Mi Geisha Robot
Miguel Cane
Cuando en 1972 Ira Levin (sí, el autor de El bebé de Rosemary) publicó su célebre novela corta Las mujeres de Stepford –una escalofriante sátira que se burla de la misoginia recalcitrante en ciertos círculos ante el auge del movimiento feminista, y que gira en torno a una comunidad suburbana de clase media alta en Connecticut, donde los hombres sustituían a sus esposas por robotas–, ciertamente no imaginaba dos cosas: uno, que el término “mujer de Stepford” se acuñaría en el lexicón popular de su idioma para referirse a una persona blanda y carente de personalidad (aunque vivió para ver cómo sucedía el fenómeno), y dos, que algún día los ginoides que imaginó serían una realidad y que ahora hasta películas protagonizan.
Vaya pues, el futuro ya está aquí.
Todo esto porque en la 28a edición del Festival Internacional de Cine de Tokyo tuvo lugar el estreno mundial de una cinta titulada Sayonara (que, por si usted no lo sabe todavía, quiere decir “adiós” en japonés) y cuyo principal punto de interés, más allá de su trama o ejecución, reside en el hecho de que se trata de algo histórico: es el primer filme coprotagonizado por una actriz artificial. Una ginoide. Una robota, tan mecánica como la desalmada María en Metrópolis de Lang.
La película es un proyecto conjunto del realizador nipón Koji Fukada (quien realizó la cinta Hospitalité en Europa), el dramaturgo Oriza Hirata y el profesor e ingeniero Hiroshi Ishiguro, líder del Laboratorio de Telecomunicaciones Avanzadas de Japón que lleva su nombre y es conocido por sus diseños de autómatas de aspecto humano. La trama de la cinta gira en torno a la singular relación que surge entre Leona, una robot humanoide, y Tania (la estadounidense Bryerly Long), joven mujer occidental que tiene los días contados debido a un envenenamiento por las radiaciones emanadas de un accidente nuclear ocurrido en algún momento previo al inicio de la historia.
Fand Long es el nombre de la actriz artificial quien, pese a ser capaz de hablar y reproducir expresiones humanas en su rostro pasa todo el filme en silla de ruedas ya que todavía no cuenta con movimientos corporales independientes –aunque su creador no descarta esta posibilidad en algún upgrade posterior. El trabajo Fand Long, tal como se aprecia en el trailer [https://www.youtube.com/watch?v=6lFgLcH8eC0&feature=youtu.be] de la cinta, es impresionante: ciertamente no es Meryl Streep pero la interpretación que hace de Leona (dama de compañía mecánica de la joven que no alcanza a comprender el significado de la muerte) resulta conmovedora.
Fand Long es un ginoide modelo Geminoid-F con un esqueleto metálico cubierto de goma y silicón de aspecto similar a la piel y que durante el rodaje fue operado por control remoto. Fue desarrollado por Ishiguro, quien desde 2005 ha diseñado y construido varias generaciones de autómatas de aspecto humano capaces de interactuar con personas, entre ellos un clon robótico de sí mismo. El trabajo de Ishiguro fue reconocido este año con el Premio nacional de Ciencia y Tecnología que otorga el Ministerio nipón de Cultura, Deporte, Ciencia y Tecnología. Algunos de sus autómatas se exhiben en el Museo de la Ciencia Emergente y la Innovación (Miraikan) de Tokyo.
La cinta ha llamado la atención sobre todo por esta innovación. Se trata de la adaptación de una obra de microteatro escrita por Hirata en la que participó un modelo anterior de Geminoid-F. La trama no muy original –historias de personas interactuando con inteligencias artificiales no son novedad en esta era post-Star Wars– aunque lo impresionante es el realismo de su trabajo con la cámara.
Cada vez está más cerca el momento de que actores mecánicos entren a los sets y a las alfombras rojas. ¿Tal hecho es perturbador? Puede ser. Aunque también resulta innegablemente fascinante.
Miguel Cane es autor de la compilación Íntimos ensayos y de la novela Todas las fiestas de mañana. Es colaborador de Literal. Su Twitter es @aliascane
Posted: December 7, 2015 at 10:41 pm