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Jenny Holzer en el museo Guggenheim de Nueva York

Jenny Holzer en el museo Guggenheim de Nueva York

Naief Yehya

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En 1989 la artista Jenny Holzer (Gallipolis, Ohio, 1951) instaló en la rotunda del museo Guggenheim de Nueva York una tira de LEDs en forma de espiral a lo largo de tres niveles de los balcones del edificio de Frank Lloyd Wright, en el que, como si fuera publicidad o datos de cotizaciones de la bolsa de valores, corrían textos extraños. 35 años más tarde la artista regresa a ese museo con una retrospectiva de su obra, Light Line, en la que retoma como pieza central esa propuesta y la recrea con nueva tecnología en Instalación para el Museo Solomon R. Guggenheim (1989/2024). Ahora la tira de texto recorre los balcones de los seis niveles del museo y mientras la original tenía un simple formato de matriz de puntos, la actual tiene varias tipografías y puede mostrar imágenes, sombras, lluvia y colores detrás de las letras. Esta exposición es también un manifiesto del uso y evolución de la tecnología en el arte, así como de los cambios en las formas de expresión de la disidencia política. Holzer es en gran medida una artista de la palabra que emplea una variedad de medios para proyectar ideas. En esta exposición tenemos una muestra de sus planteamientos a lo largo de su obra que van del cinismo y el laconismo a verdades mordaces y comentarios hilarantes. Su trabajo trata de justicia social, del abandono de los desposeídos, la violencia armada y muy particularmente de la condición de la mujer. Durante la epidemia de SIDA, su pieza Laments, de 1989 se volvió emblemática de la respuesta de los artistas a la crisis. Holzer se ha mantenido crítica a las políticas militares en la era de las guerras sin fin, que comienza con el conflicto de los Balcanes en la exYugoslavia (Estados Unidos bombardeo por más de 70 días Belgrado, una capital europea) y se extiende a las guerras del Golfo, la invasión de Afganistán, la destrucción de Irak y la complicidad en el genocidio palestino.

Holzer se mudó a Nueva York en los años setenta a estudiar en el Whitney (donde el programa enfatizaba la preparación intelectual y filosófica de los artistas). Ahí entendió que las ideas complejas podían “ser simplificadas en frases que cualquiera pudiera entender”. Entre 1977 y 79 escribió alrededor de 300 aforismos cortos, como la célebre: “El abuso de poder no llega como una sorpresa” (que pasó de ser provocadora entonces a normal en la actualidad), “La propiedad privada creó el crimen”, “Las malas intenciones pueden producir buenos resultados” y mi favorita personal: “Protégeme de lo que quiero”. A esta serie la llamó Truisms (Lugares comunes) y fue su primera obra pública. Imprimió estos pensamientos en papel y sin autorización alguna los pegó anónimamente con engrudo en las paredes, postes, teléfonos públicos y objetos fijos del entonces dilapidado Bajo Manhattan, SoHo y el Lower East Side. El anonimato le parecía importante: “Yo quería que la gente considerara las ideas pero no le diera más que un pensamiento pasajero a quién las producía”. Su siguiente serie fue Inflammatory Essays (Ensayos incendiarios) de 1979-82, para la que escribió textos más largos y provocadores, los cuales también pegó por las calles. Otros artistas de esa época también exploraban el uso del lenguaje en el arte, como Barbara Kruger, On Kawara, Jean-Michel Basquiat, y Joseph Kosuth. Su trabajo es descendiente del arte pop y del minimalismo, y su obra es un híbrido entre la poesía, la escultura, el activismo político y la instalación. Holzer ha sido criticada tanto por ser elitista como por ser populista; por su falta de compromiso y por ser una ideóloga. La realidad es que el equilibro que mantenía entre la verdad y la ficción producía una ambigüedad punzante que daba vigor a la obra y permitía interpretarla de muchas maneras.

