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Ricardo Nicolayevsky. Dentro y fuera de  cuadro

Ricardo Nicolayevsky. Dentro y fuera de  cuadro

María Paz Amaro

  • Sala de Arte Público Siqueiros hasta abril 2018 

En días pasados recibimos una noticia por demás alentadora: el MoMA de Nueva York ha comenzado a difundir parte del acervo que compró en 2016 al artista visual, músico, performer y videoasta Ricardo Nicolayevsky, quien comenzó su carrera durante su estancia en dicha ciudad a raíz de estudiar cine en la Universidad de Nueva York (NYU) a principios de la década de los ochenta. Lo anterior constituye un logro cultural importante básicamente por dos razones. La primera, por la valoración de la obra que, en vida, tiene un artista mexicano contemporáneo de cara al mundo. La segunda, porque esta adquisición permite no sólo la divulgación de dichas piezas, sino también su estudio y resguardo, a diferencia de las colecciones perdidas u olvidadas de otros artistas cuya pista no siempre ha sido fácil de rastrear. Recordemos la mala fortuna que las pianolas y partituras de Conlon Nancarrow —ahora resguardadas por la fundación suiza Paul Sacher— sufrieron mientras él vivía, lo mismo que el hoy sobrecitado Ulises Carrión, para quien se han dedicado retrospectivas y estudios académicos recientes en torno a lo recobrado de su colección personal; o la gran Sarah Minter quien, de menos, logró ver parte de su obra exhibida en una retrospectiva en el MUAC, misma que propició la invitación de galerías en el extranjero cuando, por desgracia, se encontraba ya muy enferma.

Antes de la actual exposición que alberga la Sala de Arte Público Siqueiros (SAPS) curada por Michelle Fiedler, le antecedió en México la mostrada en el Centro de Cultura Digital curada por Mara Fortes, Elena Pardo y Manuel Trujillo entre 2015 y 2016. Hasta principios de abril, el MoMA mostrará una selección de su trabajo audiovisual dentro del marco de la exposición colectiva Club 57: Film, Performance and Arts in the East Village 1978-1983. Sin embargo, no será necesario viajar hasta Nueva York para conocer más de la obra de Nicolayevsky. Bastará sólo aprovechar estas vacaciones de Semana Santa y darse una vuelta por las calles de Polanco para conocer algunas de las series de videos más importantes, además de gráfica y objetos hechos por el artista.

La década de los ochenta brindó la oportunidad a Nicolayevsky para experimentar en diversos formatos como el super 8 y los 16 milímetros. Sus exploraciones recuerdan las primeras de artistas como Nam June Paik al incursionar los nuevos medios, la indagación que del cuerpo hace Bruce Nauman, la transdisciplinariedad performática presente en Gordon Matta-Clark y, más adelante, los efectos híbridos obtenidos en la proyección de las imágenes de Pipilotti Rist, además de una referencialidad nostálgica al cine que comenzaba a masificarse allende en la década de los veinte. La sobreexposición aleatoria, la improvisación, el collage de imágenes por medio de superimposiciones, la proyección en reversa, los ángulos inusitados y procesos caseros de un carácter completamente empírico, como añadir determinadas sustancias a la película y esperar la reacción química producida en las imágenes, constituyen ya la marca personal de Nicolayevsky en sus realizaciones fílmicas. En Lost portraits, no sólo queda el registro de una época única en Nueva York y en México, sino la intimidad o los espacios que habitaron y lugares que transitaron personajes legendarios como Billy Boy o Illy Bleeding, vocalista del grupo punk mexicano Size, o la cineasta y artista visual Naomi Uman, al igual que miembros de su propia familia como Lily Kassner, madre del artista. Nicolayevsky se ha encargado de la edición y musicalización de sus propias creaciones, o bien ha trabajado de forma colaborativa con amigos artistas de su propia generación. En gran parte, los autorretratos correspondientes a Lost Portraits fueron filmados por la videoasta Ximena Cuevas, quien también aparece en esta suerte de recuento.

En su colección gráfica, algunas de las piezas recuerdan los caligramas que Guillaume Apollinaire comenzara a hacer en la misma época en la que redactó el manifiesto cubista. Hay ciertas piezas de video que registran el proceso de la obra final, la cual se muestra en paralelo en la muestra actual exhibida en la SAPS, como es el caso de La vida privada de un artista desconocido de antaño (La vie privée d’un artiste inconnu d’antan) realizada en 2005. Tuve la fortuna de presenciar una de las tres obras performáticas comisionadas para esta exposición: la lectura del Mamotreto, proyecto literario que compila siete libros en uno, escritos a lo largo de veinte años. En este volumen se condensan la serie de aforismos además de cuentos y pequeños ensayos vanguardistas como el Manual del Idiota Sapiente que proviene del mote de origen francés idiot sauvant con quien el propio artista llegó a identificarse. Nicolayevsky decidió llamar así a su obra reunida en atención a su origen etimológico en latín mammothreptus, proveniente del griego tardío μαμμόθρεπτος, que significa, “alimentado por su abuela” y, por ende, abultado o gordinflón. Lo anterior recuerda a ciertos personajes tan siniestros como divertidos que Nicolayevsky recoge de la memoria familiar y que recrea en algunos de sus relatos. Sería alentador que el Mamotreto no sólo fuera a parar a las colecciones de manifiestos y literatura de vanguardia de importantes coleccionistas, sino que encontrara en su camino a la afortunada editorial que tuviera como encomienda principal, la diseminación de una obra asequible para todo tipo de público, de acuerdo con las sugerencias del mismo Nicolayevsky: “…una lectura que puede ser tan breve como un aforismo por día, o tan reveladora si se le da el carácter de libromancia u oráculo a la vez… de no leer nada a leer al menos una línea por día, ya es ganancia…”

Más allá de la representación disímil del cuerpo que surgió en una generación calificada como marginal, al no obedecer las reglas impuestas por la sociedad, por el uso de drogas o la propagación del entonces nuevo virus del SIDA, considero que no sería justo afirmar que la obra de Nicolayevsky cobra valor por la coyuntura que surge del reconocimiento de los movimientos LGBTQ. Si el llamado queer art ha tomado una relevancia significativa en los últimos años, creo que el corpus de obra de Nicolayevsky trasciende este tipo de etiquetas que, en ocasiones, caen en el abuso de las categorizaciones cerradas. En Nicolayevsky tenemos un artista completo, con obra que ha ido renovándose conforme ha transcurrido el tiempo que lo ha visto vivir desde que era un joven audaz en el febril y estimulante Nueva York muy lejano todavía de los procesos de gentrificación que sufrió a partir de la administración de Rudolf Giuliani. El retorno a México cristaliza y consolida su carrera en múltiples formatos que van de la ejecución musical, el cabaret y el performance, pasando por la gráfica, la literatura y el film.

¡Larga vida al gran Ricardo Nicolayevsky! Esta muestra de obra bien merece una mañana completa, una tarde, un día pausado o varios días seguidos de vacaciones, con tal de recorrer y admirar en la comodidad del espacio de la galería todos los videos y las piezas que ahora la SAPS aloja.

 

maria pazMaría Paz Amaro (Santiago de Chile, 1971) madre, profesora, historiadora del arte y escritora (en orden indistinto). Su Twitter es @mariaenpaz

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Posted: March 26, 2018 at 10:28 pm

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