Este texto no existe
Alberto Chimal
Desde hace algún tiempo, el sitio This Person Does Not Exist (thispersondoesnotexist.com) aparece con cierta frecuencia en redes sociales, mencionado como una de las incontables curiosidades de internet. Los cibernautas aburridos que lo mencionan –es decir, la mayoría– lo suelen poner entre las páginas o plataformas vagamente inquietantes, al lado de los archivos de timos en línea o leyendas urbanas. Al visitarlo, sólo se muestra la foto de una cara: quien la ve puede, ingenuamente, apreciar su calidad fotográfica y sorprenderse de que “sea de alguien que no es real”, o mirar con un poco más de cuidado los bordes de la imagen, donde en vez del fondo convencional de la fotografía de una cara auténtica, en un lugar auténtico del mundo físico, suelen aparecer formas sin sentido, que se podrían calificar de “alarmantes” o “perturbadoras” por su vaguedad y su aspecto no natural. Lo que se ve no es un rostro humano, aunque finja serlo. Todo esto puede causar cierta inquietud un poco boba, pero placentera, como la que produce una película o serie de terror más o menos competente.
Lo que ocurre en el sitio, sin embargo, es más interesante: cada vez que se carga, una red generativa antagónica (o GAN, por sus siglas en inglés) crea una imagen diferente de un rostro humano y la muestra al visitante. Una ficción: en efecto el rostro de una persona que no existe, pero una ficción realizada no por seres humanos, sino por software, mediante aproximación, interpolación y un poco de mezcla aleatoria a partir de referencias fotográficas que la GAN ya posee.
El propósito de Philip Wang, el ingeniero de software que creó This Person Does Not Exist, es experimentar con tecnologías de inteligencia artificial de las que permiten tareas como el reconocimiento facial o la interpretación de lenguaje natural. Poco a poco, la GAN del sitio –basada en investigaciones de Tero Karras y otros especialistas– va “aprendiendo” a hacer mejores caras, ampliando su “experiencia” en generarlas y sus materiales de referencia, utilizando algoritmos de lo que se conoce como aprendizaje profundo: instrucciones que (en este caso) le permiten refinar su habilidad para crear y unir, en un plano de cierta cantidad de pixeles de largo y ancho, ciertos colores y formas: los diferentes detalles de lo que “compone” la imagen de un rostro.
Es fácil dejarse llevar por la denominación “inteligencia artificial” e imaginar una auténtica copia de la inteligencia humana: una especie de simulacro al estilo de los que aparecen constantemente en la cultura occidental desde que R. U. R. (1926) de Karel Capek popularizara el término “robot”. Pero no se trata de una copia, sino más bien de una aproximación: un comportamiento maquinal debido a un proceso complejo que, en el fondo, no tiene nada de humano, aunque parezca. Los humanos que lo observamos lo interpretamos erróneamente, tratando de hacerlo cuadrar con nuestras propias expectativas. (La incongruencia del comportamiento maquinal que se “finge” humano se ha tratado, por lo menos, desde el cuento “Los superjuguetes duran todo el verano” [1969] de Brian W. Aldiss, en el que se basó la película Inteligencia artificial [2001] de Steven Spielberg.)
Wang ha ampliado el proyecto de This Person Does Not Exist y creado GAN para generar “obras de arte” (abstracto), moléculas, fotos de caballos y (tenía que ser internet) de gatitos. En todos estos otros sitios se puede encontrar la misma separación, la misma incoherencia que marca nuestro encuentro con las obras de una inteligencia que no “ve” lo que está creando ni tiene la “intención” de “reproducir” o de “imaginar”, sino que sigue una serie de pasos preestablecidos para aproximar la localización y asignación de ciertas formas en un plano (o en un volumen, en el caso de las moléculas) al cumplimiento de ciertas reglas arbitrarias.
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Ahora, los sistemas de inteligencia artificial se están usando también para generar otros tipos de información. Por ejemplo, texto.
En enero de 2022, el mexicano Rodolfo Ocampo, estudiante doctoral en la Universidad de Nueva Gales del Sur, Australia, lanzó una aplicación en línea llamada Narrative Device. En su página base, el usuario introduce dos temas, en forma de palabras o frases en inglés; la aplicación devuelve un párrafo, también en inglés, que combina ambos temas. Ocampo propone que los lectores humanos usen estos textos como punto de partida para otros más extensos (en un ejercicio de escritura creativa) y hay algunos que han sido leídos, en serio o en broma, como minificciones. La aplicación ha llamado tanto la atención en redes sociales que Ocampo debió recurrir a donaciones para mantenerla funcionando, por haber agotado su presupuesto inicial para tareas de procesamiento en su servidor. Su base es GPT3, un modelo para procesar lenguaje natural cuyo funcionamiento es similar al de las GAN. Contando con ejemplos y capacidad de procesamiento suficientes, Narrative Device puede generar textos sintácticamente correctos que en algunos casos no se distinguen de los que podría redactar un ser humano.
