Current Events
Pausa

Pausa

José Antonio Aguilar Rivera

Si el candidato oficialista perdiese la elección presidencial ¿estaría López Obrador realmente dispuesto a entregar en poder, como lo hizo Ernesto Zedillo (último presidente autoritario del PRI) a la oposición, asumiendo que tiene el poder para no hacerlo? 

Sería un error creer que la regresión autoritaria en curso se ha detenido. Es cierto que la Suprema Corte paró temporalmente la reforma electoral que habría, en los hechos, puesto punto final al interludio democrático de 23 años en México. La intentona de hacerse con cuatro nuevos consejeros electorales, entre ellos el presidente del Consejo General del INE, tampoco parece haber salido bien.  El mecanismo de reemplazo arrojó resultados mixtos, pero no sin antecedentes en la historia de esa institución.

La pregunta clave, sin embargo, es si la autoridad electoral es aún capaz de transmitir resultados confiables que la mayoría de la población y autores políticos clave respeten. No se trata simplemente de que un jugador desconozca los resultados: López Obrador lo hizo en 2006 y 2012, sino que ese desconocimiento arrastre a una gran proporción de la población y produzca una crisis política que las instituciones existentes no puedan resolver. ¿Puede un actor descontento subvertir el proceso? ¿Pueden Morena y sus aliados, no perder? Desde una perspectiva pesimista el INE está irremediablemente tocado, pues para los partidarios del gobierno ya no es confiable. Si pierden en las urnas desconocerán los resultados. ¿Una institución debilitada por el embate abierto del gobierno puede hacer cumplir las reglas de la contienda electoral? No parece posible. Eso es precisamente lo que el politólogo Adam Przeworski sostuvo recientemente: “me temo que en México el daño ya se ha hecho, no se trata  en realidad en este momento qué pase con el INE, yo creo que el mismo hecho que el Gobierno, una gran parte del Gobierno, dijo no podemos confiar en los resultados de las elecciones organizadas por el organismo que las organiza, este es el daño mayor”.[1] ¿Cómo no alegarían fraude si son derrotados?

Desde una perspectiva pesimista el INE está irremediablemente tocado, pues para los partidarios del gobierno ya no es confiable. Si pierden en las urnas desconocerán los resultados. ¿Una institución debilitada por el embate abierto del gobierno puede hacer cumplir las reglas de la contienda electoral? No parece posible.

Si el candidato oficialista perdiese la elección presidencial ¿estaría López Obrador realmente dispuesto a entregar en poder, como lo hizo Ernesto Zedillo (último presidente autoritario del PRI) a la oposición, asumiendo que tiene el poder para no hacerlo? Mi colega Claudio López Guerra cree que no: “cuando un gobernante desarrolla  la disposición a impedir que el poder fluya a manos que considera ilegítimas, y cuenta con la fuerza para lograrlo, le democracia ya no existe más. Las urnas dejan de ser la causa  en ese momento, aunque la elección esté en el futuro”.[2] El plan C del presidente es precisamente apelar a la autoridad de sus simpatizantes en las urnas cuando él ha desprestigiado críticamente al árbitro que cuenta los votos. Podrá aducir que su partido obtuvo los votos que él desee o se imagine con independencia del veredicto de la autoridad electoral que los cuenta.

¿Tendría López Obrador el poder para subvertir el proceso? ¿Cuál sería el costo que podría imponer un INE debilitado a esta estrategia? Es imprudente sobredimensionar el triunfo temporal en la Suprema Corte, pero lo cierto es que ofrece un respiro a la democracia mexicana. No es una victoria: es una pausa. Es poco probable que el INE sea subvertido desde dentro. Aunque los consejeros afines al gobierno podrían impedir algunas de las decisiones que el Consejo toma por mayoría calificada lo cierto es que históricamente la lealtad partidista de los consejeros es poco confiable. El puesto genera incentivos propios. Un nombramiento por varios años independiza a los consejeros de las fuerzas que los nominaron. Es probable que en un conflicto electoral entre el INE y el gobierno la mayoría de los consejeros –independientemente de sus orígenes– cierre filas con la institución, como ocurrió en la presente situación.

La pregunta crítica es si el INE aguantaría una elección competida y cerrada en 2024. ¿Tendría la fortaleza institucional para disuadir al gobierno de subvertir los resultados?  La respuesta a esta pregunta es muy incierta y de pronóstico reservado. Si, por otro lado, el candidato oficialista gana con un margen amplio probablemente el INE sobreviva para ver otro día, como ocurrió en 2018. Si la victoria es producto de una abierta violación a las leyes ante la impotencia del INE y los tribunales, entonces la democracia habrá terminado.  Una cosa es cierta, creer que un gobierno desleal, que tuvo como origen una oposición desleal, cumplirá simplemente con las reglas del juego democrático en ausencia de poderosos incentivos que lo obliguen a observarlas es una ingenuidad. Una tan grande como creer que Andrés Manuel López Obrador se retirará en 2014 a su rancho a ser un espectador más de la política. Lo cierto es que la democracia mexicana está luchando desesperadamente por sobrevivir. Ha mostrado más resistencia de lo que muchos se imaginaban.

La pregunta crítica es si el INE aguantaría una elección competida y cerrada en 2024. ¿Tendría la fortaleza institucional para disuadir al gobierno de subvertir los resultados?  La respuesta a esta pregunta es muy incierta y de pronóstico reservado.

 

NOTAS

[1] Martha Ramírez, “Advierten que ataques al INE ponen en riesgo la democracia”, Reforma, 30 marzo 2023.

https://www.reforma.com/aplicacioneslibre/preacceso/articulo/default.aspx?__rval=1&urlredirect=/advierten-que-ataques-al-ine-ponen-en-riesgo-la-democracia/ar2579356

[2] Claudio López Guerra, “El plan Z y la democracia”, Reforma, 25 febrero, 2023-04-02

https://www.reforma.com/libre/acceso/accesofb.htm?urlredirect=/el-plan-z-y-la-democracia-2023-02-25/op244140

 

 

José Antonio Aguilar Rivera (Ph.D. Ciencia Política, Universidad de Chicago) es profesor de Ciencia Política en la División de Estudios Políticos del CIDE. Es autor, entre otros libros, de El sonido y la furia. La persuasión multicultural en México y Estados Unidos (Taurus, 2004) y La geometría y el mito. Un ensayo sobre la libertad y el liberalismo en México, 1821-1970 (FCE, 2010). Publica regularmente sus columnas Panóptico, en Nexos, y Amicus Curiae en Literal Magazine. Twitter: @jaaguila1

©Literal Publishing. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación. Toda forma de utilización no autorizada será perseguida con lo establecido en la ley federal del derecho de autor.

Las opiniones expresadas por nuestros colaboradores y columnistas son responsabilidad de sus autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de esta revista ni de sus editores, aunque sí refrendamos y respaldamos su derecho a expresarlas en toda su pluralidad. / Our contributors and columnists are solely responsible for the opinions expressed here, which do not necessarily reflect the point of view of this magazine or its editors. However, we do reaffirm and support their right to voice said opinions with full plurality.

 


Posted: April 3, 2023 at 9:44 am

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *