Interview
La vida recomienza a los 50
COLUMN/COLUMNA

La vida recomienza a los 50

Rodrigo Carrizo Couto

Annie Dutoit-Argerich es una actriz y productora suizo – argentina que ha aceptado el riesgo de reinventarse pasados los 40. Es la protagonista de la pieza “¿Quién es Clara Wieck?”, donde encarna a una de las grandes mujeres olvidadas de la Historia: la pianista Clara Wieck, mujer de Robert Schumann.

En la caótica Buenos Aires, la céntrica avenida Corrientes (equivalente porteño de la Gran Vía madrileña, o del Broadway neoyorquino) presenta en sus gigantescas pantallas de neón una invitada especial este caluroso mes de marzo.

Se trata de la actriz y productora Annie Dutoit-Argerich. Esta mujer que viaja con pasaportes de Suiza, Argentina y Estados Unidos ha nacido en el seno de una familia muy especial. Es la hija de Martha Argerich, considerada por los melómanos de medio mundo como la más grande pianista viva. Su padre es el eminente director de orquesta suizo Charles Dutoit. Muy posiblemente, el músico suizo más reconocido internacionalmente.

Esta artista polifacética, formada en las prestigiosas universidades americanas de Columbia y Princeton, es la protagonista absoluta de la obra teatral “¿Quién es Clara Wieck?”, en la cual se mete en la piel y la mente de la que fuera la más grande pianista y compositora del Siglo XIX. La obra fue escrita por Betty Gambartes y Diego Vila, quienes ya han explorado en el pasado otras grandes personalidades del mundo de la música.

Gambartes es una eminente autora dramática, quien ofrece a lo largo de casi dos horas de monólogo un “regalo” escénico que ha convertido a Dutoit-Argerich en una presencia imprescindible de la escena y los medios porteños de hoy. La obra puede verse en el Teatro San Martín de la capital argentina hasta el 31 de julio, antes de salir de gira por Uruguay y, muy posiblemente, España.

Annie Dutoit-Argerich mantiene esta extensa conversación con Literal Magazine en uno de los más emblemáticos cafés de Buenos Aires: La Biela, en el señorial barrio de Recoleta. La actriz suiza se expresa en un perfecto castellano, en el que no cuesta detectar el delicioso acento francés de su lengua materna.

 

P: ¿Por qué Clara Wieck debería interesar al público de hoy?

R: Clara es una guerrera, y creo que por eso es interesante para las mujeres de nuestro tiempo. Su drama humano y sus luchas para imponerse nos hablan hoy. Por ejemplo, en su tiempo no se toleraba que una mujer pudiera componer música. Se suponía que no eran capaces…y lo dramático es que la propia Clara pensaba así. Era un fruto de su época. Aunque hoy sigue habiendo muchas profesiones eminentemente masculinas en las que las mujeres apenas empiezan a entrar.

P: Usted es hija de la que muchos consideran la más grande pianista del mundo: Martha Argerich. ¿Cómo influye eso en esta obra teatral?

R: No deja de ser significativo que soy la hija de la más grande pianista del Siglo XX…y parte del XXI (risas) y que interpreto a la más grande pianista del Siglo XIX: Clara Schumann. La música de Schumann me acompaña desde que soy un bebé.

P: En “¿Quién es Clara Wieck?” el tema de la maternidad está omnipresente.

R: El conflicto de Clara Schumann entre su maternidad – tuvo ocho hijos – y su carrera es algo que se relaciona claramente con la mujer de hoy. Como dice la filósofa francesa Elizabeth Badinter, todavía existe un discurso culpable hacia la mujer que elige carrera antes que maternidad.

P: ¿Qué significa para usted subir a un escenario en Buenos Aires?

R: No olvidemos que soy medio argentina. No es por azar que me encuentro ahora en Buenos Aires haciendo esta pieza, que me lleva a profundizar en mis raíces. Para mí Argentina es algo central, porque es el sitio en el que ha nacido mi madre. Pero nunca vine de niña, y mi madre nunca me habló español.

P: ¿Cómo fue crecer al lado de una leyenda como Martha Argerich?

R: Yo de niña notaba que mi madre era diferente a las madres de mis compañeros de escuela, pero al venir a Buenos Aires comprendí que no era “diferente”. En realidad, es argentina. (risas) Esa vida tan inhabitual que yo llevaba en Suiza, esas charlas interminables, esa bohemia, esa vida nocturna que a mis amigos suizos les parecía tan rara…no son más que la normalidad argentina. (risas)

P: Usted ha vivido entre Ginebra, Estados Unidos y Bruselas. ¿Qué opina de Buenos Aires?

R: Es una ciudad magnífica, impregnada de la nostalgia de una Europa que ya no existe. Pero también vibra con una energía que me recuerda a New York. Hay un talento extraordinario en Buenos Aires. Gente brillante capaz de hacer grandes cosas, casi sin recursos. Y es por estar acostumbrados a esta falta de medios que luego los argentinos triunfan en Europa o Estados Unidos. Su capacidad de improvisación y adaptación les hace imbatibles.

P: ¿Cómo ve usted la sociedad argentina, comparada a Suiza?

