Sí
Amalia Iglesias Serna
El pasado domingo dediqué mi columna a un Si (If) condicional, el que dibuja una posibilidad de trampantojo optimista en nuestras perspectivas de lo real, ese «Si puedes soñar…» del poema de Kipling («Si puedes llenar el minuto implacable…/ Si puedes esperar sin cansarte en la espera…»). Ese «Si…» es el deseo que recorre un abismo frente al desaliento. Y hoy quiero hablar de un “Sí” muy diferente, un “Sí” con acento, proactivo. Parece mentira que solo un acento pueda marcar significados tan dispares en una palabra tan pequeña, tan aparentemente insignificante. Cada día es más frecuente y una práctica habitual entre los nativos digitales, que se prescinda de la acentuación como recurso de economía del lenguaje en la comunicación a través de las redes. Se prima la rapidez del mensaje por encima de la corrección lingüística. Pero solo un acento puede dar lugar a errores de interpretación decisivos para nuestro presente y nuestro futuro. Porque no es lo mismo decir, por ejemplo, en el contexto que a todos nos preocupa actualmente: «Si hay vacuna, todo volverá a la normalidad» que: «Sí, hay vacuna, todo volverá a la normalidad».
Y hoy quería hacerle un pequeño homenaje a ese “Sí” que a veces todos necesitamos para dotar de una mínima confianza a nuestra existencia. Confianza más necesaria que nunca ahora en que, más bien al contrario, la incertidumbre o la indecisión o incluso las contradicciones de nuestros gobernantes nos hacen preguntarnos quién sabe poner en rumbo el timón de este barco antes de que encallemos. Frente a los palos de ciego y los parches de pepegoterayotilio, ante las dudas de asnos de Buridán que nos están dejando sin defensas, necesitamos alguien que dé un paso al frente o un “Sí” al frente y venga a poner el acento en esta situación que ya hace mucho sobrepasó su condición de aguda, grave e incluso esdrújula. Alguien que sea capaz de esgrimir un «Sí, podemos», «Sí, se puede» (quitémosle la connotación ideológica doméstica) frente a ese tibio «Si podemos…» que ahora parece patrimonio de todas las ideologías domesticas e incluso internacionales. A solo cuatro días de las elecciones americanas muchos mantenemos la mirada en vilo hacia América, mientras pensamos que los americanos deberían desalojar de la Casa Blanca a ese virus llamado Donald Trump, que ha supuesto para todo el mundo una de las peores pandemias de los últimos años, que ha vaciado de contenido los derechos humanos y las instituciones internacionales que los sustentaban. El mundo necesita un “Sí” a Biden, pero sobre todo necesita un “No” a Donald Trump. Mientras, añoramos aquel «Yes We Can», el eslogan que llevó al poder a Barak Obama en 2008. Aquel «Sí se puede» era hermano de sangre de dos famosas consignas que fueron decisivas en el avance de nuestra civilización hacia un camino más libre, más igualitario y más fraternal: aquel «I Have a Dream» («Yo tengo un sueño») pronunciado por Martin Luther King frente al monumento de Lincoln en 1963; y aquel otro, «We Can Do It!» («¡Nosotras podemos hacerlo!») que Howard Miller creara en 1943 para animar a las mujeres a trabajar duro en plena Segunda Guerra Mundial, y cuyo cartel, protagonizado por Rosie la remachadora, con su mono azul y su pañuelo rojo de lunares blancos, reproducido casi tantas veces como el poema de Kipling, se acabaría convirtiendo en todo un símbolo de la lucha feminista.
Un “No” siempre es un “No”, pero un “Sí” puede ser también un “No”, un Sí puede llevar carga negativa como en aquella novela titulada precisamente Sí, de Thomas Bernhard, una visión «despiadada» del ser humano, sobre su soledad y su locura.
Pero el Sí que ahora necesitamos es ese rotundo que Molly Bloom pronuncia en el final del Ulises de Joyce como «apuesta por el futuro y afirmación de la vida». Sí, «Yes We Can», claro que podemos.
Amalia Iglesias Serna es una filóloga, poeta y periodista cultural española. Ha publicado más de 10 libros de poemas y dos en coautoría. Entre algunos de sus reconocimientos está el Premio Francisco Quevedo de Poesía 2006, la Medalla de Oro Don Luis de Góngora de la Real Academia de Poesía de Córdoba (España) 2004, el Premio Villa de Madrid Francisco de Quevedo 2006 y el Premio Ciudad de Salamanca de Poesía 2016 por La sed del río entre muchos otros.
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Posted: November 2, 2020 at 7:53 pm