Holzer ha retomado esas observaciones y epigramas en distintos proyectos, imprimiéndolas en camisetas, posters, objetos de plástico, así como grabándolas en bancas de piedra y en placas de bronce, con lo que juega con la naturaleza desechable, comercial o solemne de los medios en que difunde sus textos. En 1982 el Public Arts Fund patrocinó una instalación en la que nueve de sus frases aparecieron en intervalos de cuarenta segundos en los inmensos tableros electrónicos de Times Square en Manhattan. A partir de entonces los carteles y monitores electrónicos de LEDs publicitarios e informativos se convirtieron en su elemento principal. Estas piezas fueron abriéndole el camino en el mundo del arte y fue la primera mujer en tener una exposición individual en el pabellón estadounidense de la Bienal de Venecia. Holzer ha seguido explorando las posibilidades de estos sistemas de comunicación y ha creado con ellos instalaciones cada vez más elaboradas y complejas.

Holzer define su trabajo como “la composición de la presentación del lenguaje” y se ve a sí misma como alguien que hace que el lenguaje se vuelva algo espacial. Para esto también utiliza proyecciones, láseres, realidad aumentada y realidad virtual entre otros medios efímeros. Algunos mensajes están concebidos para tener una naturaleza breve y pasajera, mientras otros están destinados a la posteridad, pero al entrelazarse en la Instalación se vuelven un magno poema que adquiere una dimensión extraordinaria. En el siglo XXI Holzer ha empleado sus propios textos para reflexionar sobre sucesos trágicos como las muy comunes balaceras en escuelas y comenzó a adoptar o apropiarse de las palabras de otros, a veces poesía (Henri Cole y Walt Whitman) y en ocasiones testimonios de refugiados o víctimas de tortura (para lo que ha colaborado con organizaciones como Human Rights Watch y Save the Children).

La retrospectiva Light Line incluye obras de los años 70, como los Ensayos incendiarios, que cubre totalmente las paredes de una sala. En estos ha colaborado con el artista del grafiti, Lee Quiñones, quien aporta sus propios mensajes escritos sobre los textos. Pero la obra se encuentra con un mundo distinto, hundido en una crisis climática probablemente irreversible, guerras interminables (incluyendo una nueva confrontación entre Occidente y Rusia), renacimientos de movimientos fascistas y en el que las mentes han sido adiestradas para absorber información por medios de comunicación, desinformación, entretenimiento y manipulación, adictivos y portátiles. Aparte de que los canales noticiosos se han convertido en feroces propagandistas que han incorporado a la parte baja de la pantalla un “crawl” o teletipo incesante de noticias que parece inspirado en la obra de Holzer. La exposición también incluye varias noches de proyecciones de textos sobre la fachada del museo, entre los que incluyen poemas de Anne Carson (“If Not, Winter”), Anna Swirszcynska, Henri Cole (quien fue como un tutor para ella) y Yehuda Amichai entre otros.

La fortaleza de su trabajo radica en su feroz escepticismo hacia el poder, no en ser portavoz de causas nobles. Su enfoque está en el trauma e impacto de distintas expresiones de la violencia. No obstante, después de la invasión de Irak Holzer dio un giro hacia la pintura sobre tela en la serie Redaction, utilizando documentos desclasificados del ejército y de agencias de espionaje, algunos censurados con bloques negros cubriendo las palabras, como base para obras abstractas que recuerdan al suprematismo ruso y en esencia pueden entenderse como denuncias y llamados a la consciencia. Un cuadro es literalmente un mapa del petróleo iraquí con indicaciones de lo que debe ser “tomado”, algo que únicamente puede sorprender a los más ingenuos y que será celebrado por los fanáticos más “patrióticos”. Al convertir en arte resplandeciente e irónicamente radiante a (veces usando deslumbrante pintura plateada o de hoja de oro con lo que tienen un aire de pintura sacra e iconos religiosos) estos textos liberados pero altamente censurados Holzer pone en evidencia el control que ejerce un régimen supuestamente democrático que siempre puede ocultar sus acciones e intenciones bajo el pretexto de proteger el bien público.

