Otra Sylvia
Jazmina Barrera
En 2014 la editorial Nórdica publicó en español el libro Dibujos, de Sylvia Plath. El libro consiste en una colección de dibujos que Plath realizó entre 1956 y 1957 y que revelan una faceta muy distinta de la escritora. Su libro más famoso, el poemario Ariel, fue escrito casi por completo entre 1962 y 1963, después de que ella y Ted Hughes se separaron. Sus poemas más conocidos expresan un desconsuelo y una cólera que probablemente predominan en la concepción general de la autora.
Sin embargo hay otras Sylvias. Está, por ejemplo, la Sylvia que escribió The Bed Book, un libro de poemas para niños ilustrado por Quentin Blake, en el que Plath imagina camas fantásticas, sobre el lomo de un elefante o en la copa de los árboles. Y está también la Sylvia de los dibujos.
Desde joven, Plath estuvo en contacto con las artes visuales. Asistió a varios cursos de historia del arte y escribió poemas en torno a la obra de Klee, Rousseau y De Chirico.
Cuando estaba a punto de morir, Ted Hughes le dio a sus hijos un paquete que contenía estos dibujos. Los conservó hasta el último momento, quizás porque le traían buenos recuerdos. Casi todos los realizó Plath durante su luna de miel, en los viajes que hicieron a Inglaterra, Francia, España y Estados Unidos. El libro incluye algunas cartas de Plath, de la época de los dibujos, y en ellas su felicidad es evidente. Estaba enamorada de Hughes y menciona más de una vez los ánimos y la seguridad que siente a su lado. Sin embargo, en su enorme alegría tampoco parece haber tranquilidad. La suya es una felicidad inquieta, por momentos casi angustiante. En esta época de su vida, por otro lado, puede encontrar paz en el dibujo.
Un toro echado en el pasto ve ¿hacia el horizonte?, ¿hacia otras vacas? Su mirada se pierde en el marco del papel. “Las vacas me dieron cierta paz; qué curiosas miradas pensativas me dirigían”, dice Plath en una de sus cartas. “Me da tal sensación de paz dibujar; más que la oración, los paseos, más que nada”. En un ensayo el poeta H. W. Auden dice que en su escuela ideal para poetas tendría que combinarse el trabajo manual con el intelectual. Para Auden es necesario practicar un oficio u ocupación en que la mente y el cuerpo interactúen de manera distinta. Quien trabaja con palabras suele tenerlas dando vueltas como un enjambre de abejas en el cerebro. Pero a veces estas se apaciguan al cocinar, tocar un instrumento, correr o dibujar. Así le sucedía a Plath, que cuando dibujaba lograba aquietar el pandemónium de su mente. Dibujar le permitía estar en el mundo de otra forma, concentrada en su vista, en esa mirada atenta y tranquila parecida a la de aquellas vacas. “Puedo cerrarme por completo en la línea, perderme en ella”. Y así la vemos, disfrutando dispersa en mercados y casas, en ríos, árboles, teteras, castañas, estufas, fruteros y en Ted Hughes (el único retrato que aparece en el libro).
“Drawing calmed you.” Así comienza el poema “Drawing” que Ted Hughes publicó en uno de sus últimos libros, Cartas de cumpleaños. Allí Hughes narra las horas en calma que pasaron juntos durante esos viajes del 56, mientras Sylvia dibujaba y él escribía. La gente se acercaba a ver los dibujos de Sylvia y los alababa. Ella también expresa en sus cartas mucha confianza en sus dibujos, cree que logrará venderlos y quizás hasta hacerse con ellos de un segundo oficio.
“We sat on those steps, in our rope-soles, /And were happy”, recuerda Hughs. Y mientras evoca la tranquilidad de esos momentos, la quietud que lograba Sylvia en el dibujo no puede sino pensar que sólo fue equiparable a la paz que halló en la muerte:
In this contemplative calm
Now I drink from your stillness that neither
Of us can disturb or escape.
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Jazmina Barrera es autora de Cuerpo extraño (Premio Literal de Ensayo, 2013) y columnista de Literal.
Posted: June 21, 2015 at 11:17 pm
Que noticia tan bonita, sobre todo viniendo de una poeta como Plath. Me interesa mucho el ensayo que se menciona de Auden ¿me podrían dar el nombre?