De regreso a la cuestión mexicana
Israel Covarrubias
Pensar México y otros reclamos de Carlos Pereda, filósofo e investigador emérito de la UNAM, es una obra compuesta por tres largos ensayos que aportan pistas nuevas de interpretación acerca de la historia de las ideas políticas de nuestro país. Los títulos de los capítulos son ilustrativos para este propósito: “Vicios coloniales. Bosquejo de una perspectiva general”, “Fragmentos de filosofía mexicana, por ejemplo”, y “Pensadores mexicanos incómodos, y además, reclamos irreverentes”. Algunos personajes debatidos en la obra son archiconocidos: Luis Villoro, José Revueltas, Emilio Uranga, Samuel Ramos, Jorge Portilla, Leopoldo Zea…
La obra discute temas que van de la cuestión de la identidad y la diferencia, el nacionalismo y su eterno mito que apuesta a la unidad de la nación ¾que es uno de los sintagmas más poderoso del debate intelectual de nuestro siglo XX¾, hasta llegar a un conjunto de temas contiguos a éstos como la ideología, la cultura, la intelectualidad y el mundo académico. La estrategia del autor es trabajar por rodeos, regresos y fugas. Somos, dice Carlos Pereda, animales “estrábicos” que nos detenemos en la especificidad de un problema a dilucidar, al tiempo que no podemos dejar de mirar el conjunto abstracto en el cual aquel cobra forma. “Sin los análisis particulares, dice, de una situación, las abstracciones suelen volverse vacías. Pero sin los marcos de referencia de las abstracciones, se tiende a no captar plenamente el sentido de los análisis concretos, o incluso, no se entiende porque se llevan a cabo” (p. 99).
Su texto es un panfleto civil que camina entre en la filosofía, la historia intelectual y la sociología, pero quizá también abarca la historia conceptual. Me parece que es un ejercicio sincero y excepcional de reflexión sin compromisos ideológicos o políticos. En sus páginas, el autor aboga por una política de la palabra entre iguales, tanto que nunca dejan su disimilitud constitutiva, y con ello, permite romper el gran soliloquio sobre lo nacional, el nacionalismo y la filosofía de lo mexicano; pero también quiebra el carácter paradigmático de la autorreferencialidad del intelectual y el académico local.
Uno de las cosas que llama la atención del libro es la discusión sobre el lugar de habla, donde es abierta la inclinación de Pereda por la práctica de un pensamiento nomádico. “Somos viajeros inmóviles” sentencia (p. 107). Esto no significa sedentarismo intelectual, que para el autor es el momento estático del pensamiento. Es decir, es aquello que provoca su parálisis y termina, en muchas ocasiones, en una cierta lógica descalificadora que tiene su origen, o así está identificado en el libro, con la “razón arrogante”, es decir, con la adherencia a las casas, por momentos fascinantes e irresistibles, del poder y del pensamiento. Pero además este rasgo se despliega en una suerte de esencialismo autóctono que, dicho sea de paso, se ha exacerbado en los últimos años en nuestro país. Ello es palpable en las diversas expresiones de las máscaras del colonialismo y su capacidad de petrificación de toda forma de reflexión.
En esta advertencia radica una de las virtudes mayores de la obra: el de Carlos Pereda, es un ensayo que se encuentra lejos del “afán de novedad” de esa figura hoy recurrente del fast thinker, que llena las planas principales de los periódicos y las revistas, así como de las redes sociales y también del mundo académico. Esos pensadores que se revuelcan agitados en la incapacidad de comprender el mundo local, aunque son ellos mismos su objeto de estudio pero quizá no lo saben o luchan por no saberlo. Por ello, no dejan de construir una suerte de colonialismo “interno”, más colonizador que el de los colonizadores que inventaron el fenómeno, cuando se vuelven los portadores de un autentico “fervor sucursalero” de las grandes iniciativas intelectuales que se originan más allá de los confines de nuestro país, particularmente en los grandes centros académicos de Estados Unidos y Europa.
Todo lo anterior nos lleva a un debate alrededor de la base que soporta el profundo deseo de reconocimiento ¾que por momentos adopta rasgos patológicos¾ de todos aquellos intelectuales y académicos que han debatido en torno a lo nacional-identitario, como si pensar la “condición mexicana” exigiera contemporáneamente la obligación de reconocimiento sobre aquel que piensa esa condición. En particular, cuando “actúa exhibiendo una afiliación”, en una suerte de presentación de las cartas credenciales, que pasa por mostrar a la menor provocación el lugar donde uno se ha formado, con quien discute, etcétera. Sin duda, los deseos de cualquier filósofo, sociólogo, politólogo o intelectual, siempre serán “más o menos” satisfechos, aunque hay que agregar que los deseos no pueden colmarse plenamente. Y sin está consciencia, es muy fácil, eso leo en la reflexión del autor, resbalar irremediablemente a la “identidad de afiliado”, que produce una cierta seguridad ontológica, arropa siempre por igual ¾esa es la magia de nuestro país letrado y universitario¾ al nuevo integrante al cenáculo como al que lo funda. Los nombres salen sobrando, pero flotan como fantasmas sin edad en cada ocasión que este tema es convocado.
[Carlos Pereda, Pensar México y otros reclamos, Ciudad de México, Gedisa-Unam, 2021, 154 pp.]
Israel Covarrubias. Profesor de teoría política en la Universidad Autónoma de Querétaro. Su libro más reciente es Enciclopedia portátil de teoría política (Ubijus, 2022).
Posted: September 18, 2022 at 6:11 pm