Dado que el lenguaje es el eje de la obra de Holzer, debemos preguntarnos ¿cómo ha sobrevivido su visión en un tiempo en que internet y especialmente las redes sociales han reinventado la comunicación y los idiomas? El peso e impacto de las palabras y su capacidad de transgredir ha cambiado enormemente. Lo extraordinario y surreal se volvió de pronto habitual. En la exposición se incluye Cursed (2022), que consiste en una serie de tweets rabiosos, racistas, paranoicos, ignorante, xenófobos y a menudo gramaticalmente torpes de Donald Trump, estampados en plomo, cobre y otros metales. Las piezas están dispuestas en una larga línea en la pared que termina “cayendo” en una gran pila de tweets en el piso. El simbolismo del contraste entre la volatilidad viral de un tweet y la pesadez metálica del mensaje es bastante obvio. También hay mensajes relativos a la insurrección MAGA del 6 de enero de 2020 para impedir que se validara la elección. Pero la reflexión no va mucho más allá. Tratar de encontrar la ironía en alguien que violaba las reglas descaradamente como Trump es imposible. Solo se puede cuestionar a la autoridad si esta cuenta por lo menos con un mínimo de credibilidad.

A lo largo de su carrera Holzer ha tomado frases fuera de contexto deliberadamente, lo que podía ser considerado un llamado a la rebelión también podía ser visto como un chiste y aunque algunos mensajes son evidentes lo suyo no es un adoctrinamiento ni una lección. Sin embargo, en esta retrospectiva está ausente precisamente una consideración de la forma en que el lenguaje altamente codificado ha conquistado muchos niveles de comunicación en ámbitos diversos (particular pero no exclusivamente en la academia), desde la selección personal del uso de pronombres de género inclusivos (el, ella, elle y muchos más) hasta el rechazo institucional de cualquier mención del actual genocidio del pueblo palestino (un asunto que en Estados Unidos y Europa a veces puede ser castigado con despidos o serias penalidades), así como la epidemia de cancelaciones a quienes violan códigos de lenguaje o a quienes tratan de imaginar un posible desenlace negociado diplomáticamente a la guerra entre Rusia y Ucrania. Holzer no cuestiona el peligro potencial que tiene ahora la palabra.

El contenido de sus textos es muy variado, desde citas célebres hasta frases incompletas, algunas son meramente hilarantes y otras sórdidas, en conjunto son enigmáticas y abiertas. Algunas frases son crítica social y política que reflejan indignación por los males sociales, el autoritarismo, el militarismo y el sexismo, mientras otras son comentarios sobre las intimidad, las relaciones y lo cotidiano. Los textos provenían de una diversidad de voces y ofrecían perspectivas antagónicas y complementarias. No había un “mensaje” determinado sino una cacofonía esquizofrénica, no había una verdad sino muchas alternativas, no todas aceptables. A pesar de la ambigüedad, hace cuarenta años esta obra tenía una claridad incuestionable. Ahora, en un paisaje descompuesto de ideologías fracasadas y militancias histéricas, el mensaje parece nostálgico o retórico. Lo que entonces era disruptivo ahora es cotidiano y se repite millones de veces al día en Twitter-X.  La política se ha reducido a micro slogans incendiarios, a contradicciones que han perdido la capacidad de hacer pensar y que son tomadas sin cuestionamiento ni ironía. La frase, que acuñó en los ochenta: “Nuestros tiempos son intolerables”, es hoy tan actual como entonces. Por supuesto que lo son pero esa afirmación parece no estar a la altura de la catástrofe que vivimos. Si bien podemos pensar que nada ha cambiado, en realidad mucho, muchísimo ha cambiado y aunque podemos decir que “Plus ça change plus c’est la même chose”, la realidad es que el lenguaje que empleamos para describir los desafíos contemporáneos se ha convertido en un laberinto que Holzer no se atrevió a explorar.

naief-yehya-150x150Naief Yehya es narrador, periodista y crítico cultural. Es autor, entre otros títulos, de Pornocultura, el espectro de la violencia sexualizada en los medios (Planeta, 2013) y de la colección de cuentos Rebanadas (DGP-Conaculta, 2012). Es columnista de Literal y de La Jornada Semanal. Twitter: @nyehya

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Posted: June 9, 2024 at 4:09 pm

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