R: La forma argentina de entender la amistad me parece formidable. Con esos amigos que se presentan en tu casa a cualquier hora, sin avisar. Me encanta. Hay una profundidad en las relaciones que yo no encuentro en otros países. Puede que tenga que ver con el hecho de que aquí todos están psicoanalizados. (risas) En cualquier caso, los argentinos tienen una forma de entender la amistad que no existe en los Estados Unidos ni en Suiza, pues son países mucho más individualistas.

P: ¿Cómo la ven los argentinos?

R: ¡Para los argentinos yo soy suiza!!! (risas) Aunque tienen una idea bastante negativa de lo que es ser suizo. Nos ven como fríos, conservadores…pero ya no es tan así. Aunque es verdad que los suizos vienen de un marco de valores calvinistas.

P: ¿Y qué queda de Suiza en usted?

R: Creo que una estructura mental. Una forma de pensar. Una forma de entender el valor del trabajo y un cierto horror de la vulgaridad. Al fin y al cabo, me he criado hasta los 18 años en Ginebra. Un suizo de mucho dinero jamás hará ostentación de su fortuna, lo que sí ocurre en los Estados Unidos, o en América Latina. Y esto es algo que respeto mucho. Es una discreción que me gusta.

P: Usted ha hecho un cambio radical pasados los 40. ¿La vida comienza a los 50 entonces?

R: La vida no comienza a los 50…pero, sin duda, continúa a partir de los 50. Creo que siempre estamos a tiempo de reinventarnos y hacer aquello que siempre quisimos hacer. El espíritu es más importante que la edad, porque es aquello que nos mantiene realmente jóvenes.

P: Hablemos de sus elecciones vitales.

R: Mi camino es muy inhabitual. Mi situación era muy confortable en los Estados Unidos. Lo había logrado todo: estabilidad financiera, un buen trabajo, un marido, una casa con jardín y un buen coche. Pero yo no era feliz. Sentía que estaba viviendo la vida de alguien que no era yo. Abandonar la seguridad de ese trabajo me causó incluso una depresión. Tuve que morir para poder renacer, en cierta forma.

P: Imagino que el cambio no fue fácil, sobre todo teniendo hijos.

R: Así es. Lo más duro fue poder compatibilizar mi “supervivencia espiritual” con el hecho de tener dos hijos pequeños. Pero mis hijos son más felices ahora, viéndome feliz, que antes. Nací en una tribu regida por el matriarcado, en la cual mi madre tuvo tres hijas mujeres con tres hombres diferentes, o sea que la idea de una pareja tradicional no iba mucho en mis genes. De hecho, en mi vida los hijos son prioritarios…pero no necesariamente el marido. (risas)

P: Vivimos en un tiempo marcado por las reivindicaciones femeninas, entre muchas otras. ¿Es usted feminista?

R: Me considero feminista porque soy consciente de que sigue habiendo grandes desigualdades entre hombres y mujeres. Pero tomo una prudente distancia respecto al actual feminismo del #metoo. Me recuerda al periodo del Terror en tiempos de la Revolución Francesa, en la que se cortaba la cabeza a cualquiera, sin hacer distinciones. Hoy no se diferencia una violación de una mirada cargada de intención erótica. Todo lo sexual, que provenga de un hombre, está mal visto. Aunque creo que, afortunadamente, empezamos a alejarnos un poco de esta locura.

P: ¿Ve posible un cambio de esta preocupante tendencia?

R: Hay que llegar a una madurez que nos haga entender que la mujer de hoy necesita un hombre que no esté castrado. La virilidad es lo que define al hombre, y eso no se debe negar. La virilidad es algo noble…que vale la pena proteger.

P: ¿Puede elaborar este razonamiento?

R: Hay una complementariedad necesaria entre hombre y mujer. No acepto la confrontación del nuevo feminismo. Su discurso carece de matices, y eso le convierte en ideología totalitaria. Que haya tantas mujeres que no estén de acuerdo con este discurso dominante, pero teman expresarse por temor a ser linchadas en la plaza pública, es dramático. El feminismo actual es puro dogma, algo rígido. Algo muerto.

P: ¿Cuáles son los proyectos de Annie Dutoit-Argerich?

R: Trabajo en una serie de entrevistas a grandes músicos, difundidas por la cadena de TV franco-alemana ARTE. Hemos empezado con Daniel Barenboim y mi madre. Lo interesante es que los artistas nos abren sus casas, y por eso el proyecto se llama “Concierto Privado”. Por otro lado, preparo un largometraje de ficción junto a una estrella de Hollywood. Esta película se filmará en Buenos Aires y haré el rol de una periodista del New York Times. Pero es un secreto del que no puedo hablar mucho, por el momento. (risas)

 

  • Foto de Rodrigo Carrizo Couto

 

RodrigoRodrigo Carrizo Couto radica en Suiza y escribe para el diario El País y la SRG SSR Swiss Broadcasting. Ha colaborado regularmente con los diarios ClarínLa Nación de Buenos Aires y la revista suiza L’Hebdo, entre otros medios. Aquí su Instagram:https://www.instagram.com/rodrigo_carrizo_couto/Web oficial:www.rccouto.com. Su Twitter es @CarrizoCouto

 

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Posted: May 13, 2022 at 9:05 pm

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