optar por otro concepto para hablar del tema. En lugar de “inseguridad,” pensemos en la “violencia criminal” que afecta, en gran medida, a las clases más desfavorecidas –aunque los casos de celebridades sean los más visibles en los medios masivos. Esta distinción es clave para hacer justicia a la complejidad de la violencia y a su carácter político. Aquí hay que tomar en cuenta el fenómeno de pobreza de cara a la abundancia y el consumismo más vulgar, los efectos de la economía del narcotráfico, la corrupción del aparato policial y carcelario, y el afianzamiento de una cultura machista de la crueldad y el exceso. Vivimos en un país violento por la confluencia de estos factores.
Ahora, las dimensiones de esa violencia han sido objeto de una hiperbolización escandalosa, como lo ha demostrado recientemente la estudiosa Dorothy Kronick, de la universidad de Stanford. Ella explica que la tan difundida idea de que la tasa de muertes violentas se duplicó en Venezuela durante los noventa y se triplicó en la siguiente década, sobrepasando a México e Irak, responde a un problema serio en el modo en que se generan los números. Los usos de la estadística responden, a su vez, a una agenda. En efecto, el Observatorio Venezolano de la Violencia (organización que genera los estudios utilizados por la Oposición) admite que sus métodos y estimaciones responden a la dificultad de levantar datos confiables. Sin embargo, este tipo de aproximaciones y este tipo de metodologías a veces dan por resultado una visión similar a aquellas “representaciones” que mencionamos más arriba y que pasan por la “magia falaz del Photoshop”.
Decir esto no supone negar el grave problema de criminalidad que existe en el país, ni mucho menos aceptar ciegamente las cifras que difunde el Estado. Se trata más bien de exigir un uso honesto y serio de las estadísticas sobre la violencia criminal que afecta a la población.
9. Maduro ha denunciado sistemáticamente la injerencia de gobiernos extranjeros en la política interna de Venezuela, no así la del “pueblo amigo”: el gobierno cubano. ¿No existe una contradicción al respecto?
9.-Sí; tu pregunta resulta lógica, formulada de esa manera. Y sí, dentro de dicha lógica podría haber una contradicción, porque es cierto que hay relaciones importantes entre Venezuela y Cuba, y ésta última proporciona asistencia de todo orden a cambio de un importante acuerdo petrolero. También es cierto que los Estados Unidos proporciona asistencia de todo orden a quienes intentan desestabilizar el gobierno democráticamente elegido en Venezuela. Entonces, desde otro punto de vista, la acusación de Maduro opera desde una “Razón de Estado” que denuncia la injerencia de poderes que concibe como enemigos a los intereses de la nación. Una cosa es que un Estado establezca alianzas soberanas a partir de sus intereses (que los compartamos o no es otra cosa) y otra distinta es que lo factores exógenos a la nación (aunque estén alineados con sectores nacionales) operen en contra de los intereses del Estado-Nación.
10. ¿Qué papel desempeñan los gobiernos latinoamericanos aliados de la revolución bolivariana?
10. En los últimos años he sentido que Venezuela es algo así como un país proxi donde, salvando las distancias, donde se luchan batallas afines a aquéllas que desgarraron al mundo durante la Guerra Fría, cuando grandes poderes instrumentalizaban a “terceros países” para establecer sus áreas de influencia.
Por otro lado, creo que existe una mayor solidez institucional en América Latina o, por lo menos, una clara intuición de que desestabilizar gobiernos abre las puertas a una gran crisis regional. Lo ocurrido hace poco en OEA, donde hubo respaldo no al gobierno de Maduro sino a los procedimientos institucionales y democráticos, tiene un gran valor. Apoyar al derrocamiento de un presidente democráticamente electo es sumamente peligroso. Pensar que este organismo multinacional actuó respondiendo al interés económico que podrían tener los países que lo integran (que es como lo leyó un sector de la oposición) es de una simpleza tremenda.
Quisiera permitirme ahora una reflexión final en torno a la necesidad de cambiar definitivamente la naturaleza agónica de la política venezolana. La dinámica de amigo-enemigo, como principio de la definición de las facciones en conflicto y principio de autoafirmación, sólo acarreará destrucción. Hay una ambivalencia en la palabra “hostilidad”, donde coexisten tanto hostis (otro, extranjero) como hospes (huésped). El espacio nacional siempre está instalado en esa tensión entre acoger y rechazar al otro; entre expulsar al otro siempre para traerlo a casa y volver a excluirlo (es huésped y extranjero, cercano y distante). Queda en manos de todos los venezolanos apostar a un sentido distinto de comunidad que escape a esta agónica dicotomía. Ello no supone abandonar el diferendo, sino transformarlo en un confrontación democrática apegada a principios de amplitud y respeto. No hay otra opción. Los acontecimientos de febrero no son sino la prolongación de una dinámica en la que sólo concebimos el horizonte de la vida nacional a partir de la hostilidad hacia aquél que no piensa como nosotros. Más allá de los fracasos del proyecto chavista, más allá de las pulsiones sediciosas de un sector de la oposición, más allá de los odios que se gestan a partir de la definición de campos de lucha, existe un país de desea vivir en paz.