FIL Guadalajara 2015
Francisco Hinojosa
Acaba de terminar la XIX FIL Guadalajara. Como todos los últimos años fue un circo de veinte pistas, un Festival Corona con veinte escenarios y mil grupos que se los alternan en nueve días, una estación de metro Pantitlán en horas pico, un congestionamiento vehicular digno de “La autopista del sur” de Cortázar, un paraíso y un infierno, una fiesta y un calvario, una estadística que celebra el aumento de visitantes pero que no mide la calidad que le da sentido, un espacio privilegiado para vender y comprar –libros y derechos– y para que los niños y jóvenes obligados a asistir puedan echar a sus anchas la güeva, estacionados en los pasillos y en el área que divide la sección internacional de la nacional, sin ninguna intención de comparar un libro o sin dinero en los bolsillos para hacerlo. También es un lugar de encuentro entre escritores, editores, agentes, vendedores, libreros, maestros, bibliotecarios, mediadores de lectura, políticos, tarotistas, moneros, monjes, booktubers, blogueros. Hay momentos en los que hay tal cantidad de visitantes que es una hazaña encontrar alguna de las salidas para emprender la huida. Y una vez afuera, los ríos de gente no cesan de moverse en oleadas que van y vienen, entran y salen, buscan el camión que los llevó allí o hacen fila para comprar su boleto. Llegar o salir en coche del recinto ferial no es menos complicado y estresante: hay que armarse de paciencia. Igualmente hay que resignarse a hacer largas filas para poder entrar a algunos de los muchos eventos simultáneos que se ofrecen. La feria es el pretexto para la plática casual, las selfies, los autógrafos, los gritos de emoción al ver a una estrella, el ligue entre los jóvenes y adolescentes. Hay presentaciones de libros, entrega de premios y reconocimientos, conferencias magistrales, reuniones gremiales, exposiciones, homenajes, mesas redondas, espectáculos, actividades para profesionales y para niños, cocteles y fiestas. Y los viajes: la FIL convoca a libreros y bibliotecarios de todas partes de México (y de otros países también) con dinero en las manos para surtir sus librerías y bibliotecas. Hay quien viaja en representación de un grupo de lectores con una lista de títulos que le encargan porque son inaccesibles en sus lugares. Se les ve por los pasillos arrastrando pesadas maletas que tan pronto descargan en sus hoteles, regresan por más.
Desde 1993, se dedica la FIL a un país (o región o estado o ciudad), tarea no fácil de resolver sin repetirse o fragmentarse: dos veces han sido invitados de honor Argentina, Colombia y Chile. Si bien España lo fue en el 2000, por cierto con una muy deslucida participación, hubo otras tres dedicadas a Cataluña, Andalucía, y Castilla y León. Estados Unidos como país no ha figurado entre ellos, en cambio sí Nuevo México y Los Angeles. Para la emisión número treinta se anunció una nueva y osada idea: la invitada de honor será América Latina. Sin duda se tratará de una feria plural y de gran riqueza a la vez que desequilibrada: las industrias editoriales de nuestros países están muy lejos de ser pares, así como la capacidad económica para hacerse presentes. Incluyendo por supuesto al Caribe, para la UNESCO somos cuarenta países, desde Haití y las islas Caimán hasta Argentina y Brasil, que tiene el tamaño de un continente. Celebrar su tercera década bajo este concepto muy novedoso será un reto de organización y equilibrio.
Marisol Schulz, directora por segundo año de la feria, dice que la FIL ya no puede crecer en cantidad y sí lo puede hacer en calidad. Disminuir de manera sustancial el número de los asistentes que acuden por obligación sería un logro y no una derrota estadística, dado que no repercutirá necesariamente en esas otras cifras que más importan a los expositores: el número de ejemplares vendidos y de transacciones profesionales efectuadas. Que asista quien tenga interés por los libros o por las actividades que se realizan tanto dentro como fuera de la Expo Guadalajara. A este respecto, me parece un gran tino el programa “Ecos de la FIL”, que lleva a más de cien autores a algunas de las preparatorias pertenecientes a la Universidad de Guadalajara. Mi evaluación personal es que esa cercanía de los estudiantes con un escritor o ilustrador resulta mucho más recreativa y pragmática que meterlos en un camión para que deambulen por la feria como zombis acarreados.
Francisco Hinojosa es poeta, narrador y editor. Es autor y antologador de más de cincuenta libros y columnista en Literal. Su twitter es @panchohinojosah
Posted: December 10, 2015 at 10:26 pm