Film
Waiting for August

Waiting for August

Julio César Durán

Parece que del estado actual de las cosas no hay escapatoria. La globalización ha dado con todo al más insospechado rincón del planeta, arropando fría y desmesuradamente al mundo con la neurosis del gran capital.

Entre otras consecuencias, el flujo de desplazamientos forzados (por poca seguridad sea social o económica) se ha vuelto constante y familias se ven divididas por necesidad. Precisamente, la realizadora Teodora Ana Mihai (Bucarest, 1981) observa este fenómeno desde un punto de vista natural e íntimo con su primer largometraje documental titulado Waiting for August (2014), donde vemos la vida cotidiana de 7 niños que viven en un bloque de interés social en las afueras de la ciudad de Bacau.

En este filme, coproducción de Bélgica y Rumania, tenemos a una familia formada únicamente por jóvenes, una casa sin padres en la que Georgiana, nuestro principal personaje, tiene que volverse la cabeza del hogar dada la ausencia de su madre, quien ha emigrado a Italia, donde tiene un trabajo temporal y quien no regresará a Bacau sino hasta el verano.

waiting_for_august_still_0El trabajo documental de Teodora Ana Mihai se centra en ir colocando múltiples escenas de la vida diaria, justo en el periodo invierno-primavera-verano en la que nuestra protagonista cumple apenas 15 años y con todo, tendrá que hacerse cargo de sus hermanos menores y de los pormenores hogareños.

Georgiana es una chica a la que le ocurren las situaciones y preocupaciones de cualquier adolescente, sin embargo tendrá que cuidar de una familia como si fuera una mujer adulta y estar al frente de ella. A partir de postales cotidianas, quizá siempre marcadas por aquel gran capital, vemos unas pequeñas vidas –las de la chica con sus hermanos y hermanas– inconscientemente regidas por el consumo y las exigencias económicas, mismas por las que la madre se encuentra fuera de Rumania: la matriarca ausente emigró para cubrir los gastos de sus vástagos. Aquellas exigencias aparecen como absolutas y las vidas de estos niños parecen ser medidas todo el tiempo en productos.

WaitingForAugust_3La cámara (con los ojos de Joachim Philippe y Mihnea Popescu detrás) se coloca en un rincón para ver a esta variante de los “niños perdidos” siempre enclaustrados en su reducido departamento del suburbio de Bacau, entre telenovelas mexicanas y la litera donde todos duermen a la vez. Desde un escondrijo elegido, miramos lo que los cineastas capturan, impresiones de sus discusiones cotidianas, los juegos, las comidas, las llamadas con la madre que poco a poco entendemos como check points que irán marcando el paso del invierno y la primavera.

El punto de vista se centra en la joven Georgiana, pero siempre estamos mirando a toda la familia como un agente externo, desde un escondite somos testigos de lo que a los niños les preocupa. Mientras tanto, la ahora jefa de la casa sigue con sus ocupaciones comunes y corrientes: las tareas, los resultados de los exámenes, las amigas, las salidas a divertirse, etc. Todo ello que tendrá que compaginarlo con el cuidado del hogar y su rol de mamá.

El paso del tiempo se irá midiendo con las llamadas telefónicas o videollamadas con la madre en el extranjero, pero también, se van cuantificando las necesidades. Con cada contacto que hace la familia con su miembro ausente nos vamos enterando de los paquetes que ella les envía desde Italia, sea ropa, juguetes u otra cosa.

Los meses van sucediéndose, el filme abrirá y cerrará con el largo camino del aeropuerto a casa, en diferentes temporadas y diferente hora del día, acompañado de la música de Karim Baggili. La construcción narrativa denota una dirección de actores, pero vemos a los jovencitos de manera bastante palpable, en su ambiente natural, siempre mostrándonos la condición actual del mundo, incluso en un país que ya ha transitado por el comunismo.


Posted: December 17, 2014 at 7:23 pm

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