He aquí tres de esos textos, que Narrative Device generó a partir de temas que elegí al azar:
Temas: thigh (muslo), titanium (titanio)
The thigh is a surprisingly strong muscle. It can support a lot of weight, and it’s not easily broken. But when it is broken, it can be difficult to heal. This is a story about a thigh that was broken, and the journey to healing it.
(El muslo es un músculo sorprendentemente fuerte. Puede sostener mucho peso, y no se rompe con facilidad. Pero cuando se rompe, la curación puede ser difícil. Esta es una historia acerca de un muslo que se rompió, y del camino para curarlo.)
Temas: empty space (espacio vacío), apples (manzanas)
It was a cold, clear night, and the stars were out in force. Emily wrapped her shawl around her and looked up at the sky, feeling a sense of wonder. She loved looking at the stars, and felt so small in comparison. As she stood there, she heard a rustling in the bushes. She turned, but there was nothing there. Just an empty space, waiting to be filled.
(Era una noche clara y fría, y las estrellas habían salido en grandes cantidades. Emily se envolvió con su chal y levantó la mirada hacia el cielo, con una sensación de maravilla. Amaba mirar las estrellas, y se sentía muy pequeña en comparación. Mientras estaba allí de pie, escuchó un roce en los arbustos. Se dio vuelta, pero no había nada allí. Sólo un espacio vacío, esperando ser llenado.)
Temas: an alien (un extraterrestre), hypnosis (hipnosis)
An alien landed on earth in the middle of a forest. It was a small, grey creature with big black eyes. The alien was scared and alone, so it hid in the trees and watched the humans go by. One day, a man walked by and the alien hypnotized him. The alien then took the man’s form and walked back to the spaceship. The alien was finally safe and happy.
(Un extraterrestre aterrizó en la Tierra en medio de un bosque. Era una criatura pequeña y gris con grandes ojos negros. El extraterrestre estaba asustado y solo, así que se escondió entre los árboles y observó pasar a los humanos. Un día, un hombre caminó cerca y el extraterrestre lo hipnotizó. Luego el extraterrestre tomó la forma del hombre y caminó de regreso a su nave espacial. El extraterrestre estaba al fin a salvo y feliz.)
Se debe recalcar que el trabajo de Ocampo, como el de Wang, es extraordinario, y cabe esperar que avances posteriores de ambos proyectos sean todavía más veloces y eficientes, con resultados aún más creíbles.
En este momento, aunque el efecto de extrañamiento no es tan pronunciado como el de algunas fotografías de This Person Does Not Exist, en Narrative Device también hay algo de incongruencia. Además de que en el segundo texto se perdió uno de los temas solicitados, hay momentos en que ciertos sustantivos no terminan de cuadrar del todo con las acciones (verbos) que se les asignan, o bien la estructura de lo que se narra resulta ligeramente inconsistente, apuntalada únicamente con frases reconocibles que implican causas, efectos, expectativas de lectura, pero sin que esté presente del todo el sentido que (al menos) un lector o lectora occidental aprende a esperar de sus narraciones más convencionales. Esto se debe a que Narrative Device sabe aplicar las reglas de la sintaxis, pero no es un software semántico: en realidad no entiende lo que está “diciendo”, y únicamente se aproxima a lo que quienes leemos interpretaríamos como un texto con sentido a fuerza de repetir y refinar sus respuestas.
Ya se anticipa (en algunos casos, con bastante entusiasmo) la llegada de software que escribirá textos perfectamente aceptables y les quitará a los seres humanos esa tarea desagradable y complicada, al menos para tareas rutinarias como escribir informes y artículos. Evidentemente, quien escribe –todavía un ser humano, a pesar del título del presente texto– es una parte interesada en semejante transformación cultural y laboral, y sí se siente inquieto por el futuro de su especialidad. Igual se sintieron los miembros del movimiento ludita: obreros y artesanos ingleses del temprano siglo XIX que, enfrentados a máquinas que hacían el trabajo de muchos seres humanos sin exigir mejores condiciones laborales, intentaron un levantamiento para rechazarlas. El movimiento fue duramente reprimido y terminó, en 1816, con muchos de sus líderes y participantes desterrados o ejecutados.
Pero más que el futuro de los escritores profesionales –que no es prometedor–, me preocupa el de otros.
