Current Events
Nogales versus Nogales
COLUMN/COLUMNA

Nogales versus Nogales

Roberto Salinas León

Getting your Trinity Audio player ready...

En su influyente magnum opus, Why Nations Fail? Daron Acemoglu y James Robinson elaboran la tesis de que la prosperidad de las naciones depende, en el fondo, de instituciones que generen certidumbre, progreso y distribución de oportunidades de crecimiento. Es decir, de lo que caracterizan como “instituciones inclusivas”: acceso al libre intercambio de bienes y servicios, competencia abierta, un marco jurídico estable que proteja derechos de propiedad bien definidos, así como monedas estables.

Los autores inician su obra destacando, justamente, un ejemplo que ellos consideran refleja la disparidad institucional en la frontera entre México y los Estados Unidos, en particular la que existe entre las ciudades de Nogales, Arizona y Nogales, Sonora. La primera abunda en prosperidad porque sus instituciones son “inclusivas”; la segunda sufre de pobreza, atraso y corrupción porque su marco institucional es “extractivo”. Es decir, la prosperidad del lado mexicano no se genera al mismo nivel que la ciudad vecina al norte por la ausencia de instituciones inclusivas de calidad que permitan atraer inversión productiva y, con ello, facilite establecer empresas al sur de la frontera.

Así, los galardonados con el Premio Nobel de Economía 2024 (junto con otro de sus colegas, Simon Johnson) afirman que la brecha en niveles de riqueza entre Nogales (Arizona) y Nogales (Sonora) “es sencilla: se debe a las diferencias existentes entre las instituciones de ambos lados de la frontera, que crean incentivos muy distintos para los habitantes” de estas dos ciudades.

Sí, pero no.

Varios comentaristas mexicanos han señalado este ya famoso ejemplo de Acemoglu y Robinson casi como prueba fehaciente de la tesis “institucionalista”. Ello seguido de advertencias sobre las futuras consecuencias de la deconstrucción institucional alrededor de la “deforma” o reforma judicial, la desaparición de los organismos autónomos, la falta de transparencia en la asignación de contratos del sector público junto con otras de las varias iniciativas del infame “segundo piso” de la 4T.

La realidad del caso de las dos Nogales es más compleja así como fascinante. Nogales versus Nogales sí comprueba la proposición de los autores, pero… exactamente al revés. Nogales Sonora tiene una población (264,000 habitantes) más de diez veces superior a la de Nogales, Arizona (19,000 habitantes). A partir de la entrada en vigor del tratado norteamericano en 1994 se generó un cambio de paradigma en la dinámica productiva de ambas ciudades fronterizas con una expansión pronunciada en la industria manufacturera, la cual ha ocasionado una importante cantidad de nuevos empleos y, por lo tanto, de migración de capital humano a la ciudad sonorense. Hoy la estructura de plantas de manufactura representa 35% de las fuentes de empleo para trabajadores en el sector maquilador de Sonora.

El gran dinamismo de la región Sonora-Arizona, la cual se presume en ambos estados como una sola “mega-región, es consecuencia incuestionable de los beneficios de la integración.

El aumento de las exportaciones se ha convertido en la fuerza motriz del crecimiento económico de Sonora y ha hecho de Nogales uno de los puertos de entrada y salida de productos más representativos a lo largo de la frontera. El marco institucional establecido bajo las reglas del juego del NAFTA, ahora TMEC, fue la base para el desarrollo de un clima de inversión que ha permitido captar flujos de inversión extranjera no antes vistos en la ciudad y sus alrededores en el norte sonorense. El aumento de las libertades económicas para el comercio exterior, junto con la consolidación de la estabilidad monetaria, han sido detonadores de un auge económico importante en la ciudad sonorense de Nogales y en todo el estado de Sonora.

Sin bien persisten diferencias significativas entre las dos ciudades, el caso de las Dos Nogales es, contra lo que afirman Acemoglu y Robinson, un poderoso ejemplo de los beneficios de la integración norteamericana y, particularmente, de la tesis de que el tratado norteamericano hizo posible “importar” esas instituciones “inclusivas” al sur de la frontera permitiendo que sitios como Nogales (Sonora), junto con varios otros, consolidara los incentivos para atraer flujos de inversión productiva y un consecuente aumento de la productividad. En palabras de Luis Rubio: “lo que es crucial del NAFTA es el reconocimiento de la incapacidad de las instituciones existentes de dar a los inversionistas la certidumbre que quieren en el largo plazo”.

