¡Dios lloró con nosotros!
David Dorantes
La calurosa noche del martes 24 de mayo del 2022 una tormenta se abatió sobre Uvalde, Texas. Gruesas nubes negras llegaron con vientos de tornado. De repente la oscuridad lo cubrió todo. Las luces de los pocos autos que salían por la ciudad no alcanzaban a iluminar más allá de un par de metros. En esa agreste región del sur de Estados Unidos una tormenta de ese calibre no se había visto en años. Adolfo Hernández, apostado frente a la Robb Elementary School, recuerda que rescató a su sobrino en medio del caos tras la masacre perpetrada por Samuel Ramos. El sobrino de Hernández no quedó herido, pero vio cuando un balazo le dio a su maestra. Hernández mira al cielo negro que cubre Uvalde y sólo encuentra una explicación para esa inusual tormenta. “Mi abuelita siempre me dijo que cuando algo muy malo pasa y empieza a llover así es que Dios está llorando. Llovió dos veces. ¡Dios lloró con nosotros por lo que pasó aquí!” dice.
La libertad en el estado de la estrella solitaria
Desde mañana del miércoles 1 de septiembre del 2021 Texas tiene una ley en la cual cualquier persona mayor de 18 años puede comprar y portar a la vista cualquier tipo de arma. Incluso sin haber recibido entrenamiento para usarla. Greg Abbott, el Gobernador de Texas por el Partido Republicano, firmó la ley dijo que era un “derecho constitucional” el portar armas y aseguró que esos documentos inculcaban “la libertad en el estado de la estrella solitaria”. Salvador Ramos compró un rifle semiautomático AR-15 el 17 de mayo del 2022 justo un día después de haber cumplido 18 años. Luego compró 357 balas. El 20 de mayo volvió a comprar otro AR-15. Cuando el joven firmó los papeles de compraventa asentó que vivía con su abuela. La señora recibió un balazo en el rostro de su nieto antes de que el muchacho saliera a la escuela a perpetrar la masacre. En la primaria sólo usó uno de sus dos rifles para matar 19 niños y dos maestras.
Todos morimos un poco aquí ese día
Uvalde es una ciudad de sur de Estados Unidos. Pero parece una ciudad del norte de México. El Buró del Censo dice que en la pequeña población ganadera y agrícola viven 18,000 personas de las cuales 78 de cada 100 son hispanos. Casi todos con ascendencia de México. Hablar inglés sólo es una formalidad gubernamental. En la vida diaria la gente se comunica en una jerga a caballo entre el español y el spanglish. Los vecinos de Uvalde caminan a la Robb Elementary School un día después de la tragedia en una larga romería de dolor. Llevan flores. Cruces blancas con los nombres de las víctimas. Muñecos de peluche, cartas, letreros. Se hincan. Besan el suelo. Lloran. Se abrazan bajo el brutal sol. Luz Treviño lleva un ramo de rosas blancas. Grandes lágrimas recorren su rostro. Murieron los hijos de sus vecinos y amigos. “Todos morimos un poco aquí ese día” dice Treviño apoyándose temblorosa en el brazo del entrevistador.
Me quedé quietecito
La madre del niño ha pedido que al pequeñito se le cambie su nombre. Sólo con esa condición acepta que hable. El propio niño escoge Mel como seudónimo. Es un chico de grandes ojos negros. Vivaracho y que mira fijamente a su interlocutor. El escenario de la charla es una taquería en la calle principal de Uvalde. Mel dice que estaba en el salón 112 viendo caricaturas en la televisión. La maestra les había dado ese premio al casi finalizar el año escolar. De repente vieron entrar al salón Samuel Ramos. “¡Es tiempo de morir!” gritó Ramos a los niños y levantó el AR-15. Los niños comenzaron a correr. Una niña gritó ¡help! y Ramos le dio un balazo. Mel dice que entonces se tiró al piso y se quedó “quietecito”. No sabe cuánto tiempo pasó hasta que vio entrar a los policías brincar por entre los vidrios de las ventanas de la escuela. Mel orgulloso cuenta que su mamá lo abrazó diciéndole que era un niño “muy valiente… porque me quedé quietecito”.
