Mala hora para la izquierda. Good bye, Foro de Sao Paulo
Gisela Kozak
Los aliados del Foro de Sao Paulo —plataforma de partidos y movimientos sociales de la izquierda latinoamericana— llegaron a gobernar al mismo tiempo Brasil, Argentina, Chile, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Cuba y Nicaragua. Excepto en Cuba, contaron con el voto popular. Además, se hicieron con el MERCOSUR y fundaron la Unión de Naciones del Sur (UNASUR), la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (CELAC). Las derivas autoritarias de Nicaragua y Venezuela ponen sobre la mesa el origen del Foro de Sao Paulo: una alianza entre un dictador comunista de viejo cuño, Fidel Castro, y Luís Inácio “Lula” da Silva, político ex comunista que había aceptado la democracia liberal.
Hoy, los mencionados organismos de integración se tambalean. A los retrocesos electorales de la “marea rosada” se suman los procedimientos al expresidente de Ecuador, Rafael Correa, y a la expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, además del encarcelamiento de Lula Da Silva. El Informe de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, ha sido el golpe de gracia internacional para Nicolás Maduro. Es difícil negar la realidad de Venezuela ante la migración masiva y la ruina económica.
El XXV Encuentro del Foro de Sao Paulo, celebrado en Caracas entre el 24 y el 28 de julio, lució muy disminuido. El Partido Socialista de Chile respalda el informe de Bachelet y el uruguayo José Mujica reconoce que existe una dictadura. Más prensa en Brasil han tenido los comentarios del presidente Jair Bolsonaro sobre el foro como una amenaza continental que el propio evento. En Colombia, apenas se levantó una pequeña polvareda cuando el presidente Iván Duque aseguró que Iván Márquez y Jesús Santrich, controvertidas figuras de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia (FARC), iban a asistir, lo que no ocurrió. Ni siquiera se trasladó a Caracas Evo Morales, muy interesado en que su país entre al MERCOSUR; se conformó con enviar un pequeño grupo del Movimiento al Socialismo (MAS).
Se repite la situación con Argentina, Chile, Uruguay y México. Hasta el Partido de la Trabajadores del Brasil salió del trámite con su encargada de asuntos internacionales y la de asuntos de las mujeres. En cambio, en el encuentro del Foro en La Habana el año pasado se presentaron Yeidckol Polevnsky, presidenta de MORENA, en el poder actualmente en México, y Dilma Rousseff.
El Foro de Sao Paulo tuvo una falla de origen desde su fundación por el Partido Comunista de Cuba y por el Partido de los Trabajadores (Brasil): el menosprecio a la democracia liberal. Incluyó al régimen castrista y a partidos comunistas de raíz soviética. Quienes ganaron las elecciones en el continente en este siglo no fueron los comunistas y, por fortuna para sus países, los líderes izquierdistas de Argentina, Chile, Ecuador, Brasil, Uruguay y El Salvador, no cayeron en las tentaciones de la revolución bolivariana y el sandinismo orteguista. Pero al aceptar el autoritarismo apoyado por el voto popular de Hugo Chávez y no tomar distancia a tiempo frente a Maduro y Ortega, los aliados del Foro de Sao Paulo tienen responsabilidad en la hecatombe venezolana y en la desgracia nicaragüense. No se trata aquí de un tema de realismo político, de mantener relaciones diplomáticas con países de diversos signos ideológicos. Estamos hablando de compañeros de la ruta izquierdista que se supone comparten principios y luchas comunes.
El pragmatismo electoral y la tolerancia a la diversidad ideológica no deberían implicar ciertas alianzas. La historia de los comunistas luchando contra dictaduras militares en América Latina y contra el nazismo no puede borrar su prontuario respecto a los derechos humanos, su incapacidad de entender cómo se crea riqueza económica y su desprecio por la alternabilidad en el poder. Nicolás Maduro es el heredero más destacado de esta izquierda obtusa.
La Declaración final del XXV Foro de Sao Paulo es un calco del lenguaje de la guerra fría (imperialismo, bloqueo estadounidense) matizado con referencias a la mujer y a la diversidad sexual, curiosa inclusión pues la población LGBT cubana, nicaragüense y venezolana carece de derechos. El apoyo a Cuba, Nicaragua y Venezuela es abierto, así como a Lula, al peronismo, al Frente Amplio y al único país con un gobierno de izquierda que llegó al poder recientemente: México.
El fracaso en Caracas no debe llamarnos a engaño. La izquierda y derecha antiliberales acechan en todo el orbe. En América Latina las elecciones tienden a verse no como necesarios ejercicios democráticos sino como conflictos existenciales en los que la población se juega su destino. Venezuela, convertida en espantajo, ha obligado a la izquierda a alejarse de ella para no perder elecciones. No obstante, los partidos que otrora ganaron el poder pueden volver a hacerlo y México está gobernado por un aliado del Foro. Por ahora, el XXV Encuentro del Foro de Sao Paulo lo que dio es lástima. Si no fuera porque la fauna de irresponsables y ciegos que fueron a Venezuela a hacer turismo izquierdista lo hicieron a costa del hambre de mis conciudadanos, me reiría a carcajadas de esos zombies que emprendieron cosas tan ridículas como un paseo en bicicleta para exigir la libertad de Luiz Inácio Lula Da Silva, quien con semejantes aliados no llegará muy lejos.
Gisela Kozak Rovero (Caracas, 1963). Activista política y escritora. Algunos de sus libros son Latidos de Caracas (Novela. Caracas: Alfaguara, 2006); Venezuela, el país que siempre nace (Investigación. Caracas: Alfa, 2007); Todas las lunas (Novela. Sudaquia, New York, 2013); Literatura asediada: revoluciones políticas, culturales y sociales (Investigación. Caracas: EBUC, 2012); Ni tan chéveres ni tan iguales. El “cheverismo” venezolano y otras formas del disimulo (Ensayo. Caracas: Punto Cero, 2014). Es articulista de opinión del diario venezolano Tal Cual y de la revista digital ProDaVinci. Twitter: @giselakozak
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Posted: August 5, 2019 at 9:14 pm