Essay
Literatura y Periodismo: Ir contra el lugar común

Literatura y Periodismo: Ir contra el lugar común

Mónica Maristain

Getting your Trinity Audio player ready...

Las dos periodistas que considero escritoras e incluso sociólogas, antropólogas y filósofas son la mexicana Alma Guillermo Prieto y la argentina Leila Guerriero.

Leila siempre dice que es el periodismo lo que la llena. “No quiero ser considerada escritora, con el periodismo me alcanza”.

“Yo me preocupo mucho en saber para qué voy a decir, que el texto no termine siendo un regodeo de mi propio ego, porque ese regodeo formal, cuando es vacuo, le hace mucho mal a la crónica”.

“Yo no hago periodismo de investigación, yo hago crónica, que es una cosa bien distinta y hace tiempo que perdí la esperanza de pensar que el periodismo va a mejorar el mundo”.

“En mí lo que hay es una voluntad de ir contra el lugar común. Encuentro una nota muy transitada por la prensa, yo digo: tengo algo más para decir sobre esto. Así de soberbio es mi pensamiento”, añadió.

“Hay que fijarse en los calcetines del pianista, porque esos son los detalles que importan para una crónica. Los calcetines del pianista es una metáfora, para mirar al sujeto completo, para que esa persona deje de ser una caricatura, sino una persona con verdades, con vilezas, en toda su extensión”, expresa Leila Guerriero, autora entre otros libros de Los suicidas del fin del mundo. Crónica de un pueblo patagónico y Opus Gelber. Retrato de un pianista, ambos por Anagrama.

Recientemente ha sacado La Llamada y en un video dispuesto a promover el libro, Leila cuenta que trata de Silvia Labayruz, “una argentina, hija de militares, que estuvo secuestrada durante un año y medio en 1976 y permaneció cautiva en un sitio clandestino. Tuvo a su hija Vera allí, en la Escuela de Mecánica de la Armada”, cuenta.

“La crónica tiene en común con cierta literatura de ficción que no es un fenómeno de masas, sino un fenómeno de nichos. El espacio de No Ficción de calidad está compartiendo espacio con la literatura de Ficción, de igual a igual y tiene que ver con que nosotros y la generación que viene atrás no estamos haciendo periodismo para ganar el pan y cuando conozcamos a un editor le pediremos que nos publique un cuento o una novela”, afirma Leila.

“Esto es lo único que nos interesa hacer, para nosotros el periodismo, la no ficción es todo lo que queremos”, dijo Leila Guerriero, dueña de una carrera que la contempla como una gran editora.

¿Ha tenido miedo alguna vez en su carrera?, le preguntan siempre a ella.

“Claro que no se compara al miedo que puede haber padecido un colega que recibe amenazas. Como todo periodista sí he cubierto algunas cosas de la marginalidad que te ponen en cierta situación de riesgo…no sé, te encuentras a la noche en una villa miseria en medio de una balacera, por ejemplo, y no tienes celular y no sabes qué hacer, pero la verdad que al lado de lo que le sucede a otros profesionales en otras partes del mundo, donde prima la violencia, no me ha pasado nada. Creo que he corrido más riesgo en mi vida de civil que como periodista”.

“Creo que el periodismo no se trata de involucrarse con la historia, me parece que uno tiene que mantener una distancia con el objeto a estudiar. Si te involucras demasiado con lo que estás haciendo, empiezan a pasar algunas cosas que uno ve en ese periodismo ñoño, cuando el periodista se pone a llorar con el entrevistado o profesionales que dicen que tal o cual cobertura le cambió la vida…No, a mí no me pasa eso. Sí era difícil emprender los viajes para hacer el libro, porque gastaba tiempo de mis vacaciones, tiempo de mi descanso, había como un agotamiento en eso, pero no por el tema en sí. Soy una persona muy fuerte y siempre trato esos temas border”.

LA GUERRA NO TIENE ROSTRO DE MUJER

Leo la edición de DeBolsillo de La guerra no tiene rostro de mujer y pienso en el día que recibió el Premio Nobel Svetlana Aleksiévich. Fue en 2015 y todos nos largamos a opinar sobre ese galardón “un tanto absurdo” para una periodista. Podemos, en definitiva, hacer varias reflexiones a si estuvo bien dado o no. Por ejemplo, pensar que nunca lo recibieron Philip Roth o Jorge Luis Borges, pero sí lo recibieron Bob Dylan o esta mujer ucraniana que habla de las víctimas de Chernobyl y del millón de mujeres que combatieron en la Segunda Guerra Mundial.

