Cuatro minutos
Lorea Canales
Tercer o cuarto o quinto día de encierro. El viernes fue el último día que vimos amigos, aún podía hacer como si no pasara nada. Tuve suerte, o quizás lo opuesto a la suerte, el cuatro de Marzo fui a New Brunswick en New Jersey a ver a Louis C.K.. El auditorio de mil ochocientas personas estaba lleno. Todos preferían la comedia a la pandemia. Aunque era un público, como dicen los americanos, auto-seleccionado “self-selected”. Un grupo de personas dispuestas a perdonar a Louis C.K. de sus abusos, mal juicio o indiscreciones –como quiera que se le quiera clasificar a lo que hizo. Quien no sepa de qué hablo, ahí está Google, júzguelo como quiera. Dos personas sentadas a mi lado salieron del auditorio porque la “comedia” les pareció de mal gusto. Lo era, era de mal gusto, era ofensiva y provocadora, ese era el “chiste”. Para mí fue refrescante escuchar voces que se rehúsan a ser censuradas que dicen lo que muchos piensan pero nadie dice. Adrienne Iappaluci quien abrió para él, dijo en voz sería y recatada lo más indecible, nadie salía ileso de su sátira y su mordaz ironía.
Chistes que he recibido desde la pandemia: ¿Existe algo más poético que Trump derrotado por un virus chino llamado como una cerveza mexicana?
Este chiste lo recibí en Inglés y lo escribió alguien tan monolingüe que asocia Corona con cerveza y no con ese sombrero de oro y diamantes que usan los monarcas.
La ironía. Caravaggio y su círculo romano en 1600, pensaban que la ironía era una fuerza real que existía en el mundo haciendo una especie de contra peso a la realidad. La ironía no era sólo algo que ocurría de repente y del cual uno comenta, ¡qué irónico! Como la famosa canción de Alanis Morrisette, que ni siquiera logra encontrar ejemplos realmente irónicos. Lluvia en el día de tu boda no es irónico, es simplemente azaroso.
Es difícil entender racionalmente la pandemia. En 2020, inclusive la iglesia católica ha suspendido las misas. Menos en México con unos sacerdotes excepcionalmente retrógradas ¿o también eso es un epíteto? Una redundancia, los sacerdotes por definición son retrógradas, pero los de México, aún más. Porque mientras en otros países han suspendido las misas en México todavía piden a los feligreses congregarse. La iglesia no ha culpado a Dios del virus. La iglesia ha reconocido que un virus es un virus que se esparce por contacto con la saliva y que es mejor evitar contactos. La iglesia esta vez ha aceptado a la ciencia.
El virus entonces no es maldición, no es mala pata, no es más que una mutación celular que tiene como propósito reproducirse como Dios manda.
Entiendo la teoría de frenar la curva y hacer todo lo posible para no colapsar los sistemas de salud que ya de por sí están frágiles. Pero mi mente no puede procesar los escenarios a los que nos enfrentamos. El viernes 13, había una fila que daba la vuelta a la manzana para entrar al Trader Joe’s cercano a mi casa. No hice la fila pensando que sería inútil, pues una vez que entrara a la tienda todo ya estaría agotado. Tengo comida en mi alacena y otros súperes cerca tenían comida en abundancia. He visto los videos en internet de los Italianos y Españoles filmándose desde casa aguantando el encierro. Pero nunca en toda mi vida he estado dos semanas en casa. Desde que Trump fue electo presidente me cuesta trabajo pensar que esa es la realidad, ver los niños en detención, las familias separadas. Me sucede algo similar al ver los videos de López Obrador y las sandeces que dice, parece una parodia, un mal chiste y no la realidad. Esto se ha exacerbado con el Covid19. La distopia, la entropía nos ha alcanzado. La realidad está aquí.
Lorea Canales es autora de los títulos: Apenas Marta (Becoming Marta, 2011) y Los perros (The Dogs, 2013) . Ha sido incluida en diversas antologías. Su Twitter es @loreac
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Posted: March 23, 2020 at 3:17 pm
Estamos viviendo tiempos extraños pero no todo tiene que ser tan terrible. Creo que a su modo, el planeta nos ha impuesto este cambio para recuperarse y permitirnos cobrar conciencia. Quedarnos en casa es lo mejor que podemos hacer y aprovechar el tiempo para leer, estar con nuestros seres queridos, conocernos a nosotros mismos. Hay que pensar no en lo peor, si no en lo que diremos cuando esta situación pase y podamos recuperar el ritmo normal de nuestras vidas. No todo está perdido.