Demencia incurable en blue
Ernesto Lumbreras
Morí ahogado en el mar esmeralda de Cancún. ¿O era de un azul venusino? ¿O
en mi ojo de recién bautizado por el esmalte de esas aguas me esperaba otra vida?
Después de errar por el lecho marino, retorno al mundo canalla aferrado al pezón
de la laguna de Bacalar. De mayor extrañeza que mi resurrección, me encuentro
aquí, en el trópico maya, una vez más. Dispongo de una banda celeste –colores
que mudan de ropa en mi pensamiento− y que procuro ordenar con el flautín de
un ciego.
Puesto en esta demencia en blue, entreveo una sola estrategia de salvación:
gritar. ¡El lenguaje me sirve de nada, sombra del pájaro de las cuatrocientas voces,
para vaciar mi estupor! Por ahora, en la ebriedad acuamarina de ese cielo caído
de cabeza, mi preocupación capital ganará el oxígeno necesario para una aventura
en mares sarracenos. Después, cumplida mi visita conyugal con la Xtabay, con
los cofres atestados de almas tristes, regresaré a la vigilia del azul para solicitar mi
conversión a la vida espiritual de un manatí.
* * *
(Nuevo cancionero: 3)
El arte
que me excluye
de ti,
muerte mía,
posee
un cunero
(con llantos repentinos)
flotando en alta mar
sobre una isla de hielo.
Posted: July 7, 2013 at 8:18 pm