Tenemos que hacer un mejor trabajo con la salud mental
En Uvalde sólo hay tres escuelas primarias, una secundaria y una preparatoria. Al mediodía del miércoles posterior a la tragedia el auditorio de la Uvalde High School es la sede para la conferencia de prensa de Gregg Abbott. El Gobernador de Texas está flanqueado por decenas de policías, políticos del Partido Republicano, funcionarios gubernamentales. La gran tensión se ve en el rostro de todos. Robert ‘Beto’ O’Rourke, precandidato a la gubernatura de Texas por el Partido Demócrata, está sentado en la cuarta fila. Abbott dice que el gran tema de las masacres escolares no son las armas sino los problemas mentales. “Tenemos que hacer un mejor trabajo con la salud mental” asegura Abbott con voz apagada casi en una súplica de susurro. La corte a su alrededor asiente. Lo que Greg Abbott no dice es que apenas en abril del 2022 le cortó poco más de 200 millones de dólares al presupuesto de salud mental en Texas.
Señor, usted está fuera de lugar
Robert ‘Beto’ O’Rourke es la primera persona en increpar al gobernador de Texas cuando Abbott abre la sesión de preguntas y respuestas. El demócrata le grita al republicano que “¡la tragedia pudo haberse prevenido si hubiera control de armas… esto es responsabilidad tuya!”. Un oficial hispano del Departamento de Policía de Uvalde es el primer en interponerse entre Abbott y O’Rourke. Luego brincan los escoltas del gobernador. En segundos O’Rourke está rodeado de oficiales que lo contienen. Dan Patrick, Vicegobernador de Texas, le grita furioso a O’Rourke “¡señor, usted está totalmente fuera de lugar!”. Un hombre anciano en andadera, de camisa azul y pantalón café, se envalentona. Desde el escenario le grita a voz en cuello al político demócrata que su madre es un gran ejemplar hembra de los caninos domésticos. Robert ‘Beto’ O’Rourke sale entre gritos del auditorio escoltado por seis policías de distintas corporaciones.
Rezar es todo lo que podemos hacer
En Uvalde el negro no es el color del luto. La pequeña ciudad se viste de color vino. Ese el tono de los equipos deportivos escolares. En cada calle, esquina y casa hay alguien con una prenda en ese color. El color vino es un matiz oscuro del rojo purpúreo. Dos días después de la tragedia una esquina de la plaza principal es el escenario que escogieron los jóvenes Diego Esquivel, Raven Vázquez y Martina Ávila para pedir oraciones, solidaridad, abrazos, comprensión. Vázquez lleva un cartel que dice Uvalde Strong. Esquivel uno que reza Prayers 4 Uvalde. Ávila otro que pide Remember Their Names. Los tres van vestidos de color tinto luto. Empapados en sudor los tres no claudican en mostrar sus mensajes al mundo durante horas. “Soy de una familia muy religiosa y sé que rezar es muy poderoso, rezar es todo lo que podemos hacer por nuestra comunidad y ayudarnos uno a otros” asegura Esquivel sin bajar los brazos con su cartel.
Por supuesto, fue una decisión equivocada
La suma y resta de tiempos y hechos no cuadran. Los padres de los chicos en la Robb Elementary School saben que la narración oficial empezó mal. Las autoridades están contra las cuerdas. El jueves los Texas Rangers, del Departamento de Seguridad Pública de Texas (TxDPS), y los detectives del Buró Federal de Investigaciones (FBI) recuperaron las comunicaciones de radio de las corporaciones policiales que acudieron a la emergencia. Al principio la versión oficial dijo que Salvador Ramos se atrinchero adentro de un salón. Ahora el TxDPS sabe que pasaron entre 40 a 60 minutos con el muchacho disparando en la escuela sin que nadie fuera a pararlo. Furia es todo lo que sienten los padres de las víctimas. Steven McCraw, director del TxDPS, tuvo que admitir que no se hizo lo necesario. “Se tomó la decisión… que había tiempo… de esperar a un equipo táctico. Por supuesto, fue una decisión equivocada” reconoció McCraw. No dijo de quién.