Este análisis arroja dos conclusiones. Por un lado, la tesis de Acemoglu y Robinson sobre el papel de las instituciones como factor “diferenciador” de niveles de prosperidad es correcta. La transformación de Nogales (Sonora) en un punto estratégico de logística y crecimiento, sin embargo, muestra que la tesis institucionalista es válida pero justamente porque tanto la ciudad como el estado se beneficiaron en forma capital del profundo proceso de integración. La certidumbre en las reglas del juego a nivel norteamericano integró el sur de la frontera transformando la ciudad en un sitio clave para la enorme expansión que se ha vivido en la “mega-región.”

Ello significa que, a pesar de las dificultades en el orden jurídico del país, ambos lados de la frontera han logrado encarar los retos de la apertura del mercados, tanto en mantener posiciones competitivas y adaptarse a nuevas estructuras productivas (principalmente a centros de manufactura con fines de exportación), así como a todos los servicios relacionados con el comercio internacional.  Día a día y a toda hora atraviesan millones de dólares en mercancía al norte de la frontera: autopartes, chips, televisores, computadoras, mangos, jitomate, aguacate, cerveza y muchísimos productos más. Asimismo, al norte de la frontera, en Nogales (Arizona), también se ha vivido una transformación diferente pero de igual trascendencia: esta ciudad se ha convertido en un punto de encuentro para mercados de mayoreo donde múltiples agentes económicos reciben las mercancías que cruzan la frontera para destinarlas a sus puntos finales de consumo.

Si acaso, la gran deficiencia institucional en las dos ciudades hoy en día es de carácter aduanal —las colas interminables de camiones y automóviles que duran largos momentos para poder cruzar de un lado al otro. La necesidad de agilizar estos procesos aduanales beneficiaría en forma fundamental a los dos lados de lo que de facto se ha convertido en una misma ciudad.

Así visto, la historia de Nogales & Nogales es un dramático ejemplo de los beneficios a largo plazo de una economía abierta al comercio exterior, aun a pesar de las asimetrías económicas que persisten entre ambas ciudades. El mismo fenómeno se puede observar en otros puntos fronterizos, sobre todo Laredo y Nuevo Laredo. Como ciudad fronteriza, dividida por diferentes regulaciones y costos de transacción, Nogales como región es equivalente a una versión miniatura de un mercado común, donde existe un libre flujo de todos los factores de producción —incluyendo capital humano. Vaya, más de la mitad de los habitantes de Nogales (Arizona) son ¡sonorenses! La plataforma industrial de Nogales (Sonora) ha crecido en forma acelerada desde la entrada en vigor del marco jurídico que norma la apertura norteamericana, fomentando el surgimiento de nuevas empresas, fuentes de empleo y nivel de vida.

Los ganadores del Premio Nobel tienen razón: la falta de instituciones es “la razón principal de las diferencias de prosperidad”. Empero, sería recomendable que estudiaran bien el caso de Nogales versus Nogales en futuras ediciones de Why Nations Fail. No es un ejemplo equiparable al que suponen tantos miembros de la comentocracia económica mexicana entre, digamos, Corea del Sur vs. Corea del Norte.

Tristemente, quizás esta reflexión ya resulta irrelevante. Hoy, al norte de la frontera, el abusar de la amenaza arancelaria como instrumento de negociación geopolítica le ha dado un golpe fuerte, quizás mortal, a la certidumbre institucional de largo-plazo que caracterizaba la principal virtud del tratado norteamericano. Y al sur de la frontera la obsesión del gobierno actual parece ser cumplir a toda costa con el llamado tropical de mandar al diablo a las instituciones.

Vaya tiempos tan complicados que viven las instituciones…

 Roberto Salinas León (Ph.D. en Filosofía y Teoría Política, Universidad de Purdue) es director de asuntos internacionales de la Universidad de la Libertad y presidente de Alamos Alliance, uno de los coloquios económicos más importantes en América Latina. Ha publicado en diversos medios como El Economista, Forbes, Nexos, The Wall Street Journal, Investor’s Business Daily, y varios otros. X: @rsalinasleon

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.

Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores y columnistas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de esta revista ni de sus editores, aunque sí refrendamos y respaldamos su derecho a expresarlas en toda su pluralidad. / Our contributors and columnists are solely responsible for the opinions expressed here, which do not necessarily reflect the point of view of this magazine or its editors. However, we do reaffirm and support their right to voice said opinions with full plurality.


Posted: March 2, 2025 at 6:54 pm

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *