Hotel de arraigo, de Imanol Caneyada
Liliana V. Blum
Hay libros que uno se obliga a terminar por estoicismo, compromiso o presión del mismo autor, y hay también libros que fluyen y, cuando uno menos se lo espera, llega a su final, sin haberlos podido soltar ni un momento. Hotel de arraigo (Suma de Letras, 2015), de Imanol Caneyada, cae en la segunda categoría. Tal vez soy una anticuada, pero cuando leo una novela me gusta encontrar una historia interesante, un conflicto, y personajes tridimensionales, cada uno con su propia agenda, con sus virtudes y sus defectos. Me gusta vivir la tensión y pasar cada página con el hambre de saber qué más pasará. Lamentablemente, no todas las novelas caen en esta categoría y con frecuencia uno se topa con 400 páginas de descripción, divagaciones, elucubraciones sesudas, y una historia plana, sin conflicto, que no va a ninguna parte. Desde luego, jamás reseñaría una novela así.
Para mi fortuna, Hotel de arraigo contiene todos los elementos por los cuales me acerqué a la literatura en un primer lugar. No sólo es la historia ágil, la trama perfectamente estructurada y existe un conflicto claro que lo tiene a uno al borde de la silla: la prosa es bella, hasta poética a veces, aunque sea para describir una escena atroz; los personajes son complejos, redondos, humanos; y el autor un experto en administrar la información para tener al lector como a un galgo que persigue la liebre. No sólo eso, sino que Imanol Caneyada consigue hacer una cruda crítica social del México actual, y hacernos reflexionar, con pesimismo, en mi caso, sobre la situación actual del país y los seres humanos que somos cómplices en ella.
La novela plantea la “colisión” de dos familias que por azares del destino y los modos corruptos de algunos de sus integrantes, terminan encontrándose. Por un lado tenemos a Arnulfo Lizárraga, un agente antisecuestros en declive con una familia clasemediera y aspiracional, que termina siendo degradado a cuidar un hotel de arraigo y ya no puede dedicarse a secuestrar. Carmen, su esposa, está acostumbrada a un nivel de vida que su marido no podría pagar si no fuera por sus actividades extracurriculares. Verónica, la hija con síndrome de Tourette, estudia en la universidad y parece ser el único personaje que no vive una doble vida en su familia. Por otra parte está Gabriel García, un junior déspota acostumbrado a salirse con la suya. Hijo de tigre pintito, sacó un poco de su padre, Heriberto García, empresario corrupto y sin escrúpulos, y de Ana Luisa, su madre devota que llena sus horas haciendo caridad porque es lo que se espera de las señoras copetonas como ella. Violencia, corrupción, mentiras, y oportunidades de redimirse que nunca se toman. No daré más detalles de la trama: sólo diré que es una novela que no hay que perderse.
No dejen de leer Hotel de arraigo. Es entretenida, ágil, literaria, bellamente escrita, con personajes tridimensionales y una trama que obliga a terminar el libro en una sentada: difícilmente uno se topa estas características en un mismo libro. Por si fuera poco, tuve la oportunidad de conocer personalmente al autor: Imanol es un hombre sencillo, simpático e inteligente. Escribió esta novela genial y hasta guapo es. ¿Necesito decir más?
Liliana V. Blum es autora de Yo sé cuando expira la leche (2011), El libro perdido de Heinrich Böll (2008), The Curse of Eve and other stories (2008), Vidas de catálogo (2007), ¿En qué se nos fue la mañana?(2007), La maldición de Eva (2002). Su cuentario No me pases de largo (Literal Publishing) resultó ganador del certamen de la revista Literal: Latin American Voices, en 2013. En 2007 ganó el Concurso Internacional de Narrativa convocado por el Centro Israelí para las Comunidades Iberoamericanas y en 2006 el Premio Nacional de Cuento Beatriz Espejo, cuyo trabajo aparece en el libro El espejo de Beatriz (Ficticia Editorial, 2009).
Posted: October 5, 2015 at 11:20 pm