Sería irrespetuoso y doloroso
El viernes 26 de mayo del 2022, tres días después de la tragedia, los miembros de la poderosa organización conservadora de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) decide llevar adelante su convención en el Centro de Convenciones de George R. Brown del centro de Houston, Texas. Greg Abbott era uno de los oradores estelares, pero de último momento decide cancelar su participación. El expresidente Donald Trump y el Senador Ted Cruz, republicano, deciden que sí irán a la convención. Sin embargo, otros simpatizantes de la NRA creen que no está el ambiente para fiestas. Don McLean, un popular cantante de country, iba a dar un concierto gratuito. Un día antes avisa en un comunicado que “sería irrespetuoso y doloroso” actuar en Texas tras la masacre de Uvalde. Otros artistas de country le hacen segunda voz a McLean. Restless Heart y Gatlin Brothers también cancelan su participación.
Un mar de gente iracunda
Las autoridades en Houston, Texas, han pedido a los asistentes a la NRA que por favor no carguen armas. Justo al mediodía del viernes 27 de mayo del 2022 y bajo un calor de muerte miles de personas acuden al Discovery Green Park para dejarle saber a los simpatizantes de las armas que sólo con una reforma al libre uso de rifles y pistolas se podrán parar las continuas masacres. La Avenida de las Américas, así en español, es la trinchera. Del lado del parque los que protestan contra las armas. Del lado del Centro de Convenciones George R. Brown los que adoran al rifle. Agentes del Departamento de Policía de Houston (HPD) y del TxDPS ofician como pacificadores entre los dos bandos manteniéndolos separados. Sin embargo, hay algo que une a los rivales. Ambos son un mar de gente iracunda, aunque cada cual con sus propias convicciones. El derecho de portar armas en Estados Unidos está consignado desde 1789 en la Constitución.
No quiero que ningún niño se muera
El grupo de enojados opositores a las armas es diverso y colorido. Inmigrantes hispanos, la comunidad afroamericana, madres rubias de los suburbios, veteranos de guerra, ministros de culto de alguna religión, niños, ancianos. Lauren Sander carga un letrero en cartón negro y letras rojas. Su bebé está junto a ella en su carriola. El letrero de Sander sólo dice: Is my class next? Sander es maestra de primaria en Texas y está harta. “Estoy protestando porque no quiero que mi niño tenga miedo de ir a la escuela. Es totalmente ilógico que uno pueda comprar un arma con dieciocho años y una cerveza hasta que tiene veintiuno. No quiero que ningún niño se muera así”. La jornada de protestas culminó de forma pacífica en la tarde del viernes. Nada creció más allá de los insultos y algunos empujones aislados bajo la inclemente canícula de Texas. Por cierto, desde la tormenta del martes no ha vuelto a llover.
*Imágenes cortesía del autor
David Dorantes (Guadalajara, México) periodista y escritor. Ha sido reportero de cultura, deportes, crimen e investigaciones especiales para los diarios Siglo 21, Público-Milenio y Houston Chronicle, además de columnista de música en los semanarios Primera Plana y Cambio. Tomó el taller de Crónica Periodística con Gabriel García Márquez invitado por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano 2000 y ganó el Premio Emisario de Periodismo de la Universidad de Guadalajara 2000. Uno de sus cuentos apareció en la antología Dime si no has querido. Antología de cuentos desterrados (Literal Publishing, 2018), la primera de autores Latinoamericanos en Houston. Actualmente es periodista free-lance para varias publicaciones en Estados Unidos, México y España. Su Twitter es @HDaviddorantes
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Posted: May 28, 2022 at 9:52 pm
Excelente reportaje David ! Se me había olvidado lo bien que escribes. Felicidades! Escribiste, como seguido, sobre temas muy difíciles. Me impactó tu artículo y de eso se trata.
Que desgarrador relato de una experiencia que ningún niño, ningún padre, ninguna comunidad debería vivir. Lo impensable ocurrió en Uvalde. Lo más enfurecedor es que pudo no haber sido si las leyes fueran diferentes. Gracias señor Dorantes por mostrar una terrible historia con tanto respeto y precisión.