La creación de un mundo con sentido

Crear sentido es un conjunto de muchas cosas. No es algo aislado. Y es necesario pensarlo para diferenciarlo. Lo pensamos de una manera demasiado personal. Y no es tan, tan personal. María Moliner dice que crear sentido es conmover (en lugar de incorporar lógica, que es en lo primero que pensaríamos). Y solemos pensar, sin haberlo pensado, que conmover es siempre emocional y siempre tiene que ver con la compasión y la empatía. No es así. De hecho, los tres elementos fundamentales que tenemos para crear sentido son:

a) la autobiografía, porque nosotros para nosotros mismos tenemos sentido.

b) enfrentarnos la lógica, que nos parece que tiene sentido en sí misma (no tiene).

c) crear espacio y no realidad (que es lo que Woody Allen define como el lugar donde te puedes comer un bistec con patatas fritas).

Pensémoslo paso a paso. a) La autobiografía nos parece comprensible porque podemos acercarnos mucho a nosotras mismas y buscar algo que lo explique todo (o la parte que estamos tratando de escribir). b) La lógica es capaz de demostrar que las vacas vuelan; la cual cosa no tiene sentido, sino, efectivamente, lógica (que es otra cosa). c) Y del mismo modo sucede con la realidad, que es totalmente inasible y que por lo tanto no podemos concluir qué sentido tiene (si acaso tiene alguno de manera global y para todas y todos).

Porque lo del sentido, si no lo hemos pensado y digerido, es una ilusión en la que confiamos y nos lleva a decir frases como: “yo creo un mundo comprensible, en el sentido que alguien podrá entrar en él y entenderme”. Eso es mucho ambicionar, así, de entrada, pero además que “yo cree un mundo en el que alguien pueda entrar y del que pueda salir” no significa que sea un mundo real ni que sea un mundo comprensible y ni siquiera que sea exactamente mío. Por otro lado, en una novela un mundo lógico sería casi surrealista. No existe una novela lógica. La lógica está para demostrar cosas como que “las vacas vuelan”. Pero en literatura, si quieres demostrar que las vacas vuelan tienes que lograr que eso suceda. Es decir que la lógica no es una medida del sentido. Muchas veces decimos con convicción algo como “eso no se lo creería nadie” o “en la realidad eso no pasa”. ¡Nosotras, nosotros! Que leyendo nos hemos creído tantas cosas y que nos gusta tanto, tanto, repensar la realidad a partir de ellas.

Y aun así la lógica, la realidad y nosotros mismos, por sí mismas, son suficientes para hacer una novela. Porque en literatura la lógica tiene una función muy específica. En literatura la lógica la aplicamos a cosas muy concretas que tienen que ver con la historia, con el tiempo y con los personajes. De hecho, el tiempo y los personajes suele pensarse que tienen coherencia (algo muy parecido a la lógica); y la historia es lógica porque si pasa una cosa tiene que pasar la siguiente: es totalmente continua y causal (a diferencia de la realidad, que parece ser rabiosamente casual o incomprensiblemente casual).  Y a eso es a lo que se agarra el lector. Y no obstante, así sigue siendo una ilusión: porque el lector sigue siendo capaz de creer que un señor con botas de agua rojas vuela; que alguien tarda tres páginas en comerse una madalena; o que sólo se tarda una frase en pasar seis años. Ilusiones.

Lolita Bosch nació en Barcelona en 1970, pero vivió mucho tiempo en Albons (Baix Empordà). También ha vivido en Estados Unidos, India y, durante diez años, en la Ciudad de México. Ha publicado, entre otras novelas, Tres historias europeas, La persona que fuimos, La familia de mi padre o Esto que ves es un rostro, así como su antología personal de literatura mexicana Hecho en México y el ensayo narrativo Ahora, escribo. Su Twitter: @LolitaBosch

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Posted: March 6, 2021 at 10:00 am