“Divertimento: Tontería artificial”
Angelina Muñiz-Huberman
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Tontería artificial: así , con negritas.
No estamos en la era de la inteligencia artificial, ni de la cibernética, ni de los robotes o rebotes, ni de los uatsapes, ni de los zumes, ni de los feisbuques, ni nada que se le parezca. Estamos en la edad de la pereza absoluta. Todos sentaditos en casa dale que dale al teclado, obedeciendo órdenes para así no pensar. ¿Qué es eso de pensar? ¿A quién se le ocurre? ¿Para qué sirve? ¡No faltaba más!
Que piensen los grandes dioses de la creación.
Los grandes inventores de todo lo anterior.
Deus ex machina.
Nunca mejor dicho.
Estamos ante el gran teatro del mundo.
Somos movidos por hilos de títeres y quedamos en grotescas posturas cuando se nos abandona en algún lugar.
Ya no me levanto a consultar el diccionario, me lo resuelve Wikipedia.
El cuerpo humano va a cambiar: gran desarrollo de las asentaderas.
Los dedos borrarán sus huellas.
La espalda será un arco continuo.
Pies y piernas se debilitarán.
Ya no existirá la visión lateral, los ojos siempre al frente.
Será el reino de la inmovilidad.
Y el imperio de la amada pereza.
Nadie saldrá de sus casas.
Todo al alcance de manos y dedos.
Ir al cine, al teatro, al circo en casa.
Ir a la escuela, a la universidad, a las conferencias frente a la computadora.
En línea, en línea. Bien alineados.
Después de todo, el mundo procura la ley del menor esfuerzo.
¿Habrá alguien que se aburra?
¿Alguien que diga: “Me voy a escalar una montaña, a nadar en un río, a trepar a un árbol, a montar a caballo, a ver ponerse el sol y salir la luna?”
En una palabra: el mundo real.
Si lo hay: mis respetos.
Junto a la tontería artificial está la veneración de la velocidad.
Todo debe ser más rápido.
Los anuncios así lo dicen.
Más y más megas.
Bytes y megabytes.
Gigabytes.
A escoger.
Viva la velocidad.
Lo que, claro, me recuerda a Milan Kundera y su libro sobre las ventajas de La lentitud. Lentitud cada vez más necesaria, o como decía una película titulada Paren el mundo que quiero bajarme. Esquina, bajan, añadiría yo.
Nunca olvidaré, y lo he mencionado en otras ocasiones, cuando aparecieron las primeras computadoras. Fue la Universidad Nacional Autónoma de México la que ofreció a los profesores su venta a un precio accesible. Dejé de lado mi máquina de escribir Remington o Smith-Corona, no lo recuerdo, y estrené la nueva, de la que tampoco recuerdo la marca. Muy orgullosa se lo mencioné a mi editor Joaquín Díez-Canedo Manteca aduciendo que así podría escribir más rápido. Su respuesta fue contundente, a través de la infaltable pipa: “Y ¿para qué quieres escribir más rápido?”
¿Para qué se quiere mayor velocidad? Si vas por la carretera y el vehículo cada vez es más veloz, no podrás gozar del paisaje. Si la comida en el horno de microondas se cocina en un par de minutos, ¿sabe mejor la comida?
Seas inteligente natural o artificialmente tómate tu tiempo, descansa, piensa y, en todo caso, pásate al bando de los creadores y de los que aún creen en los cuentos de hadas. Porque la inteligencia artificial es un cuento de hadas.
En cambio, la tontería artificial es real, contante y sonante.
No hay por qué discriminar.
La tontería ayuda a descubrir verdades.
Lo negativo lleva a lo positivo.
La oscuridad valora la luz.
El ruido añora el silencio.
En el fondo se trata de palabras.
Y las palabras son interpretables.
Las palabras también son artificiales.
Todo lenguaje es artificial.
Inteligente o no.
Me desdigo.
Voy a subirme al mundo.
De nuevo heme aquí.
Para bien o para mal.
*Foto de Graham Holtshausen en Unsplash
Angelina Muñiz Huberman es autora de más de 50 libros. Ha ganado el Premio Xavier Villaurrutia , el Premio Sor Juana Inés de la Cruz el Premio José Fuentes Mares, Magda Donato, Woman of Valor Award, Manuel Levinsky, Universidad Nacional de México, Protagonista de la Literatura Mexicana, Orden de Isabel la Católica, Premio Nacional de Lingüística y Literatura 2018, entre otros. Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México y es miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.
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Posted: May 17, 2024 at 7:57 am
Me dieron escalofríos! Agradezco infinitamente sus palabras.