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Estos hombres de a pie

Estos hombres de a pie

Anadeli Bencomo

Título: Melamina

Autor: Daniel Herrera

Editorial: Fondo Editorial Tierra Adentro, 2012

Una fortuita circunstancia hizo que un ejemplar de la más reciente novela del escritor coahuilense Daniel Herrera llegara a mis manos. Digo fortuita pues los títulos del Fondo Editorial Tierra Adentro generalmente no forman parte de las ofertas accesibles en las principales librerías del país.

Con Melamina asistimos a una narrativa de autoficción, a  ese tipo de novela cuyos narradores funcionan como alter egos textuales de los autores. La historia admite al menos dos asuntos centrales: la reacción del narrador ante el embarazo indeseado de su esposa  y la trayectoria de este personaje quien deambula sin rumbo cierto. Daniel Hernández es un aspirante  a escritor acostumbrado a trabajos de poca monta  y a jefas insoportables. Vive con su mujer en un apartamento chico en el barrio Providencia de Guadalajara y va sufriéndola sin mayores percances hasta el momento en que se entera del embarazo de su mujer. A partir de este evento se inicia una espiral descendente: pérdida del trabajo, enfermedad repentina, visita de la madre controladora, borracheras con los amigos…

Daniel está molesto con todos y con todo. Con su mujer por salir en estado, con su insoportable jefa tiranosauria, con su apartamentucho plagado de cucarachas que se alojan bajo la plancha de melamina de la cocina, contra su ciudad nativa a la que se ve obligado a regresar, contra el ginecólogo y otros practicantes oportunistas, contra el vecino triunfador que le recuerda su propia decadencia, contra su madre castradora que le educó de acuerdo a principios comunistas y feministas. En pocas palabras, la vida para este personaje se ha tornado en algo insoportable, en una sucesión de lugares comunes que él aborrece, como ese detalle de convertirse en padre cuando no lo desea, por tener que escribir notas banales para la publicación para la que trabaja,  por verse obligado a observar cómo se transforma irremediablemente el cuerpo atractivo de su mujer bajo la gestación. Sin embargo, estas circunstancias no le arrojan a la desesperación suicida o al arranque nihilista. En su lugar asistimos a una historia narrada a través de una prosa realista y un tono sarcástico. Y hay que decirlo aquí, que Daniel Herrera domina la prosa con un estilo directo y eficaz. Sus oraciones son breves y sin ambages: “estoy aquí para contar cómo cada vez la paso peor”. No quiere esto decir que Melamina no tenga unos cuantos altibajos. Aunque el narrador acierte al lograr cierta cadencia plañidera, ésta se suena redundante en el último cuarto de la novela que adolece de repeticiones de acciones o eventos innecesarios, como el prolongado apartado sobre las molestias de la casa en Torreón, o ese embarazo de la mujer que casi se vuelve paquidérmico. Mejor tratado resulta a mi juicio el otro eje de la novela, ese de la historia del personaje sin mayores expectativas, que alcanza bastantes buenos momentos como en el episodio que contiene su análisis de las distintas etapas anímicas que sufre un individuo desempleado.

Daniel Herrera y su Melamina son una muestra más de cierta temática y de una inflexión narrativa mordaz que recurre al humor negro y que encontramos en otros de sus congéneres narradores. Resulta interesante, por ejemplo, señalar el parentesco entre títulos recientes como Autos usados de Daniel Espartaco Sánchez, Recursos humanos de Antonio Ortuño, Canción de tumba de Julián Herbert y esta novela de Herrera. Todos estos autores nacidos en México en la década de los setenta, escriben sobre esos hombres de a pie que nos recuerdan a ellos mismos, personajes sobrevivientes de un par de décadas perdidas, escritores que se formaron en las ciudades de la provincia, voces que nos hablan de una generación que creció sin mayores expectativas, incrédulos de los relatos épicos o nacionalistas que habían funcionado en otras épocas. Sus novelas son testimonios de una generación emergente de narradores que ha apostado a la literatura a pesar de las escasas promesas que este oficio ofrece a los autores jóvenes. Narradores que no se han doblegado a las demandas editoriales de temáticas de moda (como la narconarrativa), o al formato del libro abultado que abunda en tantas mesas de novedades.

Como crítica y como lectora me alegro de que así sea, que contemos en México con un puñado de narradores que no le temen a la prosa biliosa del desencanto o del personaje mediano, de ese hombre de a pie que parece estar marcando con brío los rumbos de la ficción que no claudica ante los retos de nuestros tiempos.


Posted: March 9, 2014 at 12:43 am

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