Una vez el editor y escritor Óscar Alarcón, para su libro de entrevistas a escritoras, me preguntó si periodismo y literatura eran la misma cosa. Yo contesté que “Periodismo y literatura son cosas totalmente distintas. Sinceramente siento que Gabriel García Márquez ha hecho mucho mal a los jóvenes al igualarlos (a los dos géneros). Yo puedo ser muy radical. ¿En qué momento los periodistas creímos que éramos escritores? ¿En qué momento no nos alcanzó con ser periodistas? ¿En qué momento ser periodista fue ser poco y quisimos ser Truman Capote? He leído muchísimas buenas crónicas, desde Leila Guerriero hasta Magalí Tercero y no siento que sean escritores, sinceramente no. A mí me alcanza con que sean buenos periodistas”.

Al mismo tiempo, me sereno en las declaraciones destinadas a clasificar, fruto tal vez de ese gran mercado comercial en que se ha vuelto la literatura, donde hoy una periodista puede ser miembro de un jurado para determinar el ganador de un premio de literatura y un escritor puede ser el gran invitado de un chef a hablar de cocina en su programa.

Las cosas se han dado vuelta, pero pienso que si no se le hubiera dado el Nobel a Svetlana Aleksiévich, seguramente no la conoceríamos y no sabríamos de sus increíbles materiales, cómo nos sensibilizan frente a temas que estaban delante de nosotros, como un elefante rosado y no veíamos, cómo nos ponen inteligentes y en alerta a esas angustias que dejan las sociedades en los pliegues, en los abismos.

“Se acabó la guerra. Me quedé sola, solita. Hacía de vaca, hacía de buey, hacía de mujer, hacía de hombre. ¡Ay de mi vida!”. El testimonio pertenece a una anciana de la aldea de Ratyntsy, “del distrito de Volózhinski, en la provincia de Minks, se encuentra a una hora de viaje de la capital. Es una aldea bielorrusa como cualquier otra: casas de madera, patios delanteros llenos de flores, gallos y patos paseando por las calles. Los niños juegan con la arena. Las viejas se sientan en los bancos delante de sus casas. He venido a ver a una de ellas, pero se ha congregado toda la calle. Hablan. Es un coro plañendo”, escribe.

Este libro, que reúne los recuerdos de cientos de mujeres que participaron en la Segunda Guerra Mundial, es tan necesario, tan abierto y tan preciso.

“Las tropas alemanas se instalaron cerca de Vorónezh…Les costó mucho tiempo conquistar la ciudad. La bombardeaban continuamente. Los aviones no dejaban de sobrevolar nuestro pueblo, Moskovka. Yo aún no había visto al enemigo, sólo sus aviones. Pero supe muy pronto cómo era la guerra”, dice otra entrevistada.

Por eso, hoy, leer a Svetlana Aleksiévich, no tiene sentido referirse al Nobel o no. Hay que leerla porque su prosa explota como la misma guerra que no se atreve a irse de la Tierra. No tiene nada que ver con que sea periodista, porque es esa raíz lo que defiende.

EL PREMIO PRINCESA PARA UNA REINA

Alma Guillermoprieto, Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, es una de nuestras mejores periodistas y merece estar en esta lista de mujeres que han sembrado con buenas y duraderas plantas este sendero.   

Entre otros conflictos, ha escrito sobre Sendero Luminoso, en Perú, el terrorismo de Estado en Argentina, el conflicto civil y el narcotráfico en Colombia y las guerras de las drogas en México.

Es muy buena su crónica sobre Abimail Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, que fue apresado y mostrado desnudo –para que se vea que tenía psoriasis- en una jaula de metal.

“Fue un personaje completamente desconocido en los 13 años de terror que había impuesto en el Perú, como el jefe de Sendero Luminoso, de repente se hace visible, de repente tiene cara, con psoriasis, un personaje fláccido, con los pies planos y la fuerza del terror es tan grande que lo ven casi como un ser épico o casi heroico”, recordó.

Entre sus grandes aportes al periodismo está la revelación de la Masacre de El Mozote, durante la Guerra Civil en El Salvador, texto que publicó en The Washington Post en 1982, la lucha sandinista en Nicaragua y la droga, con el “Chapo” a la cabeza, que está en todo el continente.