Recientemente, un grupo de aficionados a la literatura de terror intentó reunir fondos para una antología de minificciones de zombis “escritas” por una implementación de GPT3 e “ilustradas” por una GAN. Aunque no lograron alcanzar su objetivo, sigue en línea una muestra de textos e imágenes que deseaban publicar, y las historias son…, digamos que son regulares, al igual que las imágenes. Se necesita mucha buena voluntad, o un conocimiento meramente superficial de la narrativa en general, para creer que son trabajos de gran calidad. Con mis disculpas anticipadas, debo agregar que me recuerdan, sobre todo, a las imágenes mediocres de los monos aburridos que se pusieron de moda hace no tanto como NFT, es decir, como mercancía artificialmente escasa, comprada con criptomonedas y entendida como una propiedad intangible, hecha exclusivamente como una forma de presumir poder adquisitivo y cercanía con la riqueza de las compañías tecnológicas. En ninguna parte de esa definición está la palabra arte, y no necesita estar, del mismo modo que en el proyecto de la antología malograda pesaba más, sospecho, la fascinación con las creaciones maquinales y la vaga impresión de algo horrible en ellas que sus patrocinadores se empeñaban en ver.
Como intentos así están destinados a abundar, quienes están realmente amenazados por el software que escribe son los autores emergentes o aficionados: aquellos que aún podrían escribir mejor que Narrative Device o cualquier aplicación semejante, si se les diera la oportunidad de practicar, publicar, hacerse de lectores, incluso tratar de cazar subidones de dopamina en las redes sociales. Los autores digitales les ganarán, o por lo menos les harán la vida mucho más difícil, igual que los influencers digitales a los de mera carne y mero hueso. El “enemigo de lo bueno” no es lo mejor, como dice el lugar común, sino lo meramente aceptable: lo que sirve para mantener el canal de comunicación lleno de contenido sin demasiado esfuerzo.
Las máquinas, ya mismo, mientras usted lee estas palabras, hacen textos no tan buenos, más o menos competentes, de los que satisfacen a la mayoría de los cibernautas aburridos. Y lo hacen muchísimo más rápido que los seres humanos.
*Imagen de portada extraída del sitio This Person Does Not Exist.
Alberto Chimal es autor de más de veinte libros de cuentos y novelas. Ha recibido el Premio Bellas Artes de Narrativa “Colima” 2013 por Manda fuego, Premio Nacional de Cuento Nezahualcóyotl 1996 por El rey bajo el árbol florido, Premio FILIJ de Dramaturgia 1997 por El secreto de Gorco, y el Premio Bellas Artes de Cuento San Luis Potosí 2002 por Éstos son los días entre muchos otros. Su Twitter es @AlbertoChimal
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Posted: February 13, 2022 at 11:59 am
En la escritura de contenido para redes sociales, ya se puede apreciar una automatización de los textos creados por seres de carne y hueso : una introducción amigable con la que el posible lector se relacione y por lo tanto se sienta motivado a continuar con la lectura; después el meollo o informacion del tema principal, y por último a despedida con una llamada a la acción, una reflexión o un cuestionamiento. Los “escritores“, ya sea que utilicen un formato preestablecido en su procesador de texto, o que lo escriban de corridito (ya lo tienen instalado en su
“software mental” gracias a la práctica y la experiencia). En cierto modo, son autómatas. Sólo necesitan googlear sobre el tema y acomodarlo para que salga algo coherente, interesante (sic) y atractivo. Yo como lectora, si no son artículos como el tuyo, que degusto y disfruto, me salto por completo la primera y la última parte de esos “contenidos” cuando el tema es de mi interés.
Me pregunto si ese tipo de contenidos, creados con el fin de atraer para vender, tienen algún sentido real de transmitir información, cultura, reflexión o por lo menos un rato ameno, y me gustaría saber si en realidad la mayoría de las personas los lee o no.
Después de leer tu texto, me pregunto si seria válido y justificable asignar a un programa la creación de estos contenidos mercadológicos, con un escritor back-up que únicamente se dedique a editarlos rápidamente, dándoles el tinte coloquial y humano, quien pueda utilizar el resto de su tiempo para disfrutar de sus lecturas favoritas, igual que ya hacen algunos traductores hoy en día.
Gracias Alberto, ¡qué manera de escribir maestro!.
Hola, Carmen. La verdad es que a mí me pasa lo mismo con esos artículos que mencionas, y no sé si haya gente que los empiece siquiera. A veces tengo la fea impresión de que muchos no pasan del título. 🙁
En todo caso te agradezco mucho por leer el artículo y por lo que me dices. 🙂