El cambio
Donald E. Nuechterlein
El otro día un buen amigo me preguntó: “¿Está mal nuestro país?” Reflexioné unos momentos en esta pregunta que parecía muy seria y respondí: “El país no se encuentra tan seguro de sí mismo como lo estuvo entre 1945 y 2000”. La mayoría de las personas de mi edad recuerdan la Gran Depresión de la década de 1930 cuando los bancos de todo el país cerraron, se perdieron 25 millones de empleos y no había Seguridad Social para ayudar a la gente. No fue hasta el rearme de Europa en 1939 , —cuando la guerra era inminente— que la contratación comenzó a recuperarse en los Estados Unidos.
Al final de la Segunda Guerra Mundial —que Estados Unidos ganó a un costo espantoso—, el presidente Harry Truman y sus asesores se dieron cuenta de que tenían que cambiar la política aislacionista y preparar al país para asumir un apropiado papel de liderazgo en el mundo. Como resultado, el mundo gozó de relativa paz durante 65 años —con la excepción de las guerras de Corea y Vietnam.
En la primavera de 1999 cuando Bill Clinton reunió a todas las naciones miembro para el 50 aniversario de la firma de la OTAN, nuestro país estaba en el cenit de su poder y prestigio en el mundo. No había otra nación en el horizonte que pudiera desafiar a los Estados Unidos.
En el 2001, el recién elegido presidente George W. Bush fue recibido con un éxito económico y político tras los ataques del 11 de septiembre. Como resultado, Bush lanzó un esfuerzo concertado en aplastar a Al-Qaeda en Afganistán. Al año siguiente decidió intervenir en Irak para deponer a Saddam Hussein. En ambos casos, Bush buscó programas de construcción nacional tremendamente costosos para incluir la ocupación estadounidense en Afganistán, que el presidente Biden puso fin en 2021 después de 20 años.
Barak Obama, elegido por dos mandatos en 2008, se retiró de la creciente intervención mundial de Estados Unidos y los aliados estadounidenses se preguntaron si Estados Unidos se estaba replegando hacia el aislacionismo. En el 2016, Donald Trump fue elegido presidente e impuso su política de “America First” y dijo no importarle lo que sucediera en el resto del mundo. Sin embargo, siguió apoyando la seguridad colectiva, pero criticó duramente a los miembros de la OTAN por no gastar lo suficiente en su propia defensa. Afortunadamente, Trump fue derrotado rotundamente en las elecciones nacionales del 2020 por Joe Biden. Desde que asumió el cargo, Biden ha estado reconstruyendo relaciones con aliados en todo el mundo.
El factor de salvación para los Estados Unidos en las elecciones del 2020 fue el requisito constitucional que limita el mandato del presidente a cuatro años, a menos que el presidente en ejercicio sea reelegido para un segundo y último mandato de cuatro años. Muchos nacionalistas acérrimos se niegan a aceptar que Donald Trump no haya ganado un segundo mandato, pero el resultado de las elecciones dejó en claro que Biden ganó la presidencia en las elecciones de 2020.
Entonces, ¿dónde deja esto a un país dividido en su capacidad para manejar las crisis como la guerra de Vladimir Putin en Ucrania, la creciente agresividad de China en el este de Asia y el Pacífico y la inflación en este país? Todo esto se ve exacerbado por la disminución de la cantidad de petróleo que fluye hacia el oeste como resultado de la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones de la OTAN a las importaciones rusas. Los terribles problemas internos que envuelven a los EE. UU. actualmente, incluida la alta inflación, el aumento de los precios de la gasolina, los tiroteos masivos en curso y los fenómenos meteorológicos extraordinarios, están distrayendo la atención de Estados Unidos en las crisis en el extranjero. Además, el movimiento Black Lives Matter ha amplificado los problemas raciales en curso que continúan afectando a este país.
La razón por la que me preocupa profundamente el futuro de Estados Unidos es que estamos tan divididos políticamente que va a ser muy difícil resolver los problemas tanto nacionales como internacionales. ¿Qué sugiere esto?, que Estados Unidos está en proceso de retirarse gradualmente de sus compromisos globales y, como resultado, el mundo será un lugar más peligroso. Espero equivocarme, pero las líneas de tendencia durante este verano de 2022 no pintan nada bien para un resultado favorable.
Será muy interesante ver los resultados de las elecciones para elegir a los congresistas en este próximo otoño del 2022.
*Esta será mi última columna ya que ahora soy un politólogo de 97 años. Quiero desearles a todos mis fieles lectores un interés continuo en los asuntos exteriores y el papel que tiene Estados Unidos en la contribución al orden mundial.
Donald Nuechterlein es especialista en temas de la Guerra Fría e imparte cátedra a este respecto en la Universidad de Richmond. Autor de numerosos libros sobre política norteamericana y exterior, sus títulos más recientes son A Cold War Odyssey (1997), America Recommitted: A Superpower Assesses its Role in a Turbulent World (2000), Defiant Superpower: The New American Hegemony (2005).
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Posted: August 10, 2022 at 9:00 pm