“Uno ve al Chapo en la tele y lo ve incluso como víctima. Hay gente que dice: -Pobre Chapo, allá encerrado en una celda por el resto de sus días. Pero no viene al caso el pobrecito, no es relevante decir eso”, afirmó.

“Hay otras cosas que tengo para decir con respecto a la imagen y a la violencia, tengo una especie de pesadilla a un aluvión de secuestrados viendo la televisión y pasan alguna película gringa donde se muestra una imagen de tortura atroz y escuchar a alguien que dice: -Esa está buena”, agrega.

“Y veo a un productor de Hollywood leer sobre una tortura atroz del narcotráfico y decir: -Eso funciona. Hay como una retroalimentación entre esos dos extremos: la imagen y la realidad”, expresó.

Alma Guillermoprieto comenzó su vida profesional a los 12 años en el Ballet Nacional de México. Tomó clases en el estudio de Martha Graham en Nueva York y fue alumna de Merce Cunningham. En 1978 inició su carrera periodística en Nicaragua y a partir de allí recorrió todo Latinoamérica.

Fue a Brasil varias veces y vio cómo juzgaron al que fue “el presidente más gandalla” de ese país. Un hombre, Fernando Collor de Melo, al que le gustaban los supositorios de cocaína, que vestía elegantemente y que tenía a la mujer más guapa. “Había que votarlo”, dice.

“Los inicios de la democracia brasileña en 1992 eligen a este personaje porque les fascina cómo se viste. ¡Qué lindo minino! Y votan. De repente comienza el saqueo de Brasil y las telenovelas empiezan a disfrutar la falta de censura. Comienzan a llegar grandes intelectuales a las novelas y comienzan a escribir historias progres”, cuenta Guillermoprieto.

“En esas novelas sale la gente a protestar y logran destituir a ese mal gobierno. Salen con las caras pintadas de verde y amarillo en las novelas, al día siguiente sale una manifestación inmensa contra Collor de Melo y toda la gente con la cara pintada. Hubo un momento de coincidencia muy propicio entre los sueños de realidad que proponían los autores de las telenovelas y las ilusiones de los jóvenes”, remarcó.

“Uno siempre tiene que estar atento a ver cuál es el fragmento de mundo que me toca ver. Si vas buscando la nota, ya estás perdido”, expresó la periodista mexicana.

Recordó “el desastre” de la campaña de Mario Vargas Llosa en el Perú, “cuando en su primera conferencia de prensa respondió en francés, contra un profesor chaparro que se llamaba a sí mismo “el chino”. Ya llegó “el chino”, decía y el slogan era: -Vota por Fujimori, un presidente como tú. Mario Vargas Llosa pensaba que lo importante de su campaña era él, Vargas Llosa”, afirmó.

Siempre ha ido con su capacidad de observadora. Siempre sola y cuando le preguntan qué puede hacer para que el mundo sea mejor, ella contesta: -No sé.

“Vale la pena el periodismo y hacer crónicas porque es divertidísimo, porque es una manera de vivir, porque aunque no tengas la obligación de hacerlo contribuyes a la sociedad también”, dijo.

“Leer crónica o lo que sea equivale a tener un espacio de silencio. Vivimos en un mundo extremadamente ruidoso, donde la lectura es ese espacio de silencio en el cual puedes entender lentamente”, agregó.

“La lectura es una manera de tener esperanza”, dijo.

Imagen de AFP/Getty Images

Mónica Maristain (Concepción de Uruguay, Argentina). Editora, periodista y escritora. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales como Clarín, Página 12, La Nación y la revista Playboy. Ha sido colaboradora en las agencias EFE y DPA. En 2010 publicó “La última entrevista a Roberto Bolaño y otras charlas con grandes autores” . En n 2011, coordinó la antología El último árbol. Cuentos de navidadEl hijo de Míster Playa fue publicado originalmente por Almadía en 2012. Su título más reciente es Antes, poema largo editado por Literal Publishing en 2017.

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.

Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores y columnistas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de esta revista ni de sus editores, aunque sí refrendamos y respaldamos su derecho a expresarlas en toda su pluralidad. / Our contributors and columnists are solely responsible for the opinions expressed here, which do not necessarily reflect the point of view of this magazine or its editors. However, we do reaffirm and support their right to voice said opinions with full plurality.


Posted: July 15, 2024 at 6:15 am

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *